11/05/2025
Estamos en el corazón del Tiempo Pascual, este Cuarto Domingo de Pascua, conocido tradicionalmente como el Domingo del Buen Pastor, la liturgia nos invita a reflexionar sobre la figura de Jesús como nuestro Pastor y nosotros, como su rebaño. Además, la Iglesia celebra hoy la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, un recordatorio de la llamada continua de Cristo a seguirlo y servir en su viña.
Las lecturas nos guían a través de la relación vital entre el Pastor y sus ovejas, la seguridad que encontramos en Él y el destino glorioso al que nos conduce. Consideramos estas verdades en un momento significativo para la Iglesia universal y para nuestra diócesis particular. La reciente elección de nuestro nuevo Papa, León XIV, y la mejora en la salud de nuestro querido obispo, Jesús. son signos de la providencia de Dios que cuida a su rebaño a través de los pastores que ha elegido. Nos alegramos por estos acontecimientos.
El Salmo, respuesta de este rebaño que escucha y sigue al Pastor, invita a servir al Señor con alegría y a entrar en su presencia con vítores, reconociendo que Él nos hizo y somos suyos. La pertenencia al rebaño del Buen Pastor es motivo de gozo profundo y constante, basado en la certeza de la bondad y fidelidad eterna de Dios.
Los Hechos de los Apóstoles, nos muestra cómo este rebaño se va congregando desde los primeros días de la Iglesia. Pablo y Bernabé anuncian la salvación a judíos y gentiles por igual, enfrentando desafíos, pero perseverando en la misión de reunir a las ovejas dispersas. Esta labor misionera es vital para que la voz del Pastor llegue a todos los confines de la tierra.
La lectura del Apocalipsis, nos ofrece una visión gloriosa del rebaño completo, una “muchedumbre inmensa” de “todas las naciones, razas, pueblos y lenguas”. Es una imagen de la universalidad de la Iglesia, un rebaño vasto y diverso que se reúne ante el trono del Cordero, que los apacienta y los conduce.
El Evangelio de San Juan, corazón de la liturgia de hoy, nos presenta las palabras de Jesús sobre el Buen Pastor. Él insiste en que sus ovejas “escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”. Esta es la base de la relación: escuchar la voz del Pastor, ser conocidos por Él y seguirlo. Jesús afirma categóricamente: “yo les doy vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano”. Y subraya aún más esta seguridad al decir: “Mi Padre, que me las ha dado, es mayor que todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre”. Aquí reside nuestra esperanza y seguridad: la protección del Pastor no es solo suya, sino que está respaldada por el poder inconmensurable del Padre. Esta seguridad no elimina las dificultades, pero nos asegura que el Pastor nos conduce hacia donde Él ha precedido.
La elección de un nuevo Papa, León XIV, nos recuerda que Cristo sigue guiando a su Iglesia a través de los sucesores de Pedro. El Papa es el pastor visible que preside en la caridad y la unidad a todo el rebaño universal de Cristo. Rezamos por él, para que el Buen Pastor le conceda la fortaleza y la sabiduría para guiar a su grey según su voluntad.
La recuperación de nuestro obispo, Don Jesús Catalá, es un motivo de gran alegría y una señal concreta de la ternura de Dios hacia nuestra iglesia particular. En su persona, reconocemos al pastor que cuida de nosotros, y su mejora de salud nos permite vislumbrar la continuidad de su servicio pastoral entre nosotros. Rogamos por él, para que el Señor complete su sanación y le siga dando fuerzas para apacentar esta porción de su rebaño que le ha confiado.
En este Año Jubilar «Peregrinos de Esperanza», somos invitados a vivir nuestra fe como un camino, una peregrinación. El tema del Pastor es esencial para el peregrino. ¿Quién nos guía en este camino? ¿Quién nos asegura llegar a buen puerto? Es el Buen Pastor, nuestra esperanza se basa precisamente en que no caminamos solos, sino guiados por la voz del Pastor que nos ha prometido vida eterna y nos mantiene seguros en sus manos y en las del Padre.
Que, en este domingo, al escuchar la voz del Buen Pastor en su Palabra y al reconocerlo en la Fracción del Pan en la Eucaristía, renovemos nuestra confianza en Él. Que aprendamos a discernir su voz en medio de tantos ruidos que nos dispersan. Que, como ovejas que se saben amadas y seguras en sus manos, caminemos con esperanza en este Año Jubilar, siguiendo los pasos de Aquel que nos ha precedido a la gloria.
Que el Buen Pastor nos bendiga y nos guarde siempre en su redil. Amén.









