V Domingo De Cuaresma

26/03/2023

En este domingo, Quinto del tiempo de Cuaresma, nos aproximamos al final de la misma. Durante todo este tiempo hemos profundizado la fe, la oración y la caridad, la vida con el prójimo. Comenzábamos allá por el miércoles de Ceniza, este recorrer con Jesús el camino cuaresmal hacia la Pascua y hoy acabamos los domingos de Cuaresma para comenzar nuestra Semana Santa. Hoy en el Evangelio leeremos el último y más portentoso de los signos o milagros de Jesús en el Evangelio de Juan, la resurrección de Lázaro, poniendo de relieve la historia de la experiencia de las personas que han perdido un ser querido. Nos prepara el Evangelio de hoy para celebrar la muerte y resurrección de Jesús.

La síntesis a las lecturas de este domingo puede quedar: en primera lectura el profeta Ezequiel nos habla del pueblo de Dios muerto espiritualmente en el desierto, pero sacado de sus sepulcros por Dios, que tiene poder de llevarlos de nuevo a su tierra “Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis”. Es la explicación al significado de la visión de huesos secos que reviven al entra en ellos el soplo del Espíritu. En el salmo, el salmista se abandona a Dios sabiendo que su misericordia es abundante y no tiene límites “Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa” En la segunda lectura, Pablo, señala la nueva identidad de los creyentes en Cristo. Viven dinamizados por la fuerza del Espíritu de Cristo resucitado, los impulsa a caminar por las sendas de la vida “El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros”. El evangelio relata la resurrección de Lázaro, donde Jesús se revela a sí mismo como la vida del mundo “Yo soy la resurrección y la vida”, en los anteriores lo hizo como fuente de agua viva y luz.

En la primera lectura, del profeta Ezequiel nos invita a tener esperanza, son unas palabras esperanzadoras para los desterrados “Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel […] Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis” palabras que nos anticipan y preparan para introducirnos de lleno en el Evangelio, en la resurrección de Lázaro. Por eso podemos cantar con toda razón con el salmo “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa” es el famoso salmo llamado “De profundis” que instintivamente asociamos al recuerdo de los difuntos, un salmo de esperanza confiada “Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora”

San Pablo, en la carta a los Romanos, nos presenta toda una catequesis del protagonismo del Espíritu en la vida de la comunidad cristiana. Pablo usa mucho el binomio carne/espíritu, como dos dinamismos que actúan en la persona humana y que tiran de ella hacia ámbitos distintos. Vivir en la carne es vivir según la mentalidad meramente humana. Vivir en el Espíritu es dejarse llevar por Dios y sus criterios de vida. Y hoy nos ofrece una perspectiva muy optimista precisamente de la vida en Dios, en el Espíritu, adelantándonos que nos espera a los que creemos y seguimos a Cristo “Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros”

El Evangelio nos presenta la resurrección de Lázaro, último de los grandes signos o milagros que realizó Jesús y que aceleró su pasión y muerte, por la reacción de sus adversarios. El evangelista Juan culmina una catequesis cristológica que comenzábamos de forma progresiva en los domingos anteriores, agua viva con la samaritana, luz de mundo con el ciego de nacimiento y ahora lo hace en calve de vida con la resurrección de Lázaro.

Precisamente la resurrección de Lázaro ocupa poco en el extenso pasaje de hoy, lo ocupa todo el extenso diálogo de Jesús con las hermanas de lázaro, Marta y María. Desembocando todo en el “Yo soy” que Jesús nos ha venido presentando “Yo soy fuente de agua viva” “Yo soy la luz del mundo” y hoy lo hace como “Yo soy la resurrección y la vida” esta última es la revelación cristológica más decisiva y profunda, antes de su pasión y muerte, Jesús resucita a Lázaro y se presenta a sí mismo, y que reafirma más insistentemente en su diálogo con las hermanas de Lázaro,  como resurrección y vida para la humanidad, extiende su compasión a todos los hombres “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”

Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.

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Solemnidad de la Anunciación / Encarnación.

