El Papa ha regresado a la Casa del Padre, nuestra parroquia se suma en el pesar y llora, junto a toda la Iglesia, la muerte del Papa Francisco, el cual, fue elegido para este ministerio, de manejar el timón de la Barca, la Iglesia, obispo de Roma y sucesor 265 de San Pedro, el 13 de marzo de 2013. Ha sido el primer Papa latinoamericano de la historia, y desde que comenzó su pontificado imprimió un estilo diferente en el gobierno de la Iglesia.
Cuando fue elegido dijo estas palabras a sus electores:
«Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscar un nuevo Papa casi al fin del mundo…», describió la nueva etapa como un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. En uno de sus primeros discursos nos presentó como quería que fuera la Iglesia, dijo: «Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres», palabras que no han quedado una metáfora, sino que en todo su pontificado ha repetido constantemente esa misma idea con palabras y con gestos.
De su primera exhortación, Evangelii Gaudium, recordamos su mensaje principal: la fe en Jesús genera alegría y esperanza, nos invitó a todos a experimentar la plenitud de la vida en Cristo, animaba a toda la Iglesia a la alegría del encuentro con Jesús y a una evangelización enfocada en la vida cotidiana, en la atención a los más vulnerables y la transformación del mundo, a ser Iglesia en salida, que no se cierra a sí misma, sino que se abre al diálogo y la acción en el mundo.
Nos animó a salir de nuestras propias estructuras y buscar a las personas en sus contextos, especialmente a los que están en las periferias. La fe, decía, debe expresarse en obras de caridad y justicia, mostrando el amor de Dios a través del servicio a los demás. El mundo necesita escuchar la Buena Nueva de Jesús y la Iglesia tenía, y tiene, la responsabilidad de anunciarla con valentía y creatividad, además de tener una atención preferencial por los más pobres y vulnerables, luchando contra la desigualdad y la exclusión. Animaba a enraizar la evangelización en la oración y la comunión con Dios, dejando que el Espíritu Santo renueve y transforme la vida de los creyentes, para ser una Iglesia de servicio, abierta al diálogo con el mundo y dispuesta a asumir los desafíos del siglo XXI.
En su herencia, Francisco nos ha dejado cuatro encíclicas que abordan temas fundamentales como la fe, la ecología, la fraternidad y la devoción al Sagrado Corazón, ofreciendo una visión de la Iglesia y del mundo con esperanza y compromiso. En Lumen Fidei, Luz de la fe, nos decía que la fe es la luz que guía la vida, en Laudato Si, alabado seas, habla de nuestra responsabilidad moral en el cuidado de la casa común, la Tierra. En Fratelli Tutti, Todos hermanos, explicaba que la fraternidad universal es la respuesta a la división del mundo. Y, por último, la más reciente, Dilexit nos, Nos amó, expresa que el Sagrado Corazón de Jesús es fuente de renovación y esperanza para la Iglesia y el mundo.
Gracias Padre Francisco, por ser un pastor con olor a oveja.
Descansa en Paz.


