XVII Domingo Del Tiempo Ordinario

28/07/2024

Domingo XVII del Tiempo Ordinario, que coincide este año con IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores cuyo lema para este año, es la invocación de un anciano que relata su historia de amistad con Dios: “En la vejez no me abandones” (Sal 71,9).  Con este lema, el papa Francisco, pretende subrayar cómo la soledad es, lamentablemente, la amarga compañera en la vida de tantos mayores que, a menudo, son víctimas de la cultura del descarte.

Una síntesis de las lecturas puede ser esta: en la primera lectura, el profeta Eliseo, pide que el pan de las primicias, los primeros frutos de la cosecha destinados a Dios, se entregue a la gente, exhorta a confiar en Dios y repartir “Dáselo a la gente y que coman, porque así dice el Señor: Comerán y sobrará”. En consonancia con esta lectura y el evangelio, el salmo invita a alabar a Dios por su generosidad, por el eso entonamos “Abres tu mano Señor y nos sacias” En la segunda lectura, el apóstol Pablo exhorta a mantener la unidad por encima de todo, un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo “Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu”. El evangelio es el relato de la multiplicación de los panes y los peces, compartidos, signos de fraternidad “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió”

La primera lectura, Eliseo, discípulo sucesor de Elías, multiplica los panes, y nos prepara para escuchar la multiplicación que realizó Jesús. Ambas lecturas tienen muchos paralelos, destaca, sobre todo, la desproporción de la cantidad de comida disponible y el gran número de comensales, y que, en ambos casos, después de la comida, sobra pan. Dios promete que “Comerán y sobrará”, en el evangelio sobraron doce canastas de pan. Por eso el salmista a alabar y dar gracias a Dios “tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente”

En la segunda lectura, de la carta a los Efesios, Pablo nos invita a que seamos perseverantes en la vocación a la fuimos llamados “os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados” Destaca la unidad que debe de haber entre todos: un solo cuerpo, un solo Espíritu, un Señor, una fe, un Bautismo, un Dios Padre de todos. “Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos” Se nos invita a ser humildes y amables unos con otros, sobrellevándonos con amor.

Dejamos al evangelista Marcos durante las próximas cinco semanas, en las cuales estaremos acompañados por el evangelista Juan. Hoy comenzamos con la primera parte del capítulo 6, la multiplicación de los panes, con el que se abre el discurso del Pan de Vida.

Mientras en los otros evangelistas son los apóstoles los que reparten el pan y los peces, en este de Juan, es el mismo Jesús quien se encarga de esta tarea., al final sobren doce canastas símbolos de las doce tribus de Israel y de los doce apóstoles, al mismo tiempo que es símbolo de abundancia. Un relato cargado de mucho significado, el pueblo de Israel, junto con su líder Moisés, cruzan el mar y en el desierto reciben el maná, Jesús atraviesa el mar de Galilea, la gente le sigue, les da de comer. El entusiasmo de la gente hace que interpreten, este signo o milagro, una vez más, en calve de mesianismo político. Jesús tiene que huir pues su finalidad es el mesianismo espiritual, inaugurador del Reino de Dios.

Jesús se compadece de la multitud y del hambre que tienen, por eso, además de anunciarles la Palabra que viene de Dios, les multiplica también el pan material. Una lección para todos los discípulos de todos los tiempos. En el encargo de “dadles vosotros de comer” entra nos solo el poder de Dios, sino también la colaboración humana. En el caso de Eliseo en la primera lectura, y también de Jesús, hay personas generosas. En la primera lectura no ofrece veinte panes de cebada, y Dios hace el resto. El joven del evangelio ofrece cinco panes y dos peces, Jesús los bendice y multiplica. Con ello quiere el evangelio enseñarnos que Dios no desestima la aportación humana, al contrario, a partir de ella, realiza el milagro de la multiplicación.

Todos los cristianos estamos llamados colaborar con esa multiplicación de los panes, unos con su tiempo, otros con su trabajo, con su aportación económica “harían falta 200 denarios, dice Felipe”. Pues demos generosamente, de esos cinco panes y dos peces que tenemos, compartamos nuestro tiempo: con los ancianos que se deprimen por la soledad, por la usencia y el olvido de sus de familiares. Seamos generoso con el tiempo para dedicar a los enfermos, a los que están en la cárcel, a los inmigrantes, a los pobres que necesitan “pan…” en definitiva a todos los que necesiten démosles.

Feliz domingo día del Señor y feliz semana.

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