XXXI Domingo Del Tiempo Ordinario

03/11/2024

Vamos adentrándonos en los últimos domingos de este ciclo litúrgico, hoy Domingo XXXI del Tiempo Ordinario el tema fundamental de la liturgia es la misericordia de Dios, consecuencia del amor que Dios tiene a todos los seres.

Una síntesis de las lecturas puede quedar de esta manera, en la primera lectura oímos la Shemá Israel, la oración fundamental del pueblo hebreo “Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo” El salmista canta “yo te amo Señor, tú eres mi fortaleza” cumpliendo el mandamiento que hemos oído en la lectura del Deuteronomio. La carta a los Hebreos culmina con el sacerdocio supremo de Cristo, siendo este el sacerdote que “nos convenía” y que “permanece para siempre” Marcos, en el evangelio nos narra el diálogo de Jesús con un escriba que pregunta que mandamiento es el primero de todos, la repuesta de Jesús es clara, no solo es amar a Dios, Shemá Israel, sino también amar al prójimo “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”

El libro del Deuteronomio, que significa segunda ley, contiene tres grandes discursos de Moisés al pueblo de Dios, la lectura de hoy pertenece al segundo discurso. Moisés quiere asegurarse que su pueblo, cuando entre en la tierra prometida, seguirá siendo fiel a la Alianza que sellaron con Dios en el Sinaí, en el desierto a la salida de Egipto. Para ello, el pueblo ha de ser fiel a los mandamientos de Dios “observando todos sus mandatos y preceptos” que da origen la oración fundamental del pueblo de Israel la Shemá Israel, un credo muy sencillo que suena de esta manera en hebreo “Adonai Elohenú, Adonai Ejad” que destaca sobre todo el mandamiento del amor a Dios, que citará Jesús en el evangelio “amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” el salmo muestra claramente como el salmista quiere cumplir ese mandato, encuentra en Dios su peña, su refugio, su fuerza, su baluarte… “Viva el Señor, bendita sea mi roca”

El domingo pasado leímos en la carta a los Hebreos lo que tenían de común los sacerdotes del Templo con Cristo, ahora en este domingo llega al momento culminante Cristo es el Eterno y Sumo Sacerdote, mientras los sacerdotes del Templo tenían que ofrecer sacrificios por ellos mismo y su sacerdocio terminaba con la muerte, el sacerdocio de Cristo no pasa es para siempre y no necesita ofrecer sacrificios por si mismo, lo hizo una vez para siempre ofreciéndose a si mismo en la cruz “Nuestro Sumo Sacerdote es santo, inocente y sin mancha”. La ley hace sumo sacerdotes a hombres imperfectos y lleno de debilidades, en cambio Dios consagra al Hijo perfecto para siempre, que consigue la perfección y la salvación para toda la humanidad.

Marcos en el evangelio, narra como se acerca a Jesús un escriba, de buena manera y no con intención de comprometer a Jesús. El escriba pregunta por cual es primero y principal de los mandamientos, Jesús contesta que ese principal mandamiento son dos. El primero amar a Dios, para lo que se sirve del pasaje de la primera lectura que hemos leído hoy, del libro del Deuteronomio. Jesús añade otro a este mandamiento, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, ante esta repuesta el escriba elogia a Jesús “Muy bien Maestro” añadiendo que esos mandamientos “valen más que todos los holocaustos y sacrificios” lo que lleva también a Jesús a elogiar al escriba “no estás lejos del Reino de Dios”

También nosotros debemos elogiar al escriba, pues su pregunta, fue ocasión para aclarar, y también para beneficio nuestro, de conocer y saber cual el principal y más importante de los mandamientos. La consigan de Jesús es un amor en dos direcciones: a Dios y al prójimo. Amar a Dios significa amar lo que Él ama, y si hay algo que ama Dios es su creación y en ella a su obra maestra, el hombre, nuestro prójimo. Es el segundo va mucho más allá, pues se trata de amar al otro como si mismo. Jesús ha unidos los dos mandamientos en uno, el Shemá Israel del Deuteronomio, y el amaro al prójimo que lo encontramos en libro del Levítico “No mandamiento mayor que estos” Ser seguidor de Jesús son las dos cosas juntas, amar a Dios y al prójimo. Si amamos a Dios, debemos amar al que Dios ama: al hombre.

Feliz domingo, día del Señor, en el que seguimos pidiendo por los damnificados y victimas de las inundaciones. Feliz semana.

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