25/03/2023

“Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” La Encarnación del Hijo de Dios es el misterio básico de nuestra fe, el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad. Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación a María que, indisolublemente, es también la solemnidad de la Encarnación del Verbo de Dios.

Es una fiesta conjunta de Cristo y de María: del Verbo que se hace hijo de María y de María que se convierte en Madre de Dios. Este día, en que la humanidad del Hijo de Dios comienza a formase en el seno de la Virgen María, rompe con el carácter penitencial de la Cuaresma, como ya comentamos el lunes pasado en la solemnidad de San José. Por aquella comentábamos los elementos en común de ambas solemnidades: anuncio por medio de un ángel; la respuesta positiva a los planes de Dios, no temas que acompaña siempre a los encargados y llamados para una misión.  

Pero la fiesta solemne de hoy es que Dios se encarna, se hace hombre. Dios asume nuestra debilidad, el misterio de nacer y de morir, para elevar nuestra naturaleza mortal a la categoría de Dios, para que lleguemos a ser sus hijos, para que podamos vencer a la muerte. Así anuncia Isaías el gran misterio: ese niño que nacerá de madre virgen y será llamado “Enmanuel: Dios con nosotros”.

Dios se hace hombre eternamente, Dios comparte nuestra suerte, es más, en el Hijo, nosotros somos hijos. Dios, como dicen los Santos Padres, se hizo hombre para deificar a la humanidad. Jesús ha conducido a la humanidad a su cumbre, a lo máximo, haciéndonos participar de su divinidad. Uno de los textos del Concilio Vaticano II que mejor expresa esto está en la Constitución Gaudium est spes en su número 22:

“En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, pues, que todas las verdades hasta aquí expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.

El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado.”

Hoy es el día del SI, Cristo se ofrece al Padre: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. María, tiene una respuesta de fe y confianza al saludo y anuncio de Gabriel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra” Por el de María, el Verbo toma carne en su seno virginal, por su   Sí   Cristo, acepta la cruz y la muerte y, triunfando de ella, nos da la Nueva Vida, con Cristo hemos triunfado hemos resucitado todos.

En contexto de Cuaresma, podemos decir que toda la vida de Cristo es una cuaresma, un camino hacia la Pascua. Esto los recordamos cada día en el Ángelus, en la oración final, decimos: “Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, para que los hemos conocido, por el anuncio del Ángel, la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz lleguemos a la Gloria de su Resurrección.” Es decir, que para llegar a la Pascua de Resurrección comenzamos con la Encarnación, pero inevitablemente tendremos que pasar por la Pasión y Cruz.

Cristo vino para hacer la voluntad del Padre, leemos en la carta a los Hebreos: “He aquí que vengo … para hacer, oh Dios, tu voluntad” Recibido por nosotros en la Encarnación, lo entregó por nosotros en la Cruz. Recibe de nosotros la humanidad y comparte nuestra misma suerte. En la Cruz entrega todo por nosotros.

En el Calvario, somos reformados por el Amor de Dios. “donde abundo el pecado, sobreabundo la gracia” dice San Pablo o bien como escucharemos en el pregón pascual “Oh, feliz culpa, que nos mereció tal Redentor” Dios nos muestra con este hecho que nos quiere con locura, nos amó hasta el extremo, hasta el fin “Nadie tiene más amor, que el que da la vida por sus amigos”

Que María, interceda por nosotros.

Feliz día de la Anunciación/Encarnación.

Solemnidad de San José.

20/03/2023

La Iglesia, traslada la celebración de la solemnidad de S. José como esposo de la Virgen María, este lunes al coincidir con el Cuarto domingo de Cuaresma. Marzo, es un mes muy especial, en medio del tiempo de Cuaresma encontramos dos grandes solemnidades, San José y la Anunciación/Encarnación, que rompen con el carácter penitencial de la Cuaresma, y que están prácticamente entorno al Cuarto Domingo de Cuaresma, que es llamado de Laetare, de la Alegría.

Ambas fiestas tienen elementos en común, el anuncio dirigido a ambos, en Mateo va dirigido a José, y en Lucas, texto que leeremos en la solemnidad de la Encarnación/Anunciación, va dirigido a maría. En ambos se lleva a cabo por medio de un Ángel, un mensajero de Dios: el nacimiento de Jesús a María por el Ángel Gabriel, y en sueños un Ángel del Señor anuncia a José.

