Domingo de Gaudete, o de la Alegría 11/12/2022
Tercer domingo de Adviento, llamado también Domingo de Gaudete, domingo de la alegría o de gozo, pues es la alegría de Dios con la que somos contagiados, alegría que brota de la fe, la esperanza y la caridad. Cristo es nuestra alegría completa. Encendemos nuestra tercera vela de la corona de Adviento y la tercera banderola muestra el mensaje para este domingo: “Me alegro en Dios mi Salvador”, que nos recuerda mucho a la última solemnidad que hemos vivido la de la Inmaculada. Seguimos preparando la venida del Señor, ya hemos presentado la cuna y parte del ajuar para la misma, hoy presentamos nuevos enseres para el ajuar.
Una síntesis de la Palabra de hoy puede quedar así: el profeta Isaías, el profeta de la esperanza, nos hace levantar la mirada al futuro para proclamar que la salvación es de Dios y que viene él mismo en persona “Viene en persona y os salvará” El salmo dirige a Dios una súplica muy confiada, pues Dios, siempre está dispuesto a hacer justicia a los oprimidos, apuesta siempre por los más débiles “El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente” En la segunda lectura Santiago nos insta a mantenernos firmes en la paciencia y la esperanza, pues el Señor está cerca “Hermanos: esperad con paciencia hasta la venida del Señor”. En el Evangelio, Juan el Bautista quiere saber quién es Jesús, que le responde remitiendo a sus obras que cumplen el plan de Dios “los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados”.
En la primera lectura, del profeta Isaías, es todo un anuncio de esperanza, como lo fue el regreso del exilio y la promesa de la restauración de Jerusalén y del Templo, en esta promesa cambian las penas por alegría, por fiesta, oímos la palabra alegría hasta cinco ocasiones, además de otras tantas referencias al gozo y al fin de las penas. Por eso el desierto, el yermo, el páramo y la estepa, que son imágenes de muerte, esterilidad y abrasamiento por el peso del calor del sol, son transformados por Dios en caminos y signos de esperanza “El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá”. Anuncia el fortalecimiento de las rodillas tambaleantes y de las manos débiles que no sirven para la guerra “Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes”. La fuerza del pueblo no está en los brazos del guerrero, de los soldados, sino en la esperanza y la confianza en Dios “Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios!”, que toma a los ciegos, sordos y cojos de su pueblo, “Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo” y los encaminará hacia Sión (Jerusalén) donde vive la justicia y la paz. Dios esta con ellos y los guía, no pueden temer nada. El Dios de Israel salva, pero sus caminos no son los de los imperios de la época como el babilonio. Isaías muestra un ambiente que ya no es de derrota, sino de alegría esperanzada, con una meta que es Sión, pero en esta travesía no la dirige un dirigente humano, sino que es Dios mismo el que se pone al frente de su pueblo. El viene en persona y salvará “Viene en persona y os salvará”.
Santiago en su carta, segunda lectura, invita a tener paciencia ante la venida del Señor, a ser constantes y no cansarnos de la vida de fe “Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca”. Nos lo muestra con una comparación con el labrador que sabe tener paciencia para que el campo de frutos a su tiempo. El labrador no se asusta si llueve o nieva, porque sabe que son cosas que incluso son beneficiosas para el campo “El labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía”. Tiene paciencia en ver crecer la cosecha, pues ha preparado el terreno, ha sembrado, ha regado, ha arrancado las malas hierbas. Santiago nos invita, con el modelo del labrador y como los profetas, a tener paciencia ante la venida del Señor, nos invita a no dejar de anunciar y esperar, aunque no veamos claro ni palpemos los resultados de nuestro anuncio y misión, nos enseña a seguir trabajando, pero sin angustias ni precipitaciones “Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor”
En el evangelio, encontramos a Juan el Bautista encarcelado que ha oído hablar de los gestos sanadores y proféticos de Jesús, pero que no sabe, que duda y por eso mismo pregunta a Jesús si Él es el esperado. Es el último de los grandes profetas y era consciente de que el Mesías estaba a las puertas. A la pregunta de Juan, Jesús responde apelando a los signos mesiánicos que anuncia Isaías, responde con las obras del Mesías que son las que atestiguan la verdad del enviado de Dios. Jesús cumple el anuncio de los profetas al llevar a termino la sanación de los enfermos, la defensa de los débiles y el anuncio de salvación, todos le oían anunciar la Buena Nueva, los pobres son evangelizados. Jesús además elogia la figura de Juan Bautista, porque, aunque pertenece a la esfera de la promesa, ha sido el gran profeta, el más grande de todos, que ha dado paso al tiempo definitivo de la salvación.
Y quisiera terminar con palabras que hemos escuchado hoy del apóstol Santiago “La venida del Señor está cerca”, y con otras tantas de San Pablo, en su carta a los Filipenses, que precisamente son las que dan nombre a este domingo de Gaudete: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. El Señor está cerca”.
Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.


