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Octubre mes del Rosario

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XXVI Domingo Del Tiempo Ordinario

25/09/2022

Jesús continúa enseñándonos en este XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, este coincide con la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado cuyo lema para este año es “Construir el futuro con los migrantes y los refugiados” El camino de Jesús, que es el nuestro, se muestra domingo tras domingo, este exige opciones valientes y claras. De nuevo el evangelio nos indica cuál es la sabiduría verdadera: situarnos bien ante lo que realmente vale la pena en la vida, ante el uso que hacemos de las riquezas, no quedarnos en los medios y no alcanzar el fin, no dejarnos deshumanizar por las riquezas.

La síntesis de las lecturas puede ser: La primera lectura, del libro del profeta Amós, denuncia la situación de injusticia de los poderosos, clamando contra estos que no entienden lo que es la justicia y la solidaridad, que se enriquecen a costa de los más débiles. “no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José” El salmo nos invita a dar gracias porque Dios “hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos… endereza a los que ya se doblan… sustenta al huérfano y a la viuda…”. La segunda lectura, de la primera carta de Pablo a Timoteo, da una serie de recomendaciones para la vida del pastor, este debe ser animador y modelo de la comunidad “Hombre de Dios, busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” En el Evangelio de Lucas, Jesús vuelve a insistir en la enseñanza acerca de las riquezas, repite con la parábola del rico Epulón la situación de injusticia que nos presenta el profeta Amós “recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado”

La primera lectura, el profeta Amós expresa la situación en Samaría en su tiempo. Riqueza y prosperidad, pero a la vez deterioro ético y social. El profeta habla de la condena de Dios contra aquellos que viven en medio del lujo, en la abundancia, y no se interesan por la miseria de los otros, denuncia injusticia y el deterioro de la sociedad donde unos pocos se enriquecen a costa de los más pobres y desfavorecidos. Así dice el profeta: “¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sion, confiados en la montaña de Samaría!” El profeta denuncia toda clase de lujo en los que viven los ricos sin dolerse de las calamidades de los otros “pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José (Israel)” Con esta situación se atacaba la alianza del Sinaí y la voluntad de Dios expresada en la misma. La denuncia del profeta no es exactamente una denuncia social, sino que lo hace en nombre del Dios de la Alianza denunciando las falsas seguridades de los ídolos, la falsa seguridad apoyada en las riquezas, la confianza que estimula la buena vida y les anuncia que el exilio sobrevendrá como castigo a esta infidelidad a la Alianza con Dios.

La segunda lectura, de la primera carta de Pablo a Timoteo, es una invitación a llevar una vida cristiana fiel y generosa. Pablo dice a Timoteo que huya del mal y tienda a “busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” Todo esto va en dirección del bien, y para ello es preciso librar el buen combate de la fe, a estar dispuesto a dar testimonios de nuestra fe “Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que proclamó tan noble profesión de fe ante Poncio Pilato” Y así conservaremos “el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” el mandamiento de amarnos unos a otros como Él nos amó.

En el evangelio Lucas escuchamos la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, en la que Jesús nos sigue transmitiendo su mentalidad acerca de las riquezas. «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico» El rico Epulón que banqueteaba todos los días no se enteraba o no se quería enterar de la existencia del pobre Lázaro a la puerta de su casa, prototipo de la miseria humana, del que los perros tenían mejor compasión al lamerle las llagas de sus heridas «Y hasta los perros venían y le lamían las llagas». Pero la situación cambia radicalmente, al final a cada uno se le pone las cosas en su sitio: el rico Epulón condenado, y Abrahán junto a Lázaro.

Jesús nos describe la reversión que se da en las situaciones, en este caso, supondrá el fracaso para los que están llenos de sí mismo y se despreocupan de los pobres y necesitados. Mientras el rico parece plenamente feliz: se viste de lino y púrpura, y se permite banquetes diarios, el pobre, sin embargo, no tiene ni para comer y nadie se preocupa de él. Pero al final se aplican las medidas de Dios, que no son la de los hombres. «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado». Al rico le servirán de poco sus riquezas, no se las ha podido llevar a la otra vida. Se cuenta tarde de que se ha afanado en vano. El pobre, que ha puesto su confianza en Dios, no ha perdido lo más profundo, su dignidad humana y es premiado con una felicidad plena. Entre ambos hay un abismo inmenso.

En la primera lectura y en esta del Evangelio, a los ricos no les desautoriza sus riquezas, el hecho de ser ricos, sino porque están tan llenos de sus riquezas y ensimismados que no piensan ni en Dios ni el los demás. Jesús llama necias a estas personas que no han puesto su confianza en algo sólido, sino en bienes efímeros que no les garantiza el pasaporte para la otra vida. El rico llega a la presencia de Dios con las manos vacías al igual que un pobre de solemnidad.