 Leemos en el evangelio “José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados” Otros elementos que tienen en común es la respuesta, el fíat, el sí de María, a los planes de Dios: “…hágase en mi según tu palabra…” mientras que, de José, del sí de José, del fíat de José, dice el evangelio que obedeció, que hizo tal como dijo el Ángel del Señor. Y el “no temas”, frase que en la Biblia se repite muchas veces, dirigida hacia las personas que Dios elige para sus grandes obras, en este caso el dirigido a José para acoger a María, y el de María ante el saludo del Ángel. De gran importancia es el hecho de poner nombre, mientras a María le dice le llamarás Jesús, a José le dice le pondrás por nombre Jesús que significa Dios salva.

José se convierte en verdadero padre de Jesús, aunque no es su progenitor, llegar a ser progenitor es algo fácil y es cuestión de unos momentos, pero llegar a ser padre o madre hace falta toda una vida. Poner o dar nombre en la ley y sociedad judía de esa época es más importante que ser padre biológico, es sinónimo de pertenencia, pues es el que se hace cargo de la educación, crecimiento del niño, es el responsable del niño.

Debemos de imaginar los que supuso para José el conflicto interno entre tener que denunciar a María, la parte legal, institucional; y el amor que tiene por su futura esposa que no quiere perder. Un conflicto entre lo legal o institucional y lo afectivo, que se resuelve, como no puede ser de otra manera con el amor, anteponiendo lo afectivo a lo legal e institucional. José prefiere el amor a María que su propia reputación y honor e incluso podríamos decir de renuncia a su propia descendencia, y esta es la grandeza de José, pues el amor siempre es más fuerte.

La historia de la humanidad, nuestras vidas y el proyecto del Señor no son realidades separadas e incomunicadas, pues Enmanuel, Dios con nosotros, ha entrado en la historia por medio del poder del Espíritu Santo, el consentimiento de María, el fiat de María y la paternidad legal de José. Es el acontecimiento que cambió de forma irrevocable el destino de la humanidad. Jesús sigue siendo para siempre el Enmanuel, está con nosotros hasta el fin de los tiempos.

José y María tienen mucho que decirnos en Cuaresma, pues ellos con escucha y su sí generoso de corazón nos invitan en este camino hacia Dios, hacia la Pascua, al encuentro con el Señor Resucitado, nos invitan a la conversión, a hacer la voluntad de Dios y poner toda nuestra confianza en el Señor.

Que San José que interceda por nosotros y nos ayude a caminar hacia la Pascua en este tiempo de Cuaresma.  

Feliz día de San José.

IV Domingo De Cuaresma, «Laetare Jerusalén»

19/03/2023

Cuarto Domingo de Cuaresma, Domingo de Laetare, domingo de la alegría, domingo de la Esperanza cristiana. Hoy es un día de alegría ante la proximidad de las fiestas pascuales. La invitación que nos hace el evangelio de este domingo es una llamada a abrir los ojos del corazón, recibir la luz del Señor y que esta luz se refleje en nosotros e iluminemos a los demás. Si el domingo pasado se nos presentaba a Jesús como fuente de agua viva, en este se revela como luz auténtica que ilumina a la humanidad.  Coincide este domingo con la campaña y celebración del Día del Seminario cuyo lema para este año es “Se levantó y se puso en camino”

Una síntesis para las lecturas puede ser esta: La primera lectura, del libro del primer libro de Samuel, nos dice que Dios no se fija en las apariencias, sino que mira el corazón “No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, más el Señor mira el corazón”. El elegido por Dios no será el más fuerte, el mayor, el de mejor apariencia, sino el hijo más pequeño, David. Y que dios realiza su obra con lo pequeño, lo débil, lo despreciable. El salmo enlaza con el oficio de pastor de David, pero el buen pastor es Dios mismo que cuida a cada una de sus ovejas, cuya plena realización será la persona de Cristo, el Buen Pastor. La carta a los Efesios de Pablo nos llama a vivir como hijos de la luz “Vivid como hijos de la luz”, precisamente porque Cristo es la luz del mundo, y las obras de la luz: bondad, justicia y verdad se diferencias de las obras de los hijos de las tinieblas. Cristo ha iluminado nuestras vidas y por eso somo hijos de la luz. El Evangelio es toda una catequesis desarrollada por el evangelista Juan, que se sirve de la curación de la vista corporal, para introducirnos y construir una catequesis de la luz espiritual, con la que Cristo nos ilumina a nosotros “soy la luz del mundo” y nosotros le reconocemos como el enviado de Dios.

