III Domingo de Adviento, Gaudete 17/12/2023

Llamamos a este III Domingo de Adviento, domingo de Gaudete, que quiere decir estar siempre alegres, alegraos en el Señor. El motivo de esta alegría es que el Señor está cerca, encendemos la tercera vela de la corona de adviento, que aumenta nuestra esperanza y alegría porque nos anuncia la cercanía del Señor. En nuestra tercera banderola destacamos el mensaje “Que su mirada te mueva” y notamos también que el color litúrgico es algo diferente, el color morado se relaja, que se torna más suave, toma un tono rosado, como símbolo de esa alegría, del gozo por la cercanía del Señor.  La reforma de nuestro interior, la conversión, nos va llevando al encuentro con el Señor, que ya está cerca, que viene a nuestros corazones y a nuestras vidas.

La primera lectura del profeta Isaías nos recuerda al inicio de ministerio de Jesús, es el texto que lee en la sinagoga de Nazaret, su primera homilía, en la que declaró que se cumplía en su propia persona “el Señor me ha ungido”. El Magnifica sustituye al salmo en esta ocasión “se alegra mi espíritu en Dios”, mientras en la segunda lectura S. Pablo nos anima a estar siempre alegres, a perseverar y ser constantes hasta la venida de Nuestro Señor “estad siempre alegres”. El evangelio nos invita a allanad los caminos, a hacer posible el nacimiento de Dios en el corazón de todos “allanad el camino del Señor”

Este texto de Isaías se divide en dos partes, la primera es le toco leer a Jesús en la sinagoga al comienzo de su ministerio “El Espíritu del Señor está sobre mi” y de su misión “me ha enviado” a anunciar la buena noticia a los necesitados, sanar, curar, proclamar un tiempo de gracia del Señor. La segunda parte es una alabanza, el profeta profiere con fuerza un grito de alegría “desbordo de gozo en el Señor, me alegro con mi Dios”, pues después de anunciar todo su proyecto, Dios quiere que todos estén alegres y que haya justicia en el mundo. El Magníficat, en labios de María, usa palabras similares para proferir esta misma alegría “se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”  

San Pablo, en la segunda lectura, tomada de su Primera Carta a los Tesalonicenses, comienza con la misma forma, animando a la alegría “Estad siempre alegres”, nos invita a ser constantes en la oración, en la acción de gracias, con actitud positiva en la vida, apreciando lo bueno y rechazando el mal, de manera que nos presentemos sin reproches ante la venida del Señor.

El evangelio nos invita a descubrir las semejanzas y las diferencias entre Juan el Bautista y Nuestro Señor “en medio de vosotros hay uno que no conocéis”, las cuales podemos resumir en: voz y palabra, bautismo de agua y de espíritu, y misión. Juan no es el Mesías “Yo no soy el Mesías”, sino su precursor, no es la luz sino testigo de la luz “No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz”, enviado a preparar el camino al Mesías.

Mientras Juan es la voz que clama, anuncia la llegada, y que pasa, Nuestro Señor es la Palabra que permanece. Nosotros estamos llamados a ser precursores del Señor, a preparar sus caminos. Juan bautizaba con agua, pero como el mismo dice viene otro tras de mi que bautiza con fuego. Mientras el agua limpia, quita la suciedad, el fuego transforma. Mientras el bautismo de Juan es para el arrepentimiento, el bautismo de Nuestro Señor nos otorga la gracia, nos transforma en nuevas criaturas. La misión de Juan era buscar en nosotros el arrepentimiento, la misión del Señor es que pongamos nuestra confianza en la gracia que Dios nos da a través de Nuestro Señor.  

Feliz domingo día del Señor y feliz semana.

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