No es necesario que llevemos vidas disolutas a base de banquetes, pero podemos tener a nuestro nivel los mismos defectos, poner nuestra confianza en las riquezas olvidándonos del pobre, cometiendo pecado de omisión, omitiendo la solidaridad. No es que Epulón haya hecho algún mal a Lázaro, su pecado es que no se ha querido enterar de su presencia, lo ignora y hace un uso egoísta de los bienes.

Feliz domingo y feliz semana.

XXV Domingo Del Tiempo Ordinario

18/09/2022

Hace dos domingos Jesús nos enseñaba a buscar la verdadera sabiduría: distinguir lo que es importante y lo que no lo es en nuestra vida, para renunciar, si es el caso, a las cosas secundarias y asegurarnos las que en realidad valen la pena. En este domingo XXV Del Tiempo Ordinario, de nuevo, se nos pone en la misma perspectiva, esta vez con relación al dinero. Jesús nos presenta una parábola puede provocar cierto desconcierto, pues alaba a un administrador corrupto, aunque Jesús lo pone como ejemplo de astucia, no como modelo a seguir. Lucas nos muestra otra enseñanza más de Jesús acerca las riquezas, a la cual considera uno de los mayores obstáculos para el seguimiento.

La síntesis de las lecturas puede ser: La primera lectura, del libro del profeta Amós, nos habla de la denuncia del profeta contra los abusos de los derechos humanos de la sociedad de su tiempo “Escuchad esto, los que pisoteáis al pobre y elimináis a los humildes del país” La preferencia de Dios para con los pobres es resaltada al cantar la antífona del salmo: “Alabad al Señor, que alza al pobre” La segunda lectura, de la primera carta de Pablo a Timoteo, sique con las consignas pastorales para la animación de la comunidad, en este caso para orar por toda la humanidad “Hagan suplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad”  En el Evangelio vuelve a insistir en la enseñanza acerca del dinero “No podéis servir a Dios y al dinero”

La primera lectura, del libro del profeta Amós a quien Dios llamó para que hablara en su nombre en el reino del Norte, en Samaría, en el siglo VIII antes de Cristo, critica con rigor la actitud mundana de su pueblo y de su época, una mundanidad en la que se busca siempre el propio beneficio, en lugar de andar en busca de la justicia y la verdad.

El espíritu de mundanidad de no tener ninguna piedad por los pobres, explotar su situación en beneficio propio, usando incluso medios deshonestos “reduciendo el peso y aumentando el precio, y modificando las balanzas con engaño” El Señor no acepta nada de esto, no puede tolerarlo, por eso debemos tener muy claro y saber que el Señor nos impulsa enérgicamente hacia la verdadera generosidad.

La segunda lectura, primera carta de Pablo a Timoteo, nos habla también de generosidad, aunque de forma distinta y complementaria, los cristianos estamos llamados a ser generosos con todos los hombres, estamos invitados a la caridad universal, que se manifiesta especialmente en la oración. Pablo nos dice que es preciso orar de una manera particular por los ejercen el poder, porque tienen una tarea muy importante para la vida de todos los hombres. Si los responsables del poder toman decisiones justas y generosas quedan asegurada la paz, la vida apacible y tranquila, tanto para los cristianos como para todos los hombres. Esta oración debe ser universal, porque el amor de Dios es universal “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”

En el evangelio de Lucas escuchamos otra parábola de Jesús, después de las tres de la misericordia del domingo pasado. La de hoy quiere ilustrar cómo debemos administrar los bienes materiales en nuestra vida para que no sean obstáculo a nuestro crecimiento en la fe. En este caso, trata de un administrador infiel, que, a pesar de ser muy poco escrupuloso, tiene capacidad de hacer cálculos y ver qué le conviene para asegurarse el futuro. Comete fraude: condona deudas y falsifica facturas a los clientes para que luego le apoyen al ser despedido por el amo. Es inteligente para sus propios intereses, no así para los de su amo.

Jesús nos presenta este ejemplo no para ser deshonestos, sino para animar a la astucia “Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido” Muchas veces sucede que personas no creyentes, sin principios religiosos, se muestran más ingeniosas que los creyentes. Jesús quiere suscitar en nosotros una cierta emulación, nos viene a decir que estas personas no se dejan desanimar por las circunstancias (la pérdida del empleo del administrador) encuentran soluciones, así que vosotros discípulos míos debéis mostraros astutos, ingeniosos y buscar soluciones, incluso inesperadas.

Es legítimo tener y buscar el dinero, porque lo necesitamos para nuestra vida, para el bienestar de nuestra familia y el progreso del mundo. También es necesario para la evangelización y la marcha de la comunidad cristiana. Pero todo depende de su uso. Si nos dejamos esclavizar por él, caemos en la desautorización tan repetida de Jesús. El dinero no nos puede hacer olvidar que hay otros valores más importantes en la vida. El dinero puede bloquear nuestra paz interior y nuestra apertura al prójimo y a Dios. La idolatría del dinero nos hace pecar contra el primer mandamiento, porque se convierte en nuestro dios, la cosa en la que más pensamos. Jesús nos avisa que no podemos servir a Dios y al dinero “Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.  Las riquezas pueden ser un peligro y una trampa, o bien un medio de ayudar a los demás.

