V Domingo del Tiempo Ordinario

09/02/2025

Este quinto Domingo del Tiempo Ordinario nos invita a reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas y a responder a su llamada con generosidad y humildad. Las lecturas de este domingo invitan a reflexionar sobre la vocación, la misión, la Palabra, y la respuesta del ser humano ante la llamada de Dios. También es la Campaña de Manos Unidas de 2025, donde se nos invita a reflexionar que no somos lo que tenemos, sino que somos lo que compartimos y que este año tiene por eslogan “Compartir es nuestra mayor riqueza”

Sin olvidar que como Peregrinos de Esperanza, y dentro las actividades organizadas para el jubileo, y juntos con nuestros hermanos del arciprestazgo de Álora, hemos peregrinado al primer templo, a la Catedral de la Encarnación, para pasar por la Puerta Santa.

Isaías, en la primera lectura, nos presenta una visión de Dios en su trono celestial, rodeado de serafines que proclaman su santidad. Esta experiencia de lo sagrado lleva al profeta a reconocer su propia impureza, pero también a responder con generosidad al llamado de Dios: “Aquí estoy, mándame” El salmo responsorial habla de la fidelidad de Dios y su amor incondicional “Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor”. La segunda lectura, recuerda el fundamento de la fe cristiana: la muerte y resurrección de Cristo “fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras”. El evangelio narra la pesca milagrosa y la reacción de asombro y humildad de Pedro ante la manifestación del poder de Jesús “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”

La visión de Isaías en la primera lectura destaca la trascendencia y santidad de Dios, que se manifiesta en su trono celestial. Al mismo tiempo, esta experiencia revela la limitación y la necesidad de purificación del ser humano, como se evidencia en la confesión de Isaías: “¡Ay de mí, que estoy perdido! Pues soy un hombre de labios impuros” Sin embargo, esta conciencia de la propia debilidad no impide la vocación, sino que la precede.

La Palabra no solo revela la voluntad de Dios, sino que también capacita a quienes responden a la llamada. Como Isaías, cada cristiano está llamado a reconocer la presencia de Dios y a responder a su llamada en la vida diaria. La respuesta a la vocación no se limita a los consagrados, sino que abarca a todo bautizado, llamado a dar testimonio del amor de Dios con su vida.

La vida cristiana implica un camino de discernimiento, donde se busca reconocer la voluntad de Dios en la vida diaria. Como Isaías, es necesario escuchar la voz de Dios que nos invita a una misión específica.

La respuesta a la llamada divina lleva a una transformación personal, tanto en el plano individual como comunitario. Al reconocer nuestros pecados e imperfecciones, estamos llamados a permitir que el amor y la misericordia de Dios nos moldeen.

La segunda lectura subraya que la fe cristiana se basa en la realidad histórica de la muerte y resurrección de Jesucristo. Esta realidad pascual es el fundamento de la esperanza y la certeza de la salvación. Además, este misterio nos impulsa a una vida de testimonio y servicio. La fe en el misterio pascual nos da una esperanza que trasciende las dificultades de la vida cotidiana. Nos impulsa a vivir con un sentido de propósito y a comprometernos con la construcción de un mundo más justo y solidario, sabiendo que la salvación es un don de Dios.

La reacción de Pedro ante la pesca milagrosa es un ejemplo de cómo la experiencia de lo sagrado puede generar humildad. La conciencia de la propia debilidad no es un obstáculo para el seguimiento de Cristo “Rema mar adentro”, sino que nos impulsa a confiar en la gracia divina que transforma nuestras vidas. “«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes»”

La celebración eucarística es un espacio donde la comunidad se encuentra con la Palabra de Dios y con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Esta celebración fortalece la fe y anima a vivir el evangelio en la vida cotidiana. Es en la comunidad donde se renueva la llamada a la misión “desde ahora serás pescador de hombres”

La Palabra de Dios nos revela el camino de la transformación y el compromiso con los demás. La Eucaristía, celebrada en comunidad, es el lugar donde fortalecemos nuestra fe y renovamos nuestro compromiso con el Evangelio. Que la experiencia de este domingo nos impulse a vivir cada día con la confianza de que Dios está siempre presente en nuestras vidas.

Feliz Domingo día del Señor y feliz semana.

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