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Solemnidad Inmaculada Concepción

 08/12/2022

Celebramos hoy el día de la Inmaculada Concepción, en la que recordamos que Dios, junto a su Hijo, Nuestro Señor, puso a su Madre, la que le esperó, la que le dio a luz y la que le mostró a los demás. Está fiesta surgió en el Oriente allá por los siglos VII-VIII (otros hablan de los siglos V-VI), la cual se extendió rápidamente por el Occidente. No se trata de que esta fiesta marque un paréntesis en el Adviento, pues la fiesta principal de este tiempo es la Navidad, pero no obstante en la Madre comienza a realizarse el misterio de la encarnación del Hijo. Por eso hoy celebramos este momento de la vida de María con una profunda alegría.

En la primera lectura, sacada del libro del Genesis, vemos como la profecía hecha a la serpiente en el paraíso, se cumple en María, la estirpe de Eva “pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón” es el primer anuncio de la salvación. El salmo está lleno de júbilo, Dios anuncia su salvación: “El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia” Este jubilo queda de manifiesto en la segunda lectura, tomada de la carta de S. Pablo a los efesios, pues en el himno S. pablo nos dice que hemos sido elegidos antes de la fundación del mundo “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo” Por todo eso saludamos a Maria como la llena de gracia, con quien está el Señor, Inmaculada morada donde estará en el que fuimos elegidos “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”

En la primera lectura, del libro del Génesis, leemos las consecuencias del primer pecado de la humanidad, que ha quedado herida y ha perdido el equilibrio y la armonía de la que gozaban en el paraíso, en el Edén. Es muy expresivo el dialogo entre Dios y la pareja Adán y Eva: Adán echa la culpa a Eva: Eva a la serpiente; y la serpiente recibe de Dios el castigo de tener que arrastrarse por tierra “Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre”. La lectura interpreta como consecuencia y castigo de Dios lo que sucede en la vida natural: que el hombre tenga que ganar el pan con el sudor de su frente, que la mujer sufra dolores de parto y que la serpiente sea un animal que se arrastra por la tierra. Pero Dios no cierra la puerta, ya en el momento de la primera caída anuncia la salvación, donde aparece una mujer en el horizonte de la salvación. María, la que va a ser en verdad “madre de todos los que viven”, porque obedeció a Dios, no como Eva que le desobedeció. Por eso ante este anuncio de salvación el salmo cantamos con alegría “Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”

La segunda lectura, cogida de la carta de S. Pablo a los Efesios, es un himno lleno de entusiasmos en donde se muestra la iniciativa de Dios en la historia de la salvación y nuestra respuesta de alabanza.  Bendecimos a Dios porque Él no ha bendecido con toda clase de bendiciones. En estas bendiciones se produce un doble movimiento de bendiciones: unas descendentes y otras ascendentes. Bendiciones descendentes desde Dios, y ascendente hacia Dios, ambas se encuentran y recapitulan en la persona de Nuestro Señor, de Jesucristo. Estas bendiciones que nos ha hecho Dios consisten en que hemos sido destinados a ser sus hijos, sus herederos con Cristo “Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado” Es de tal envergadura esta bendición que Dios no ha hecho, que todas las tardes en el rezo de vísperas leemos y cantamos este himno.

El evangelio de hoy, el relato de la anunciación/encarnación, centra nuestras miradas en los personajes, en Gabriel y María, haciendo que en cierto modo pase desapercibido el responsable todo el acto. Quien lleva realmente todo el peso de la acción y pone todo en movimiento es Dios Padre, el cual queda como opacado en el diálogo entre el ángel y María. Es Dios quien envía a Gabriel una misión que hace posible una historia de amor, pues en ella queda patente que Dios quiere con locura al hombre, hechura a su imagen y semejanza, que el mismo decide hacerse uno de nosotros, hacerse hombre, sintiendo, pensando, trabajando, obrando, amando con corazón de hombre.