Feliz domingo y feliz semana.

XXIV Domingo Del Tiempo Ordinario 11/09/2022

Este XXIII Domingo del Tiempo Ordinario nos trae una enseñanza muy insistente sobre la misericordia del Señor. Si tuviéramos que poner nombre a este domingo, sería el domingo del Padre Misericordioso, el segundo domingo de Pascua fue el Domingo de la misericordia y el cuarto Domingo de Cuaresma leíamos la parábola del Hijo pródigo, mas bien del Padre Misericordioso, la misma que leemos en este domingo. Nuestro Dios no es un Dios inflexible, rígido, no es un juez despiadado, sino un Padre Misericordioso, lleno de bondad, de indulgencia, deseoso de salvación de todos sus hijos.

Una síntesis de las lecturas puede quedar tal que: La primera lectura, del libro del Éxodo, nos presenta a Moisés pidiéndole al Señor que se muestre misericordioso, “Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo”. Cantamos hoy el salmo penitencial más famoso, el Miserere, que refleja muy bien la actitud de un pecador que vuelve a Dios, “Oh Dios, crea en mí un corazón puro” y “un corazón quebrantado y humillado, tú, oh, Dios, no lo desprecias”. Pablo recuerda en la segunda lectura la misericordia que el mismo recibió del Señor “Pero Dios tuvo compasión de mí porque no sabía lo que hacía, pues estaba lejos de la fe”. El evangelio habla de la misericordia de Dios con tres parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y la del Hijo Pródigo, o mejor, del Padre Misericordioso “su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos”.

La primera lectura, del libro del Éxodo, muestra la situación del pueblo después del pecado de idolatría. El pueblo que se encuentra en el desierto, tras la revelación del Sinaí y la Alianza, este rompe de inmediato la Alianza con un pecado de idolatría, fabricándose un becerro de oro, en torno al cual cantaron y bailaron, adorándole como el dios que les había liberado de Egipto. Entonces se establece un interesante diálogo entre Dios y Moisés. Pero Moisés intercede por el pueblo, a quien llama, dirigiéndose a Dios, “tu Pueblo … el que tú sacaste de Egipto”, apela a la amistad que Dios tuvo con los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob, y le recuerda las promesas que les había hecho y que ahora se verán frustradas si extermina al pueblo. “Y el Señor se arrepintió de la amenaza”

Cantamos hoy el salmo penitencial más famoso, el Miserere, que refleja muy bien la actitud de un pecador que vuelve a Dios

“Oh Dios, crea en mí un corazón puro… un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias”. La antífona nos anticipa la historia del hijo prodigo que se arrepiente: “Me pondré en camino a dónde está mi padre”

Pablo reconoce en la primera carta a Timoteo, la segunda lectura, que no merece ser apóstol, porque era un blasfemo, un perseguidor, un violento, pues perseguía a la Iglesia con saña. Pero, Pablo dice que Dios tuvo compasión de él, derrochó su amor en él, dándole la fe “Es palabra digna de crédito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero” Pablo se sintió perdonado, y por eso se abrió totalmente al Señor y a la confesión de su pasado, e hizo una admirable profesión cristológica de su fe.

Esta experiencia de Pablo sirvió de ejemplo a muchos “pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna”, y también sirve de ejemplo hoy para nosotros.

En el evangelio Lucas leemos las tres parábolas del perdón de Dios. La ocasión es que “Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. Las parábolas son transparentes: habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que la que puede sentir un pastor por la oveja recuperada, o una mujer por la moneda encontrada, o el padre por poder abrazar al hijo que vuelve a casa “cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos”. El protagonista auténtico es el padre. Aunque también es interesante la actitud del hijo joven que se reconoce pecador y se pone en camino a su casa “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Y la del hermano mayor, que retrata bien la actitud de los intransigentes “Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo”.

La parábola del hijo prodigo es muy sugestiva, muestra toda la profundidad y generosidad de la misericordia divina. El padre ama a su hijo pequeño, pero este no comprende el amor de su padre; busca solo su propio interés. El hijo mayor, representa a los que son fieles a Dios, pero no comprenden la misericordia con los pecadores, le parece injusta. Pero el padre le hace participar de la alegría “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado” Jesús insiste en que practiquemos la misericordia, a estar dispuestos a perdonar a nuestros hermanos.

La finalidad de las tres parábolas de Jesús, como nos ha dicho Lucas, es enseñarnos a nosotros, fieles a Dios, y que en ocasiones nos creemos justos y perfectos, a ser más misericordioso. Lucas se sirve de estas parábolas para convencernos de la infinita misericordia de Dios y para poner en nosotros una profunda confianza en ella, aunque hayamos sido infieles, el Señor nos espera con toda la generosidad de su corazón, trata de convertir nuestro corazón y unirlo a la misericordia de Dios.

Feliz domingo y feliz semana.