XIV Domingo Del Tiempo Ordinario

09/07/2023

Este XIV domingo del tiempo ordinario, la Palabra de Dios nos ofrece una luz amable y un bálsamo para nuestra vida a veces ajetreada y complicada. Precisamente las lecturas de hoy, además de recordarnos, sobre todo la primera lectura, al Domingo de Ramos, estas nos invitan a alegrarnos en Dios, con sencillez de corazón y a confiar en Él. Jesús nos ofrece alivio y descanso.

El profeta Zacarias exhorta Jerusalén para que se alegre y contemple la llegada del Mesías “¡Salta de gozo, Sion; alégrate, Jerusalén!”, cuyas credenciales son la justicia, la victoria, la mansedumbre y la no violencia, como manifiesta su humilde cabalgadura, un pollino, el cual inaugurará el reinado de la paz. Así canta el salmista la grandeza de Dios y la gloria de su reinado “Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey” Pablo no describe, en la carta a los Romanos, la identidad de los que creen en Jesús, a los que ya no los anima la carne, principio de muerte, sino el Espíritu, principio de vida “Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu”. Y el Evangelio nos trae un himno de alabanza y de bendición a Dios Padre, a quien Jesús llama “Señor de cielos y tierra”  

La primera lectura, del libro del profeta Zacarías, es un pasaje lleno de alegría y entusiasmo que nos prepara para escuchar en el Evangelio, de como el yugo del Mesías, Cristo Jesús, es suave y llevadero. Zacarías invita el pueblo a alegrarse, a cantar a su Dios, que envía un rey victorioso, pero humilde, que librará de toda esclavitud y guerra. Describe a ese rey cabalgando en un asno, que es como los evangelios describen a Jesús entrando en Jerusalén el Domingo de Ramos “Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna”. Por eso el salmo también expresa sentimientos de paz y alabanza “Día tras día, te bendeciré” y hace un retrato de Dios como “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas”

San Pablo, a los que por el bautismo han entrado a formar parte de la comunidad de Cristo Jesús, le dice que tienen que vivir una vida nueva, lejos de todo pecado. Repite aquí el binomio, con en otros escritos suyos, Espíritu-carne. Vivir guiados por el Espíritu de Jesús nos lleva a un estilo de vida. Según la carne, nos aleja de ese estilo de vida que Cristo Jesús quiere para nosotros “si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis”.

En el evangelio, Mateo, no solo nos dice que Jesús rezaba, sino también el contenido de esa oración de acción de gracias dirigida al Padre, seguido de una afirmación de la relación existente entre ambos, terminando con una exhortación a los cansados y agobiados.

Jesús dirige una oración de alabanza a Dios, a quien llama Padre, Abba, Señor del cielo y de la tierra. Él es el dueño de la creación, y la causa de la alabanza es haber escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las ha revelado a los sencillos, a los que viven desde la humildad de la pobreza de espíritu, a los considerados insignificantes por los poderosos, así le pareció bien a Dios “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien”.

Jesús habla de la relación que existe entre Él y el Padre, pues el señorío sobre el cielo y la tierra que pertenecen al Padre es también del Hijo. Esta estrecha relación implica un mutuo conocimiento mutuo “nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo” la relación queda ampliada a aquellos a quienes el Hijo lo da a conocer “y a aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”

Por último, se dirige a un grupo que define como los están cansado y agobiados. Les invita a ir a él para encontrar descanso “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” al mismo tiempo los exhorta a cargar con su yugo y a aprender de Él, pues su yugo es su Palabra y su ley basada en el amor, por eso afirma Jesús que su yugo es suave y su carga ligera, una carga que se puede llevar con la fuerza y la ayuda del Espíritu. Seguir a Jesús conlleva esfuerzo, compromiso, sacrificio, pero nada por encima de nuestras capacidades.

Escuchemos al Señor que nos invita “venid a mí”, nos propone seguirlo, pues solo Él la carga alivia, el yugo libera y el corazón descansa. Experimentemos que la dicha de ese encuentro depende de nuestra respuesta.

Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.

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