Domingo del Cuerpo y Sangre de Cristo

Corpus Christi

11/06/2023

Hoy es la Solemnidad del Corpus Christi, es una fiesta que ha arraigado hondamente desde que nació allá por el siglo XIII, es como una prolongación del misterio que nace el Jueves Santo. La Iglesia manifiesta este domingo su fe en la presencia real y verdadera de Jesús en este sacramento admirable, nos hace centrar nuestra atención agradecida en la Eucaristía como sacramento en el que Cristo se nos ha dado como alimento para el camino, haciéndonos comulgar con su propia Persona, con su Cuerpo y Sangre, bajo la forma del pan y del vino. Es la veneración pública y solemne de la Eucaristía, como memorial de la entrega pascual de Jesús, y testimonio de su victoria final, su Cuerpo y su Sangre quieren ser recuerdo permanente de lo que fue su vida, muerte y resurrección.

Las lecturas de hoy centran la atención en el compromiso del cristiano con Dios, sellado con el sacrificio del Cuerpo y la Sangre de Cristo. La primera lectura, del libro del Deuteronomio, narra como el pueblo de Israel ha sido testigo del Dios que actúa en la historia. Los liberó de la esclavitud de Egipto, los alimento con el maná y les calmó la sed con el agua que brotó de la roca, y se exhorta a no olvidarse de esto “No te olvides del Señor, tu Dios” En el mismo sentido, el salmo, ante la liberación y los cuidados de Dios el pueblo responde agradeciendo la paz y la prosperidad y sobre todo la Ley, en la que se manifiesta de manera especial la voluntad divina “Glorifica al Señor, Jerusalén” San Pablo, en su Primera carta a los Corintios, nos enseña que quienes participan de la Eucaristía entran en comunión con Cristo. Su Cuerpo y Sangre, a través del pan y del vino del altar, y que siendo muchos formamos un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo “Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo”. El Evangelio de hoy forma parte del discurso del Pan de Vida, en el texto de este domingo Jesús nos describe los efectos de la participación en la Eucaristía “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”

En la lectura del Deuteronomio, Moisés recuerda a su pueblo, cuando va a entrar en la tierra Prometida, los muchos dones que Dios les ha hecho, no solo liberándolos de Egipto, sino ayudándoles en todo su peregrinar por el desierto, sobre todo en cuanto a la comida y la bebida “No olvides al Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, […], que sacó agua para ti de una roca […]; que te alimentó en el desierto con un maná” El mana ha quedado en la memoria de Israel como el mejor símbolo de como Dios les favoreció en su viaje y que para nosotros es figura de la Eucaristía, pues así lo compara Juan en el evangelio. Por eso el salmo es un agradecimiento y recuerdo de los favores de Dios a su pueblo “Glorifica al Señor, Jerusalén; […] con ninguna nación obró así”

La carta a los Corintios, Pablo les dice lo que es la Eucaristía para él “El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo? Formamos una comunidad y precisamente en la Eucaristía es donde recibimos la fuerza para que esta comunidad crezca y se mantenga unida “siendo muchos, formamos un solo cuerpo”

El Evangelio expone dos signos de Jesús, en el primero rememora el episodio en el que Dios alimenta a su pueblo con el maná, el segundo recuerda el paso del mar Rojo y revela que Jesús es superior a Moisés porque no separa simplemente las aguas del mar, sino que las domina caminando sobre ellas. Jesús se identifica con el pan, un pan que baja del cielo como el maná del desierto, pero este pan de Jesús da vida para siempre mientras el que come el maná sacia el hambre puntualmente, vuelve a tener hambre “no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron”

Los judíos no comprenden esta revelación de Jesús, se escandalizan e interpretan literalmente las palabras de Jesús, “Disputaban los judíos entre sí: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne?” dando a entender que nos convertimos en antropófagos o algo parecido. Esto da pie a que Jesús explique lo que ha querido decir con el fin de conducirlos a una comprensión más profunda del misterio de su persona.

Hasta siete veces habla Jesús de comer/beber su cuerpo y Sangre, lo que significa alimentarnos de Él, Jesús promete que quien se alimente de este pan bajado del cielo la resurrección final, la permanencia en Dios y la vida eterna. Comer y beber a Jesús es un gesto tan fuerte que no abraza solo esta vida, sino va más allá, implica la vida eterna “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”

Señor, que por medio de la Eucaristía seamos miembros activos de tu pueblo y testimoniemos con nuestras vidas la alianza de Amor que has realizado en cada uno de nosotros.

Feliz domingo de la Santísima Sangre y Cuerpo de Cristo y feliz semana.

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