28/09/2025
Jesús continúa enseñándonos acerca de las riquezas, nos enseña a situarnos ante el uso que hacemos de las riquezas y a no dejarnos deshumanizar por las ellas.
El profeta Amós, denuncia la situación de injusticia de los poderosos, clamando contra estos que no entienden lo que es la justicia y la solidaridad, que se enriquecen a costa de los más débiles. “no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José” El salmo nos invita a dar gracias porque Dios “hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos… endereza a los que ya se doblan… sustenta al huérfano y a la viuda…”. La segunda lectura, de la primera carta de Pablo a Timoteo, da una serie de recomendaciones para la vida del pastor, este debe ser animador y modelo de la comunidad “Hombre de Dios, busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” Jesús, en el evangelio nos vuelve a insistir en la enseñanza acerca de las riquezas, repite con la parábola del rico y el pobre Lázaro, la situación de injusticia que nos presenta el profeta Amós “recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado”
La lectura del profeta Amós expresa la situación en Samaría en su tiempo. Riqueza y prosperidad, pero a la vez deterioro ético y social. El profeta habla de la condena de Dios contra aquellos que viven en medio del lujo, en la abundancia, y no se interesan por la miseria de los otros, denuncia injusticia y el deterioro de la sociedad donde unos pocos se enriquecen a costa de los más pobres y desfavorecidos. Así dice el profeta: “¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sion, confiados en la montaña de Samaría!” El profeta denuncia toda clase de lujo en los que viven los ricos sin dolerse de las calamidades de los otros “pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José (Israel)” Con esta situación se atacaba la alianza del Sinaí y la voluntad de Dios expresada en la misma.
En la segunda lectura, Pablo dice a Timoteo que huya del mal y tienda a “busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” Todo esto va en dirección del bien, y para ello es preciso librar el buen combate de la fe, a estar dispuesto a dar testimonios de nuestra fe “Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que proclamó tan noble profesión de fe ante Poncio Pilato” Y así conservaremos “el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” el mandamiento de amarnos unos a otros como Él nos amó.
La parábola del rico y el pobre Lázaro, se encuentra en el mismo capítulo de Lucas que la parábola del domingo pasado, la del administrador deshonesto, ambas son consideradas parábolas difíciles porque desafían nuestra lógica humana respecto a las riquezas. Jesús, en su camino hacia Jerusalén, dedica estos pasajes a instruirnos sobre cómo reajustar la relación entre las riquezas y el destino de nuestra vida.
La semana pasada reflexionamos sobre el administrador deshonesto. El amo alabó al administrador no por su fraude, sino por haber obrado con inteligencia y astucia al asegurarse su futuro. Jesús utilizó esa figura para inculcarnos una idea central: si los “hijos de este mundo” actúan con tanta previsión para asegurar su futuro terrenal, cuánto más los “hijos de la luz” debemos actuar con urgencia y decisión para nuestro futuro eterno. La lección era sobre la previsión y el uso sabio del dinero, el tesoro inicuo, para ganarnos amigos en el cielo. La parábola concluye con una advertencia tajante: “No podéis servir a Dios y al dinero”
La parábola de hoy, exclusiva del evangelista Lucas, nos presenta a un hombre rico, quien vestía de púrpura y lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Su pecado radical no fue ser rico, sino su indiferencia y su ceguera moral. Lázaro yacía a su puerta, una prueba viva de la injusticia social que el rico ignoró. La condena del rico, que no hizo nada criminal, reside en su egoísmo y en su error de pensar que la abundancia de bienes es lo único seguro en la vida. Él no actuó a tiempo para poner la justicia y la misericordia en práctica. La respuesta de Dios al rico es severa, recordándole que ya tenían la Ley de Moisés y los profetas, como Amós, que denuncia la explotación, para conocer la necesidad de la justicia y la misericordia.
El mensaje es claro, actuar con la misma astucia y urgencia del administrador, pero con la misericordia que el rico rechazó. Nuestra labor como creyentes debe manifestarse en el compromiso con los más necesitados. La verdadera conversión implica dejar atrás el egoísmo y la avaricia, obstáculos que Lucas considera fundamentales para seguir a Cristo.
Que, al igual que el Salmo de hoy nos recuerda que el Señor es clemente y misericordioso y rico en piedad, esforcémonos por reflejar esa bondad y usar nuestros bienes, nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestra influencia, para asegurar la felicidad duradera, sabiendo que el camino de Jesús exige opciones valientes y claras.
Feliz domingo día del Señor y feliz semana.



