20/01/2024
Cuando nos ponemos bajo la protección de un santo es porque encuentra en él un modelo al que desean imitar en su forma de vivir la fe, y eso es lo que ocurre a los ciudadanos de nuestro municipio Alhaurín de la Torre. La Iglesia nos trae hoy la memoria de San Sebastián, patrón de nuestro pueblo, también es titular de nuestro templo y que junto con la Inmaculada Concepción da nombre a la parroquia. Por eso para nosotros el día de hoy tiene el tono festivo de solemnidad.
San Sebastián tiene algunos rasgos nos ayudan a ser auténticos y verdaderos testigos del Señor, nos fijaremos en tres de esos rasgos, que tiene en común la valentía de nuestro santo patrón.
Como primer rasgo, tenemos su disposición para Dios, para dar testimonio del Señor. La tradición nos cuenta que era un militar de alto rango, muy valorado, pero lo que de verdad adquirió valor en S. Sebastián fue su fe, ayudó a sus hermanos cristianos, atendió a los pobres y menesterosos, no escatimó recursos ni esfuerzos a la hora de auxiliar a los cristianos, sobre todo a lo que estaban encarcelados, sin importarle el peligro que ello suponía “No renunciéis, pues, a vuestra valentía” como nos dice la carta a los Hebreos. Esta disponibilidad generosa de nuestro patrón se convierte hoy en modelo para todos nosotros. Al celebrar el día de S. Sebastián adquirimos el compromiso de identificarnos en cierto modo con él, es decir, estar para lo que Dios disponga.
El segundo rasgo, nos lo da San Ambrosio el cual decía de San Sebastián que durante las persecuciones que sufrieron los cristianos en tiempos de Diocleciano y Máximo. S. Sebastián se mantuvo firme en su fe, lo cual manifestó de forma pública. Por mandado, todos los habitantes del imperio, tenían que ofrecer sacrificios y dar culto a las divinidades impuestas. S. Sebastián se negó a hacerlo y no temió manifestar públicamente su fe exclusiva en el Señor “yo confío en el Señor” dice el salmo de hoy en una de sus estrofas. San Sebastián habla hoy a nuestro corazón, amparado en el amor de Dios y convencido de que nada vale más la pena que dejarse amar por el Señor y vivir amando como Señor nos amó. Y así debemos cultivar los cristianos de este tiempo las relaciones, los gestos, los intereses, desde un corazón limpio y puro que no albergue dobles intenciones, sino que sepa latir al compás del corazón del hermano con humildad y generosidad por amor a Cristo.
Y el último rasgo que destacamos es que San Sebastián llevó hasta las últimas consecuencias su amor a Cristo. Podemos decir nuestro patrón murió dos veces, primero asaeteado y finalmente azotado y apaleado hasta morir “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo” cumpliéndose en S. Sebastián lo que dice Jesús en el evangelio de hoy. Es nuestro patrón, un hombre bien posicionado, socialmente aceptado y económicamente holgado, incluso acomodado, podríamos decir que vivió una vida envidiable para los parámetros de su tiempo. Tiene autoridad, reconocimiento, riquezas, y sin embargo todo eso pasa a un segundo plano porque para él la vida es otra cosa, es Cristo, como lo manifestó también S. Pablo “Porque para mí el vivir es Cristo”. Después de descubrir a Cristo, los criterios con los que vivió S. Sebastián cambiaron, al igual que han cambiado en muchos de nosotros que nos hemos encontrado con el Señor, y que cambiará en aquellos que se encuentren con Él.
Hoy vivimos en unos criterios, en un paradigma o modelo social, económico y cultural en el que lo que prima es lo inmediato y lo caduco. Vivir la fe es vivir en el convencimiento de que lo efímero de nuestro mundo no es lo que marca el camino de la plenitud; lo caduco, que da alegrías y satisfacciones temporales e inmediatas, no colma el corazón del hombre, que está hecho para deseos más grandes, para el Amor. Así como San Sebastián entendió y aceptó el designio de Dios sobre su vida, así también nosotros vivamos este tiempo, proclamando a Cristo resucitado, fundamento de nuestra esperanza; acompañando a cada persona y hermanos nuestros en sus necesidades y circunstancias concretas, y orando confiadamente a Dios.
Que la intercesión de los santos y de santa María, Reina de los mártires, nos ayude a progresar en la fe, y que la intercesión de nuestro patrón, San Sebastián, mantenga viva a la Iglesia en la alegría de la fe, la firmeza de la esperanza y en la caridad.
Feliz día de S. Sebastián.


