08/12/2023
En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción recordamos que esperamos la venida del Hijo de Dios, protagonista de nuestra fe y de nuestra alabanza. Recordamos que Dios puso junto a Cristo a su Madre, la que le esperó, la que le dio a luz, la que lo mostro a los demás. En la Madre es donde comienza a realizarse el misterio de la Encarnación del Hijo. Es la fiesta del comienzo, así como la fiesta de la Asunción es la del final, de la plenitud pascual cumplida en María, Madre del Salvador. En ambas fiestas María aparece como el modelo y figura de lo que es el destino de todos nosotros que formamos la comunidad eclesial, la Iglesia.
En la primera lectura, del libro del Genesis, Dios crea al ser humano libre, con la posibilidad de negarse a cumplir la voluntad de su Creador. Pero precisamente la caída del hombre en el pecado da lugar a la historia de la salvación, en la que Dios es protagonista, pero contara con la disponibilidad de una joven, María. La salvación que nos llega de Dios se ha hecho presente entre nosotros, por eso en el salmo cantamos la de gracia, la fidelidad y lealtad del Señor. S Pablo entona un himno, en la carta a los Efesios, donde canta que el destino de la humanidad no está perdido, sino que ahora es de salvación, y todo por pura gracia, puro don. En el Evangelio saludamos a María como la llena de gracia, con quien está el Señor, Inmaculada donde morará el Señor “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”
El primer libro de la Biblia, el libro del Génesis, cuenta, de manera mítica, el origen del mundo y la humanidad, afirmado que el inicio de todo es iniciativa de Dios. En la lectura de hoy, leemos las consecuencias del primer pecado de la humanidad, que ha quedado herida. Es expresivo el diálogo entre Adán y Eva. Adán echa la culpa a Eva, Eva a la serpiente, y la serpiente recibe de Dios el castigo de tener que arrastrarse por tierra, así como las consecuencias que el pecado tiene para la humanidad. Pero Dios no cierra la puerta, precisamente en el momento de esta primera caída, anuncia la salvación, “Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón” esto es lo que llamamos Protoevangelio, primer Evangelio, primera Buena Noticia, en el que aparece ya una mujer en el horizonte de la salvación, María como madre de los vivientes que obedeció a Dios y no como Eva que lo desobedeció. El salmo es todo un cantico a la salvación que se nos ofrece ya desde el principio de la humanidad “Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”
La segunda lectura es un himno lleno de entusiasmos en donde se muestra la iniciativa de Dios en la historia de la salvación y nuestra respuesta de alabanza. Bendecimos a Dios porque Él no ha bendecido con toda clase de bendiciones. En estas bendiciones se produce un doble movimiento de bendiciones: unas descendentes y otras ascendentes. Bendiciones descendentes desde Dios, y ascendente hacia Dios, ambas se encuentran y recapitulan en la persona de Nuestro Señor, de Jesucristo. Estas bendiciones que nos ha hecho Dios consisten en que hemos sido destinados a ser sus hijos, sus herederos con Cristo “Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado” Es de tal envergadura esta bendición que Dios no ha hecho, que todas las tardes en el rezo de vísperas leemos y cantamos este himno.
El evangelio de hoy, el relato de la anunciación, centra nuestras miradas en Gabriel y María, haciendo que pase desapercibido el responsable todo el acto, Dios Padre, el cual queda como opacado en el diálogo entre el ángel y María. Es Dios quien envía a Gabriel una misión que hace posible una historia de amor, pues en ella queda patente que Dios quiere con locura al hombre, hechura a su imagen y semejanza, que el mismo decide hacerse uno de nosotros, hacerse hombre, sintiendo, pensando, trabajando, obrando, amando con corazón de hombre.
Gabriel no es enviado a Jerusalén, ni al templo, ni al palacio de Herodes el Grande, ni del emperador Augusto en Roma, sino a una insignificante ciudad llamada Nazaret. Allí tendrá que ir Gabriel con la misión de transmitir un mensaje de parte de Dios, a una joven muchacha llamada María, desposada con José, descendiente de David, el cual tenía que ganarse la vida como obrero, situación social similar a la de los pastores, los últimos del escalafón social. Dios, como nos ha mostrado a lo largo de la historia, siempre escoge lo débil de este mundo para llevar a cabo su plan. Los planes de Dios siempre nos sorprenden, aunque no siempre nos resultan evidentes.
Gabriel lo primero que hace es saludar a María, “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”, pero como Gabriel no lleva vestido resplandeciente, ni alas, ni plumas, como nuestra imaginación y los artistas lo pintan, María queda desconcertada, asustada, turbada, ante un desconocido. María no sabe que pensar ni que decir, si habla en serio o en broma, si la está saludando o amenazando. Gabriel la tranquiliza, “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios” justificando aún más el saludo anterior. Gabriel anuncia que concebirá y dará a luz un hijo, que su nombre será Jesús, que será grande, se llamará Hijo del Altísimo, Dios le dará el trono de David su padre, “para que reine en la casa de Jacob por siempre y su reinado no tendrá fin”
María no entiende la concepción, pues está comprometida con José, pero no mantiene relaciones ni con él ni con ningún otro ¿cómo va a quedar embarazada? Gabriel la tranquiliza dándole una solución aparentemente imposible: “porque para Dios nada hay imposible”
Dejémonos cautivar por Dios, oigamos su llamada y acojamos su voluntad como María. Continuemos preparándonos para la venida del Señor.
Feliz día de la Inmaculada.


