II Domingo De Cuaresma

16/03/2025

Dedicamos este Segundo Domingo de Cuaresma a la Transfiguración, el evangelio nos anticipa su triunfo final, recordándonos la glorificación de Jesús. Por dura que se nos presente la vida, siempre hay motivos para la esperanza, el episodio de la Transfiguración, lleno de luz, anticipa la resurrección de Jesús, y también la nuestra.

En este domingo, próximo a la solemnidad de S. José, celebramos el día del seminario, que lleva este año, en consonancia con el Año Jubilar, el lema Sembradores de Esperanzas. El nuestro además se encuentra de cumpleaños, pues hace ya cien años, que el obispo San Manuel González, inauguró el edificio de nuestro seminario, para ello hay, para celebrar este acontecimiento y durante todo este año, una exposición fotográfica que se puede visitar en el mismo seminario.

El tema central de las lecturas de este domingo es transformación y la alianza como camino hacia la gloria y la reconciliación con Dios. La primera lectura relata la Alianza de Dios con Abraham, un pacto sellado con una promesa de descendencia y posesión de la tierra, “A tu descendencia le daré esta tierra” momento fundacional en la historia de la salvación. El salmo refleja una búsqueda del rostro de Dios y una confianza en su misericordia, elemento central en el camino cuaresmal “El Señor es mi luz y mi salvación”. En la Segunda Lectura, S.  Pablo habla de la transformación que aguarda a los creyentes, quienes serán transformados a la imagen del cuerpo glorioso de Cristo, “Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso” lo que implica a vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, buscando una ciudadanía celestial. En el Evangelio, Lucas, relata la Transfiguración de Jesús donde revela su gloria divina a Pedro, Juan y Santiago, “Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo” fortaleciendo la fe de los discípulos y anticipado la resurrección, mostrando que la pasión es el camino hacia la gloria.

La lectura del libro del Génesis, establece la base de la promesa de Dios y su fidelidad hacia su pueblo, iniciada con la elección de Abrahán y la promesa de una descendencia numerosa y una tierra “En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas». Y añadió: «Así será tu descendencia»”. El salmo actúa como una respuesta orante y contemplativa a esta proclamación de la alianza.

En la Segunda Lectura, S. Pablo, habla de la transformación de los creyentes, la gloria futura que les espera en Cristo, la realidad de la reconciliación que se manifiesta plenamente en la Pascua, anticipada por la Transfiguración, conecta la promesa hecha a Abraham en la primera lectura con la manifestación de la gloria de Cristo en el Evangelio y su implicación para la vida del creyente “Somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo”

Lucas para crear un clima semejante utiliza los mismos elementos que usaron los autores del Antiguo Testamento para las teofanías. Primero, Dios no se manifiesta en cualquier lugar, sino en la montaña, que por su altura se concibe como la morada de Dios. Segundo, a esta montaña no tiene acceso todo el pueblo. Y tercero, la presencia de Dios se expresa mediante la imagen de una nube, desde la que Dios habla.

Jesús elige a tres de sus discípulos Pedro, Santiago y Juan, y subieron a un monte alto, según la tradición, el monte Tabor. En el monte se produce una visión, la transformación de las vestiduras de Jesús, una luz que es símbolo de la gloria de Jesús. Aparecen Elías y Moisés. Elías es considerado en el Antiguo Testamento como el precursor del Mesías. Y Moisés es el gran mediador entre Dios y su pueblo, el profeta con el que Dios habla cara a cara. Jesús se encuentra en la línea de los grandes profetas, llevando su obra a plenitud.

Pedro propone hacer tres tiendas, lo que suena a despropósito, Lucas lo justifica aduciendo que no sabía lo que decía: “que bien se está aquí” Pedro no quiere que Jesús sufra. Mejor quedarse en lo alto del monte con Jesús, Moisés y Elías que tener que seguirlo con la cruz. Al igual que en el monte Sinaí, Dios se manifiesta en la nube y habla desde ella. Se repiten las palabras que se escucharon en el bautismo de Jesús, pero se añade un imperativo “Este es mi hijo, el elegido, escuchadlo”

Tras el descenso de la montaña mantienen silencio de la visión hasta que resucite, pues aún no es momento de hablar del poder y de la gloria suscitando falsas esperanzas. Es mejor contarlo después de la resurrección cuando sea preciso para creer en Jesús y aceptar el escándalo de su pasión y cruz.  La Transfiguración ofrece una visión anticipada de la gloria que aguarda a quienes siguen a Jesús. Es una invitación a fortalecer la fe y a perseverar en el camino cuaresmal, sabiendo que la Pasión conduce a la resurrección.

Como Peregrinos de Esperanza, sintamos hoy la gloria de la Transfiguración. Jesús, cuyos pasos debemos seguir, se expuso, por ser hombre, a las decisiones humanas; pero Dios lo resucitó, y está presente entre nosotros, para animarnos en nuestro caminar. Hagamos caso a la voz de lo alto: “escuchadlo”

 Feliz domingo día del Señor y feliz semana.

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