II Domingo Del Tiempo Ordinario

 19/01/2025

Nos encontramos en Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, la alegría de la Navidad aún resuena en nuestros corazones, acabamos de celebrar el nacimiento de Jesús, luz del mundo. Hoy la Palabra de Dios nos invita a profundizar en el misterio de su manifestación al mundo. El nexo de las lecturas es la manifestación de Jesús como el Mesías que trae la alegría y la abundancia del Reino de Dios Es también el domingo de la infancia misionera cuyo lema para este año es “Comparto lo que tengo”

En la primera lectura, Isaías, describe la renovación de Jerusalén como la “Desposada del Señor”, prefigurando la nueva alianza que Jesús instaura. El salmo responsorial nos invita a proclamar las maravillas del Señor, anunciando la llegada del Reino “Contad las maravillas del Señor a todas las naciones” San Pablo, en la segunda lectura, subraya los carismas recibidos de cada uno para el bien común y del Reino “Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común”. Finalmente, el Evangelio presenta el milagro de Caná, donde Jesús transforma el agua en vino, símbolo de la abundancia del Reino y el inicio de su misión “Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea”

El Evangelio de hoy nos narra una escena llena de simbolismo que nos revela la gloria de Cristo y el inicio de su misión. Jesús, con su madre y discípulos, participa en una fiesta familiar, una celebración de la vida y el amor. Ante la falta de vino, símbolo de la alegría y la abundancia, María interviene, mostrando su sensibilidad y confianza en su hijo. “No tienen vino”, le dice a Jesús. Y con estas palabras, María se convierte en intercesora, en la primera que nos invita a acudir a Jesús en nuestras necesidades.

La respuesta de Jesús, “Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora”, puede parecernos distante. Pero no se trata de un rechazo, sino de una afirmación de su voluntad de cumplir la misión que el Padre le ha encomendado. Y esa hora llega precisamente en Caná, cuando Jesús, obedeciendo a su madre, realiza su primer milagro, transformando el agua en vino.

Este milagro nos revela varios aspectos importantes de la persona y la misión de Jesús:

Jesús se manifiesta como el Esposo, el que viene a celebrar las bodas con su pueblo. El vino nuevo, símbolo de la gracia y la abundancia del Reino, es una prefiguración del banquete celestial al que todos estamos invitados.

Jesús, obediente a su Padre, se deja guiar también por su madre, mostrando la importancia de la familia en el plan de Dios. María, con su fe y su solicitud, nos enseña a ser mediadores, a llevar a otros a Jesús.

El milagro de Caná es un signo de la generosidad de Dios, que no quiere que falte la alegría en la fiesta de la vida. Jesús, con su poder divino, transforma lo ordinario en extraordinario, llenando nuestras vidas de sentido y esperanza.

Este Evangelio nos interpela también a nosotros. ¿Cómo vivimos nuestra fe en el día a día? ¿Somos generosos con lo que tenemos, como los niños, hoy día de Infancia Misionera, “comparto lo que tengo”? ¿O permitimos que el egoísmo y la indiferencia nos impidan ser testigos de la alegría del Evangelio?

Jesús nos llama a ser como María, sensibles a las necesidades de los demás, confiados en la providencia de Dios, dispuestos a colaborar con Jesús en la construcción de su Reino.

La Infancia Misionera nos ofrece un hermoso ejemplo de esta generosidad. Los niños, con su sencillez y su entrega, nos recuerdan que la verdadera alegría se encuentra en dar, en compartir lo que tenemos, por poco que sea. Recordemos las palabras del centurión, que repetimos en cada Eucaristía: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa…”  Con humildad, reconozcamos la grandeza de recibir a Jesús en nuestras vidas y dejemos que su presencia nos transforme.

Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para que, como María en Caná, sepamos decirle a Jesús: “No tienen vino”. Que podamos ser instrumentos de su gracia, llevando la alegría del Evangelio a todos los que nos rodean.

Que la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, interceda por nosotros para que seamos fieles discípulos de su Hijo, Jesús, el Esposo que nos invita a la fiesta del Reino.

Feliz domingo día del Señor y feliz semana.

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