Gabriel no es enviado a Jerusalén, ni al templo, ni al palacio de Herodes el Grande, ni del emperador Augusto en Roma, sino a una insignificante ciudad llamada Nazaret. Allí tendrá que ir Gabriel con la misión de transmitir un mensaje de parte de Dios, a una joven muchacha llamada María, desposada con José, descendiente de David, venido a menos, que debía ganarse la vida como obrero, el grado más bajo del escalafón social de Israel en aquel tiempo, situación social similar a la de los pastores. Dios, como nos ha mostrado a lo largo de la historia, siempre escoge lo débil de este mundo para llevar a cabo su plan. Los planes de Dios siempre nos sorprenden, aunque no siempre nos resultan evidentes.

Gabriel lo primero que hace es saludar a María, “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”, pero como Gabriel no lleva vestido resplandeciente, ni alas, ni plumas, como nuestra imaginación y los artistas lo pintan, María queda desconcertada, asustada, turbada, ante un desconocido. María no sabe que pensar ni que decir, si habla en serio o en broma, si la está saludando o amenazando. Gabriel la tranquiliza, “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios” justificando aún más el saludo anterior. Gabriel anuncia que concebirá y dará a luz un hijo, que su nombre será Jesús, que será grande, se llamará Hijo del Altísimo, Dios le dará el trono de David su padre, “para que reine en la casa de Jacob por siempre y su reinado no tendrá fin”

María no entiende la concepción, pues está comprometida con José, pero no mantiene relaciones ni con él ni con ningún otro ¿cómo va a quedar embarazada? Gabriel la tranquiliza dándole una solución aparentemente imposible: “porque para Dios nada hay imposible”

Dejémonos cautivar por Dios, bendigamos al Señor por las bendiciones recibidas, aceptemos su llamada y acojamos su voluntad como María. Continuemos preparándonos para la venida del Señor.

Feliz día de la Inmaculada.

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Segundo Domingo de Adviento

04/12/2022

Este Segundo Domingo de Adviento está dominado por dos de las figuras propias de este tiempo, la figura del profeta Isaías y la de Juan el Bautista, el primero habla de esperanza y el segundo, el precursor del Señor, nos invita a la conversión. El mensaje de nuestra segunda banderola es “Dejemos que brote la vida”, muy apropiada con la lectura del profeta Isaías, donde un brote verde saldrá del tronco de Jesé, el cual, aun siendo anciano, del tronco viejo casi desechado por estéril, de su raíz va a surgir una nueva rama con vida. Encendemos nuestra segunda vela de la corona de Adviento, mientras el ambón sigue luciendo la invitación a despertar a la vida ¡¡¡Despertad a la vida!!!

El profeta Isaías anuncia que nacerá un descendiente de David sobre el que estará la plenitud del Espíritu de Dios “sobre él se posará el Espíritu de Dios” El salmista nos invita a mirar a Dios implorando que otorgue su juicio al rey para que traiga la justicia y la paz “Dios mío, confía tu juicio al rey” S. Pablo en la carta a los Romanos hace un elogio de las Escrituras que nos mantienen en la esperanza y en el consuelo, exhortándonos a tener los mismos sentimientos que Cristo “Que el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús” En el Evangelio, Juan Bautista nos hace una llamada a la conversión “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”

El profeta Isaías anuncia que, del tronco viejo, ya casi seco, de Jesé, el padre de David, símbolo de la dinastía principal de Israel, brotará un renuevo, un vástago verde, como prueba de que sigue viva la historia del pueblo elegido, del pueblo de Dios, a pesar de las calamidades que este pueblo está sufriendo en el destierro “En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago”. Los israelitas identificaran este vástago con el Mesías que estará lleno de los dones del Espíritu “Sobre él se posará el espíritu del Señor”. Será un juez justo y traerá la paz a todo el pueblo. Isaías describe la paz con la imagen de un lobo pastando junto a un cordero, y una vaca con un oso, y unos niños jugando tranquilamente con serpientes. La ciencia del Señor inundará a su pueblo, que se convertirá y será también señal de salvación para todos los pueblos “está lleno el país del conocimiento del Señor”. Pues este renuevo ha de brotar en nuestros corazones, para que como en cada Adviento y Navidad crezcamos en paz, en armonía, en convivencia humana. Para para que se cumpla mejor este año que estamos dejando atrás lo que cantamos en el salmo “Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente” 

