Domingo de la Ascensión del Señor

12/05/2024

VII Domingo de Pascua

El Domingo de la Ascensión del Señor es uno de esos tres días, que nuestras tradiciones, dicen que lucen más que el sol, hace años celebrada el jueves, la tradición decía los tres jueves que lucen más que sol, coinciden con tres fiestas muy importantes: Jueves Santo, Corpus Christi, Ascensión. Coincidiendo con esta fiesta también en nuestra comunidad parroquial nos disponemos a celebración de unción de enfermos en la misa de 12:15, completando de este modo la pascua del enfermo que comenzamos la semana pasada.

La primera lectura nos relata la escena de la Ascensión del Señor “fue llevado al cielo” y del envío a ser sus testigos “seréis mis testigos […] hasta el confín de la tierra” El salmo relacionado con la primera lectura “Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.” La segunda lectura de la carta de S. Pablo a los Efesios, nos ayuda a comprender la fiesta de hoy, se centra sobre el triunfo “está sentado a la derecha de Dios, por encima de todo y de todos” El evangelio, relacionado con la primera lectura con el mandato “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”

La primera lectura, el relato de la escena de la Ascensión, coincide con el final del evangelio de Lucas, autor también de los Hechos. Es el único autor que nos reata esta escena de la Ascensión y por dos veces, en sus dos escritos. La Ascensión supone el fin de las manifestaciones de Jesús tras la resurrección. Es su última manifestación a los apóstoles, y lo hace subiendo al cielo. El Señor estuvo instruyendo a discípulos durante cuarenta días, lo que Lucas pretende decirnos es que los discípulos necesitaron más de un día para convérsese de la resurrección, Jesús se les hizo presente durante el tiempo que consideró necesario y para completar de instruirlos sobre el Reino de Dios.

Les pide que no se alejen de Jerusalén “aguardad que se cumpla la promesa del Padre” hasta recibir el Espíritu Santo, fiesta que celebraremos la próxima semana y que el texto nos introduce en la preparación de la fiesta de Pentecostés.

En los discípulos se observa aún la preocupación política “¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?” a la pregunta Jesús responde que no toca saber el tiempo y el momento del Padre, centra la atención en la venida del Espíritu que les dotará de fuerzas para la evangelización.

La segunda lectura es muy interesante para comprender la fiesta de la Ascensión del Señor, no habla directamente de la ascensión de Jesús al cielo, pero carga todas las tintas hablando del triunfo “está sentado a la derecha de Dios” palabras que recitamos en el Credo y que predicaron los apóstoles. Es la manifestación visible del triunfo del crucificado: aquel, a quien todos pudieron verle crucificado, ahora, coronado de gloría, está en el cielo, como juez y señor de todo lo creado.

Mientras las dos primeras lecturas usan imágenes distintas para hablar de la glorificación de Jesús: ser llevado al cielo y sentarse a la derecha de Dios, en el evangelio se unen ambas “el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.” El evangelista concede más importancia al tema de la misión de los apóstoles. En comparación con Hechos, donde muestran su preocupación política acerca del reino de Israel y a la que Jesús desvía la atención a la venida del Espíritu, que les dará fuerzas para ser sus testigos en todo el mundo. Además de que en Hechos se quedan embobados mirando al cielo, en Marcos se ponen a anunciar el evangelio inmediatamente.  Marcos trata el tema de la misión en varios puntos: la orden de ir al mundo entero, el evangelio puede ser aceptado o rechazado, las señales y el poder que acompañan a los misioneros (poder de expulsión de demonios, sanación, …), se ponen a la tarea inmediatamente, y la confirmación del mensaje con las señales que los acompañarán.

La Ascensión o el triunfo de Jesús, no es para quedarse mirando al cielo. Hay que mirar a la tierra, al mundo, en el que los discípulos de Jesús debemos de continuar su misma obra, contando con la fuerza del Espíritu y la compañía constante del Señor.

Feliz domingo día del Señor y feliz semana.

