Solemnidad de Cristo Rey  

26/11/2023

Terminamos el año litúrgico con la Solemnidad de Cristo Rey. El domingo próximo con el Adviento, iniciaremos un nuevo ciclo litúrgico, iniciaremos un nuevo espacio o proceso celebrativo, que nos hará participar un año más de la gracia de la salvación, y lo haremos de la mano del evangelista Marcos, que corresponde al ciclo litúrgico B. Pero antes de meternos de lleno en este nuevo ciclo, concluimos este ciclo con nuestra mirada puesta en Jesús como Rey del Universo, mirando al futuro de la historia y viendo nuestra propia historia como un proceso del Reino que se va gestando y madurando en cada uno de nuestros días hasta el final de los tiempos.

La primera lectura, del libro de Ezequiel, expresa el hartazgo de Dios hacia los malos pastores augurándoles un juicio, al mismo tiempo anuncia el pastoreo amoroso del mismo Dios para con su pueblo “Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré”. Este cuidado esmerado de Dios hacia su pueblo hace que nos dirijamos, como el salmista, en actitud orante a Dios como pastor “El Señor es mi pastor, nada me falta” La segunda lectura, sacada de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios, nos dice que Dios es el rey y que el enemigo a vencer es la muerte “El último enemigo en ser destruido será la muerte” que con la Resurrección de Cristo ha quedado definitivamente vencida. Mateo en el evangelio nos presenta el pasaje del juicio final donde seremos juzgados por como hemos actuado en vida “¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel?”.

El profeta Ezequiel nos dice que Dios se presenta a sí mismo como un Pastor Bueno que apacienta a sus ovejas, las busca y recoge si se dispersan, las libras de los peligros que puedan correr, las venda y cura si están heridas “Yo mismo apacentaré mis ovejas”. Al mismo tiempo contiene una queja muy dura de Dios contra los malos pastores, contra los gobernantes, los revestidos de poder, porque han faltado a sus deberes y han incumplido las funciones de guiar al pueblo. Dios le echa en cara su culpa y anuncia que le quitará al pueblo. Él mismo cuidará, apacentará, alimentará y proveerá sus necesidades a su rebaño como rey y Mesías, el mismo juzgará al rebaño “Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío”. Algo parecido nos contará Jesús en el evangelio con el pasaje del juicio final. El salmo no puede ser más apropiado para las lecturas de hoy, alaba la actitud amable y desinteresada del pastor que conduce a las fuentes de agua y repara las fuerzas, prepara la comida en la mesa y unge la cabeza de alegríaMe conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

En la segunda lectura San Pablo destaca estas palabras como un canto a la realeza de Cristo, relacionando su soberanía con la resurrección y la victoria sobre el pecado y la muerte. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida “Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección”. Nos da idea de cómo será el juicio final, el final de los tiempos, que tendrá un determinado orden, primero resucitará Cristo como primicia, luego los que son Cristo. Al final Cristo volverá su Reino a Dios Padre, serán aniquilados todos los enemigos, el último de ellos la muerte “Dios todo en todos”

El Evangelio es el pasaje llamado del juico final, que cierra todo el discurso escatológico de Jesús. Describe el juicio de una manera muy popular: un rey que hace de juez colocando unos a la derecha y otros a la izquierda, separa a los buenos de los malos, simbolizados en la imagen de las ovejas y las cabras. El criterio para el juicio no es si pertenecemos a un pueblo o grupo determinado, sino cómo hemos actuado en la vida, si hemos cuidado de los necesitados y de los pobres. El juicio o mejor las preguntas del examen versarán sobre la caridad, y ya nos ha dado la respuesta correcta a la pregunta ese examen final. Durante sus enseñanzas, Jesús, nos ha inculcado y enseñado los medios para salir victoriosos en la prueba final de la vida, y presentarnos a ese examen frente a Él, como Rey del Universo. Ahora tan solo queda que nosotros respondamos al examen, no con palabras sino con obras, con obras de misericordia. Aprobaremos o suspenderemos según nuestra respuesta: conmigo lo hicisteis o tampoco lo hicisteis conmigo. Jesús crucificado experimentó el hambre, la desnudez, la soledad, el dolor, Rey y Señor que se identifica con los pequeños y los pobres, vive escondido y oculto en sus hermanos más pequeños “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.

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