S. Pablo en su carta a los Romanos, nos exhorta a mantener la esperanza con paciencia, acogiendo el consuelo que proviene de Dios Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza” Además, los exhorta enérgicamente a que estén de acuerdo entre ellos, a lo que nosotros hoy, cristianos de este tiempo, también estamos exhortados. A que se acojan mutuamente como Cristo nos ha acogido a todos: judíos y paganos “Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios”. Nos dice también que los signos de nuestra conversión, está, ante todo, en la alabanza a Dios “Por esto te alabaré entre los gentiles y cantaré para tu nombre” 

Mateo, en el Evangelio, habla de Juan el Bautista el cual proclama valientemente el mensaje que Dios le encomienda: “Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos” Exhorta a todos a preparar los caminos del Señor “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”, que viene a bautizar, no en agua, como él, sino en Espíritu y fuego “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” Muchos que oían su voz se dejaban bautizar por Juan. Pero increpa, como también lo hará Jesús en su ministerio, a los fariseos y otros dirigentes de la sociedad, reprochándoles que, fiados de su pertenencia a Abrahán según la raza, no dan los frutos que Dios pide de ellos. Y por eso van a caer en el juicio que se avecina sobre ellos “Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga”

El mensaje del Adviento, con la cercanía de la Navidad, la fiesta del Dios con nosotros, es fundamentalmente mensaje de alegría y esperanza. Pero no hay nada más exigente que el amor y la fiesta. Por eso se nos invita en todo este tiempo a una clara y seria preparación. La llamada de Juan el Bautista no era solo para sus contemporáneos que le escuchaban “Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán” Y es que este mensaje es actual, Juan hace suyas las palabras que había proclamado el profeta Isaías, nos urge a que preparemos y allanemos el camino al Señor.

La conversión no es algo superficial, unas prácticas más o menos clásicas de oración y ayuno. Es un cambio de mentalidad, pues a todos nosotros, sin ser grandes pecadores, y desde nuestra propia existencia concreta, que puede ser sencillamente de pereza, tibieza o dejadez, se nos pide que en esta preparación a la Navidad que es el Adviento, a convertirnos, a reorientar nuestra vida, para preparar y celebrar bien la venida del Señor.

Dejemos que rebrote la vida en nuestros corazones, acojámonos mutuamente, preparemos y allanemos los caminos del Señor en nuestro entorno, y que los afanes de este mundo no nos impidan recibir al Señor que renace en Belén.

Feliz domingo, día del Señor, tiempo de adviento y feliz semana.

Primer Domingo de Adviento

27/11/2022

Primer Domingo de Adviento, con casi un mes de antelación comenzamos a preparar la Navidad, cuando todos hablan de las últimas semanas del año, nosotros hablamos de las primeras. Desde hoy y hasta el día del Bautismo del Señor, el domingo siguiente al día de la Epifanía, día de los Reyes Magos, van a ser siete semanas de tiempo fuerte en el que celebraremos la venida del Señor. Adviento, Navidad y Epifanía, venida, nacimiento y manifestación apuntan a que nuestro Señor se ha querido hacer presente en nuestra historia. Comenzamos la liturgia con la entronización del leccionario correspondiente al ciclo litúrgico, pregonamos el adviento, bendecimos la corona, y seguidamente encendemos nuestra primera vela, y nuestra primera banderola nos anima con las palabras “caminamos a la luz”

La primera lectura del profeta Isaías profetiza los tiempos futuros de justicia, de serenidad, y de salvación “En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor”. El salmo es un canto de alegría de los peregrinos que acuden a Jerusalén, donde encuentran paz y seguridad “Vamos alegres a la casa del Señor” El apóstol Pablo en la segunda lectura nos invita despertarnos de nuestros sueños “Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño” Jesús en el Evangelio nos apremia a estar atentos, a estar preparados, “estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”, nos invita a estar despiertos para recibirlo.

