III Domingo Del Tiempo Ordinario

21/01/2024

El pasado jueves 18 comenzó la semana de oración por la unidad de los cristianos y que concluirá el próximo viernes 25, el lema para este año es “Amarás al Señor, tu Dios. Y a tu prójimo como ti mismo” (Lc 10,27) y a la cual estamos todos invitados a orar juntos. Este domingo III domingo del tiempo ordinario es el V Domingo de la Palabra de Dios y cuyo lema es “Permaneced en mi Palabra” (Jn 8,31), un hecho muy llamativo en la historia del pueblo de Israel es constatar que el vehículo privilegiado con el que Dios se dirige al pueblo y a cada uno, es el de la palabra. Decir que Dios usa la Palabra equivale a afirmar que Dios habla, es decir, Dios sale del silencio y en su amor se dirige a la humanidad.

En la primera lectura Jonás anuncia el mensaje salvador de Dios, su mensaje es escuchado y el pueblo se convierte “les anunciarás el mensaje”. Convertirse es cambiar de ruta, entrar en el camino recto, por eso en el salmo pedimos al Señor que nos enseñe sus caminos “Señor, enséñame tus caminos” Por su parte Pablo, en la primera carta a los Corintios, nos pide desprendimiento y libertad interior, no tomar las cosas como si fueran valores absolutos, sino “Transparentar con la vida individual y común el acontecimiento de Jesucristo”. En el Evangelio, escuchamos de la mano de Marcos, la llamada a cuatros de sus discípulos “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”.

La predicación de Jonás y la respuesta de los habitantes de Nínive a su mensaje, nos anticipa la demanda de conversión que acompaña al mensaje de Jesús “Convertíos y creed en el Evangelio” es una llamada a la necesidad de conversión. Lo que el libro de Jonás subraya es que Dios llama a la salvación a todos los pueblos, y que los paganos a veces responden mejor a la conversión que los miembros del pueblo elegido, los judíos. El salmista, además de pedir humildemente a Dios que l enseñe sus caminos, remarca la bondad misericordiosa del Señor tal y como demostró en Nínive “Recuerda, Señor, que tu ternura y misericordia son eternas”

Pablo nos trae un mensaje de esperanza y consuelo: el mundo, tal y como aparece ante nuestros ojos, con su sumisión al pecado y a la muerte, está marcado por la proximidad de Dios. A nosotros, como cristianos, se nos pide que estemos vigilantes ante todas las realidades de nuestro mundo, asumiendo la perspectiva del “como si no” que repite hasta cinco veces pues “la representación de este mundo se termina”. Nos llama a no absolutizar las realidades en las que estamos inmersos, pero vivamos todas estas realidades y todo estado de vida participando de ellas de tal manera que muestren el señorío que Cristo ejerce sobre ellas.

Marcos nos sitúa al comienzo del ministerio y predicación de Jesús, dándonos unas coordenadas de este inicio, que bien puede responder a tres preguntas: ¿qué? ¿cuándo? y ¿dónde?. El que, “proclamar el Evangelio de Dios” El cuándo “Después de que Juan fue entregado”. Y dónde “Jesús se marchó a Galilea”

A diferencia de Juan el Bautista, Jesús no se instala esperando a que la gente venga a él. Jesús se dedica a recorrer los pueblos y aldeas de Galilea anunciando el Reino de Dios vinculando a este anuncio una invitación a convertirse y creer en la buena noticia. Convertirse implica volver a Dios y cambiar o mejorar la conducta, la imagen que mejor puede definir la conversión y el cambio de conducta es la del hijo prodigo: abandona la casa paterna y termina derrochando su fortuna, se arrepiente, vuelve a su padre y cambia de vida. Jesús nos invita también a creer en la buena noticia del Reino de Dios.

Marcos nos relata como Jesús llama a Pedro y Andrés que están a la orilla tirando de la red. Jesús no los invita a seguirlo, sino que se lo ordena “Venid en pos de mi” y les ofrece un nuevo trabajo, una nueva profesión “os haré pescadores de hombres”

Los maestros rabinos, a diferencia de Jesús, tenían discípulos, pero estos no eran llamados; los discípulos de los rabinos llegaban a superar a sus maestros y crear sus propias escuelas convirtiéndose ellos mismo en rabinos y maestros. Sin embargo, los discípulos de Jesús nunca superaran a su Maestro.

El llamamiento de los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, se produce de forma similar, con un imperativo venid, pero estos, a diferencia de Pedro y Andrés, están remendando las redes junto a su padre y otros jornaleros. La característica de este llamamiento, es que no dejan atrás solo unas redes, sino que dejan atrás a su padre, la barca y las redes, abandonaron a su padre en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él, “dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de Él”

En aquellos tiempos se distinguían tres grupos de pescadores: los que poseían barca y redes, los que sólo tenían redes y los que no tenían nada y trabajaban como jornaleros. Santiago y Juan pertenecían al primer grupo, Pedro y Andrés al segundo. Con ello Marcos quiere indicar que independientemente de la posición económica es clara la radicalidad del seguimiento. Además, estos simples pescadores, no necesitan haber estudiado con los mejores rabinos, los maestros universitarios de la época, ni que sepan toda la Torá de memoria, basta con que quieran seguirlo renunciando a todo.

En contraste con la primera lectura, la conversión de los habitantes de Nínive gracias a la predicación de Jonás se produce por que asusta con la destrucción de la ciudad, mientras, Jesús predica anunciando y animando con la cercanía del Reino de Dios. Jonás no enseña. Solo amenaza en cambio Jesús proclama el Evangelio de Dios, nos enseña a caminar por el camino de Dios como cantamos en la antífona del salmo “Señor, enséñame tus caminos”

Que el Señor nos muestre sus caminos y que estemos atentos a su llamada.

Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.

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