Solemnidad de la Sagrada Familia

28/12/2025

Hoy la Iglesia, como una gran familia de familias, nos invita a contemplar el hogar de Nazaret no como un recuerdo lejano, sino como un proyecto de vida que Dios nos propone para transformar nuestra convivencia diaria. La familia no es solo una unidad social, sino que es el mejor reflejo del misterio de Dios-Familia, Trinidad, y una pequeña Iglesia doméstica donde aprendemos a amar. Y mientras contemplamos el amor del hogar de Nazaret, el calendario nos recuerda también el martirio de los Santos Inocentes.

La primera lectura nos ofrece consejos de una sabiduría profunda y práctica: honrar a los padres. Este respeto no es una carga moral, sino un acto de compasión y amor que agrada a Dios y sirve para reparar nuestros propios pecados. Se nos exhorta especialmente a ser indulgentes con ellos en su vejez, reconociendo que la vida es un don recibido que ahora debemos devolver en cuidados “Hijo, cuida de tu padre en la vejez y durante su vida no le causes tristezas” Como dice el salmo, quien teme al Señor y sigue sus caminos verá la bendición en su mesa y en sus hijos.

San Pablo, en la segunda lectura, nos invita a revestirnos de virtudes en el hogar, nos da la clave para que la paz de Cristo reine en nuestras casas: “revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia”. No se trata de ideas abstractas, sino de «sobrellevarse y perdonarse mutuamente«, tal como el Señor nos ha perdonado. Por encima de todo, el amor es el vínculo de la unidad perfecta, el ceñidor que mantiene unido el cuerpo de la familia. Esto implica que nuestro hablar sea siempre estimulante y positivo, evitando burlas o palabras que molesten a los hermanos.

El Evangelio nos sitúa en una dura realidad, la Sagrada Familia como refugiada en Egipto. Aquí brilla la figura de San José, el hombre del silencio y la acción, quien al oír la voz de Dios que le dice “levántate”, obedece inmediatamente para proteger a los suyos. José nos enseña que ser creyente es confiar en Dios incluso cuando no entendemos el plan, asumiendo nuestra responsabilidad con valentía. Al establecerse finalmente en la humilde Nazaret, Jesús creció en sabiduría y gracia, mostrándonos que Dios habita en lo sencillo y cotidiano.

Estamos invitados a revisar vuestras relaciones: ¿Damos tiempo de calidad a los nuestros? ¿Está Dios presente en vuestra casa a través de la oración o de gestos amables? No permitamos que el egoísmo o la queja apaguen la luz del hogar. Que cada uno de nosotros se esfuerce por ser un don, un regalo para los demás, aportando lo mejor de sí mismo antes de ir a dormir. Que la Sagrada Familia de Nazaret nos guíe para caminar siempre en libertad, fidelidad y amor.

Feliz día de la Sagrada Familia.

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