La visión del profeta Isaías es universalista, pues el profeta ve a judíos y paganos acudiendo gozosos al monte Sion, a Jerusalén “Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos” que es como un faro que guía a los viajeros y donde esperan que Dios les enseñe su ley y les instruya en sus caminos “caminemos a la luz del Señor”, así lo hemos reflejado en la primera banderola “caminamos a la luz” Allí encontraran todos la paz deseada, las espadas son convertidas en arados y las lanzas en hoces o podaderas “De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas”, dejaran de ser instrumentos de guerra para ser instrumentos de trabajo y para la paz “No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra”.

La segunda lectura de la carta a los Romanos del apóstol S. Pablo, nos dirige una advertencia urgente, nos llama a espabilarnos, a estar en vela “despertaros del sueño”, pues la salvación está cerca “la salvación está más cerca de nosotros”, la noche está para acabar y ya apunta el día. Nos amonesta a vivir no según las obras de las tinieblas, de la oscuridad, sino a vivir según las obras de la luz “La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz”, lo que significa revestirse de Cristo. Esto nos lleva a un estilo de vida que no sigue la oscuridad de la noche, sino la luz del día, pero con una exigencia: estar siempre despiertos, en vela, abrirnos a los valores principales de la vida.

En el Evangelio Jesús, en línea con las lecturas del profeta Isaías y S. Pablo, nos invita a la vigilancia, a estar despiertos, a mantenernos en vela, a estar atentos, a estar preparados ante la venida del Hijo del hombre. Jesús lo hace con dos comparaciones, una tomada del Antiguo Testamento, comparándolo con los tiempos de Noé “Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé”. Y la otra, está tomada de la vida cotidiana, donde el ladrón vendrá a desvalijar la casa cuando menos se le espera y por tanto debe el dueño de la casa estar preparado para que eso no suceda “estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”.

En el caso de Noé, tan solo una familia supo darse cuenta de lo que se le venía encima, el diluvio. Los que no supieron estar atentos quedaron anegados por las aguas de la tremenda inundación de proporciones universales. Y en la segunda comparación, el caso de la visita del ladrón que no avisa, por que debemos estar atentos para que no nos desvalijen la casa. También Jesús en otros momentos del Evangelio pone comparaciones de esta vigilancia. Los siervos que no saben cuándo volverá su amo, las diez vírgenes o muchachas que esperan al novio con las lámparas, cinco de ellas procuran provisionarse de aceite mientras las otras cinco no son previsoras, los talentos prestados que hay que hacer fructificar. La lección es la misma, no sabemos el momento ni la hora en que llegará el momento decisivo. Hay que estar preparados, con la casa en orden, con aceite en las lámparas “estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”.

El adviento no es tanto una cuestión de calendario, unas semanas de preparación a la Navidad, sino una actitud espiritual que debe durar todo el año y que en estos días intensificamos de un modo especial: la actitud de atención, de vigilancia, de espera activa, o como bien nos dice nuestro querido Emilio López Nava, en el video de la diócesis para este primer Domingo de Adviento, con esa palabra tan malagueña “aliquindoi”, que viene a significar eso mismo, o como esta otra expresión popular “estar al loro”, es decir estar atentos. Pues ¡Ánimo y dejémonos despertar! 

Feliz domingo comienzo del Adviento y día del Señor, feliz semana.

Solemnidad de Cristo Rey  

20/11/2022

Celebramos hoy la Solemnidad de Cristo Rey con la cual concluimos el año litúrgico. El domingo próximo con el Adviento, iniciaremos un nuevo ciclo, que nos hace participar un año más de la gracia de la salvación, volveremos a escuchar las enseñanzas Jesús, pero de la mano del Evangelista Mateo, este domingo concluimos con las lecturas del Evangelista Lucas. Esta fiesta es muy significativa, este último domingo, domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, nos hace poner nuestra mirada en Jesús como Cristo Rey, pero con una mirada puesta en la historia, del Reino que acontece en nuestra historia, que se está gestando y madurando continuamente hasta el final de los tiempos.