VI Domingo de Pascua

05/05/2024

Hoy VI Domingo de Pascua concluimos la campaña del enfermo iniciada el pasado 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes. “Dar esperanza en la tristeza” ha sido el lema de Pastoral de la Salud para esta campaña. En las misas de este domingo celebraremos la Pascua del enfermo, oraremos con y por los enfermos, y se administrará el sacramento de la unción de los enfermos; Jesús, nuestro Maestro, nos llama a ser cuidadores y acompañantes de aquellos que Él nos pone en el camino.

En la primera lectura, observamos como la misión se extiende a los paganos, “… Dios no hace acepción de personas” es decir, se extiende a toda la humanidad, a todas las naciones, así lo manifestamos en la antífona y se repite con distintas palabras en todo el salmo: “El Señor, revela a las naciones su salvación” La segunda lectura, justifica el mandato de amarnos mutuamente diciendo “Dios es amor” y como nos lo ha demostrado. El evangelio insiste dos veces en que nos amemos unos a otros, “… como yo os he amado”

Hoy la Palabra de Dios nos ofrece dos aspectos, el primero el amor de Dios y de Jesús: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero” y “os he llamado amigos” El segundo aspecto es una pequeña partícula gramatical, un “como” del amor del Padre al Hijo y que Jesús nos entrega: “como el Padre me amo, yo os he amado” y “que os améis unos a otros como yo os he amado”

El primer domingo de Pascua leíamos parte de un discurso de Pedro ante el centurión Cornelio, hoy se cuenta la visita a de Pedro a casa Cornelio, de un pagano. Tenemos que tener en cuenta, primero que, para un judío, lo mismo que para un hindú o un musulmán, hay alimentos puros e impuros, que no deben comer según sus prescripciones; y segundo, los discípulos de Jesús se ven a sí mismo como un grupo dentro del judaísmo, y no se les pasa por la cabeza el hacer apostolado entre los paganos y mucho menos entrar en sus casas, los paganos eran considerados impuros.

En este contexto, se cuenta que Pedro tuvo una visión en donde ve bajar del cielo un mantel con toda clase de alimentos impuros y escucha una voz que le ordena mata y come, a lo que Pedro se niega diciendo que nunca ha probado alimento profano e impuro. La voz le responde “Lo que dios declara puro tú no lo tengas por impuro” Luego de esta visión, tres personas enviadas por Cornelio, llaman a la puerta de Pedro para pedirle que vaya a visitarlo, es entonces cuando Pedro comprende el sentido de la visión: no puede considerar impuro a un pagano interesado en conocer el evangelio. Pedro se pone en camino y llega a casa de Cornelio donde tiene lugar la escena que leemos en esta primera lectura de hoy.

De ella sacamos que Dios no hace distinciones, para el lo importante no es la raza, sino la práctica de la justicia. La venida del Espíritu Santo sobre estos paganos produce los mismos frutos que en los apóstoles el día de Pentecostés, hablan lenguas extrañas y proclaman la grandeza de Dios. El Espíritu Santo viene sobre ellos antes de recibir el bautismo, no se puede decir de forma más clara que el Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere.

En la segunda lectura, Juan no gasta muchas palabras para decir “Dios es amor” y “Quién no ama no ha conocido a Dios”, ese amor lo manifiesta enviando a su hijo, y lo hace cuando aún éramos pecadores. No espera a que nos convirtamos y seamos buenos pera enviarnos a su Hijo. Si la primera lectura nos dice que Dios no hace distinción entre judíos y paganos, en esta no hace distinción entre santos y pecadores.

En la segunda lectura el protagonista ha sido Dios, en el evangelio es Jesús, que demuestra su amor hasta el punto de dar la vida por nosotros, llamarnos amigos suyos, elegirnos y enviarnos. Lo que Jesús pide a cambio de esta amistad es muy curioso, ya leímos en la segunda lectura “Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios”, nos dice Jesús en el evangelio amarnos unos a otros, “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado” No nos pide amadme como yo os he amado, no piensa en él, piensa en nosotros. Es fácil engañarse diciendo que amamos a Jesús, porque no puede demostrarse ni negarse. Lo difícil es amar al prójimo. Prueba de ese amor es la entrega en cuerpo y alma, de aquellos que se entregan y se donan al cuidado de los enfermos.

Que María, salud de los enfermos y auxilio de los cristianos, interceda, nos asista y ruegue por nosotros.

Feliz domingo y feliz semana.