En la primera lectura, del primer libro de Samuel, nos encontramos con la figura del rey David, uno de los personajes más importantes de la historia del pueblo de Israel, junto a Abraham y Moisés. David a pesar de sus pecados fue un rey según el corazón de Dios. En la lectura de hoy, el profeta Samuel, recibe el encargo de buscar sucesor al rey Saúl, a pesar de que este aún vivía. De los hijos de Jesé, los mayores parecían favoritos para ocupar el cargo de rey, pero dios tiene una manera de pensar distinta, no juzga por las apariencias, la esbeltez y la fuerza en este caso pasa a un segundo plano, sino que Dios ve el corazón de la persona, y elige precisamente al hermano menor, al más joven, a David, se fija en lo pequeño, lo despreciable, lo débil para llevar a cabo su obra de salvación. Samuel, lo mismo que antes había ungido al rey Saúl, ahora unge a David. La unción tiene el significado de la fuerza y salud que Dios otorga al elegido para la misión encomendada, una vez ungido “invadió a David el Espíritu del Señor”. El salmo nos recuerda que el verdadero pastor, el autentico es Dios mismo “El Señor es mi pastor, nada me falta, … nada temo porque tú vas conmigo”

La segunda lectura de la carta de San Pablo a los Efesios, nos dice que, por encima de la metáfora de la luz, Pablo hace la descripción de que es un creyente y que consecuencias tiene para su vida la fe en Cristo Jesús, Luz del mundo. El creyente recibe la luminosidad de la fe y la nueva vida de la Luz, que como ya sabemos es Cristo. La fe en Él es sinónimo de resurgir, de alzarse de ponerse en pie “Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz”

En el Evangelio de Juan, vemos una revelación progresiva típica de este evangelista, que culmina en el “Yo soy” de Cristo: Yo soy el pastor, la puerta, el pan de vida, el camino, la verdad, la vida, hoy esta revelación nos conduce a “Yo soy la luz” Se trata de una escena muy similar a la del domingo pasado, en el que Jesús conducía a la samaritana hacia el terreno de la fe, también hoy guía hábilmente al ciego curado hacia otra luz más profunda, la de la fe, a aceptar a Cristo como luz, hijo del hombre, enviado, profeta, Mesías, Señor.  

En este camino hacia la Pascua, hoy brilla una luz particular que nos invita a encontrarnos con mayor profundidad con el Señor Jesús. El ciego ha seguido un proceso desde las tinieblas a la luz de la fe en Jesús. Jesús nos muestra que hay dos tipos de ciegos. Al primero le faltaba la luz física de los ojos además de verse sometido al juicio sobre su culpabilidad por sus familiares y los fariseos. Un juicio donde los fariseos son los jueces, sus padres los testigos y el ciego el culpable, pues en aquellos tiempos creían que la ceguera de nacimiento era consecuencia del algún pecado cometido por su familia, pero Jesús nos dice los pecados son de los que los cometen y que la causa de que el joven sea ciego no está en él ni en sus padres, “Ni este pecó ni sus padres, sino para que manifiesten en él las obras de Dios”  Los otros son ciegos a los que les falta la vista interior de la fe. Estos son ciegos morales, que ni ven, ni quieren ver, ni quieren que otros vean. Son los que creen que ven y se cierran en sus posturas. A estos Jesús los desenmascara “Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís vemos, vuestro pecado permanece”

Que Nuestro Señor, Luz del Mundo, nos ilumine y que nosotros reflejemos esa luz.

 Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.