En la primera lectura, tomada del segundo libro de Samuel, trata sobre la unción del rey David, que es aceptado como rey primero por todas las tribus y luego por los ancianos que lo ungen “ellos lo ungieron como rey de Israel” En el salmo todas las tribus cantan alegres “Vamos alegres a la casa del Señor” como en la antífona que también hoy cantamos nosotros. San Pablo en la segunda lectura, de la carta a los Colosenses, nos traslada esa alegría, ya que hemos sido trasladados al Reino de Dios que hemos heredados gracias al Hijo “nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor”. En el evangelio Jesús es Rey, pero su reinado no se basa en el poder político, el económico o en la fuerza de las armas. En la cruz muestra su poder “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”

La primera lectura, nos habla de la unción de David, la historia de Israel cuenta con pocos reyes que se puedan considerar figuras del que iba a ser Rey del Universo en los planes de Dios, por eso precisamente se lee este texto del nombramiento de David como rey. Los representantes de las tribus de Israel, tanto del Norte como del Sur, Judá, le habían reconocido como sucesor de Saúl, le rinden pleitesía y lo ungen como rey apoyándose en la voluntad de Dios “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel” Jesús es hijo de David, el hijo que el profeta Natán le había prometido y que debía de ser rey, ocupar el trono de David su padre, y reinar para siempre, como le dijo el ángel Gabriel a María en la Anunciación.

En la segunda lectura, carta a los Colosenses, San Pablo destaca como nadie la realeza de Cristo, precisamente en este himno cristológico se alegra que Dios nos ha llevado al reino de su Hijo querido y describe una magnifica lista de títulos de Jesús: imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, todo fue creado por él y para Él, punto de consistencia de todo el cosmos, cabeza de la Iglesia, el primogénito entre los muertos… “Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz”. Pues en Él reside toda la plenitud y, además, en Él se ha realizado la reconciliación universal, por la sangre de su cruz.  No puede existir otro himno más apropiado para la fiesta de Cristo Rey.

El Evangelio a lo largo de todo el año litúrgico, nos ha venido enseñando que el reinado de Dios no es un Reino a modo humano, no es un reino de poder, de dominio…, sino que entiende la realeza de Dios como las actuaciones de Dios mismo en la historia en favor de su pueblo, es el caudillo de su pueblo, el jefe y el auxiliador, el Señor que lo cuida y lo defiende.  Jesús nos hace notar que ese reino anunciado ya está presente en medio de nosotros, es la presencia definitiva del Reino.

Pero el Reino tiene sus exigencias, que el evangelio las resume en dos actitudes fundamentales: conversión y fe, cambiar el corazón para incorporarnos al Rey, no a un rey terreno, dominador y opresor sino al Rey que viene a establecer un Reino de Paz, de verdad, de libertad de justicia y amor. No solo basta la conversión, sino que además cuando la fe es auténtica, la conversión y la misma fe pasan del corazón al comportamiento, de las actitudes a las obras, de los símbolos a la realidad. Esto es lo que le ocurre al ladrón, al buen ladrón al que la tradición lo nombra como S. Dimas, se produce en él toda una conversión.

Jesús no es un rey al modo humano, su reino no es de este mundo. El Evangelio nos muestra que la realeza de Cristo se revela de modo admirable en la cruz. Cristo reina desde la cruz, y esto es la paradoja cristiana, pues, Aquel que había sido anunciado que sería grande, que sería hijo del Altísimo y heredaría el trono de David, su padre, comenzará a reinar en un pesebre de un establo y reinará definitivamente en una cruz romana, en la cruz de los esclavos, y es que la realeza de Cristo se expresa en el servicio, en la entrega por todos los hombres. “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” Esta misma paradoja nos dice que la cruz habla de otro tipo de triunfo, de otra forma de victoria: la de la reconciliación que pasa por el perdón y la entrega.

Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.