Viernes Santo

18/04/2025

Celebración de la Pasión del Señor

Hoy Viernes Santo y mañana Sábado Santo, no celebramos la Eucaristía, nos alimentamos el Pan Consagrado, ayer Jueves Santo.  

La primera lectura, cuenta la vida del Siervo desde su nacimiento hasta su muerte. Se trata de una noticia escandalosa que choca con nuestra mentalidad de que la humillación y el sufrimiento no pueden ser camino de salvación. La obra y el destino del Siervo solo lo comprenden aquellos que admiten que son pecadores. Este poema que insisten en el sufrimiento del Siervo es, sin embargo, un canto de victoria, “…lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz” por el triunfo del Siervo.

El salmo, cuyas palabras pronuncia Jesús en la cruz y que nosotros repetimos en la antífona “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” conocemos la vieja costumbre de los escritores judíos de indicar sólo el comienzo de una oración, un verso, una sentencia, dando a entender con ello el texto entero. Jesús, como judío, conocía los salmos de memoria, recitando con dificultad, desde la cruz, las palabras del salmo 30

La carta a los Hebreos habla de Jesús como sumo sacerdote. Pero no revestido de esplendor oficiando en el templo de Jerusalén, sino suplicando con gritos y lágrimas verse libre de la muerte, “presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte” No lo consigue y se convierte autor de salvación eterna, “Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

En este Año Jubilar, en el que somos llamados a ser “Peregrinos de Esperanza”, la contemplación de la Pasión de Cristo adquiere una profundidad particular. Jesús, en su camino hacia la cruz, es el peregrino por excelencia. Dejó la gloria del Padre y se encarnó en nuestra humanidad, recorriendo los caminos de Palestina, anunciando el Reino de Dios y ofreciendo su amor sin reservas. Su última peregrinación lo llevó a Jerusalén, no para ser coronado rey terrenal, sino para entregar su vida en rescate por todos.

En la cruz, Jesús culmina su peregrinación terrena, realizando el éxodo definitivo: el paso de la muerte a la vida. Su sufrimiento no es el final, sino el camino hacia la gloria de la Resurrección, la meta de nuestra esperanza cristiana. Como peregrinos tras sus huellas, también nosotros estamos llamados a cargar con nuestra cruz de cada día, sabiendo que este camino, unido al de Cristo, nos conduce a la vida eterna.

La Pasión de Jesús nos revela la magnitud del amor de Dios por la humanidad. Un amor tan grande que no escatimó el sacrificio de su propio Hijo para reconciliarnos consigo mismo. Este amor crucificado es la fuente de nuestra esperanza. En medio de las dificultades y los sufrimientos de nuestra peregrinación terrena, podemos encontrar consuelo y fortaleza al mirar a la cruz. Ella nos recuerda que Dios está con nosotros en nuestros momentos más oscuros y que el amor siempre tiene la última palabra.

Como peregrinos de esperanza, estamos llamados a llevar este amor de Cristo a los demás. El ejemplo de Jesús, que se entregó por todos, nos impulsa a amar a nuestros hermanos, especialmente a los que sufren, a los marginados y a los que han perdido la esperanza. La cruz no es solo un símbolo de dolor, sino también un signo de entrega y servicio.

Que, en este Viernes Santo acompañemos a María, y que, al venerar la Cruz, renovemos nuestra fe en el amor redentor de Cristo y nos comprometamos a seguir sus pasos como verdaderos peregrinos de esperanza, anunciando con nuestra vida la certeza de la Resurrección y la alegría del encuentro definitivo con el Padre. Oigamos la Pasión en el siguiente video de la página de los dominicos.

Fructífero Triduo, mantengámonos en oración en espera de la Gloriosa resurrección del Señor. Un abrazo.

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