08/12/2025
La Inmaculada Concepción es una fiesta que brilla luminosa en el corazón del Adviento, María es la aurora que anuncia el sol naciente, la lámpara encendida que guía nuestros pasos hacia la luz del mundo, hacia Cristo.
En el Evangelio, en la Anunciación, nos la presenta con el título más alto, más excelso: “llena de gracia”. El dogma, definido el 8 de diciembre de 1854, nos recuerda que María fue preservada de todo pecado desde el momento de su concepción, en previsión de la muerte salvadora de su Hijo.
Esta solemnidad nos ofrece una oportunidad para repensar nuestra fe, la historia de la salvación no comienza con el pecado, sino con la elección de Dios en Cristo antes de la fundación del mundo. María, la Nueva Eva, es la mujer elegida y preparada para ser la Madre del Emmanuel.
María nos ayuda en nuestro caminar, ella es modelo de esperanza, de santidad cotidiana y de compromiso silencioso, mujer de pocas palabras y grandes silencios. El Evangelio nos dice que su sí cambió la historia. Ella no comprendió todo totalmente, pero confió en la bondad de Dios. María nos enseña la actitud esencial del creyente: confiar en la Palabra y acogerla. Ella “guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”.
María nos invita a ser portadores de la esperanza que no defrauda. Que todos vean en nuestra vida que la fe, la caridad y la esperanza son claves en nuestras vidas.
Que, por intercesión de María Inmaculada, busquemos la humildad para acoger al Dios que viene, sabiendo que donde María pasa, la noche se ilumina.
Feliz día de la Inmaculada



