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Domingo de Ramos

13/04/2025

Con el Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Santa, que concluiremos el Domingo de Resurrección. Durante estos días entraremos con Jesús en Jerusalén, lo veremos hacerse servidor humilde, morir en la cruz y resucitar para vencer a la muerte, toda una lección de amor, de entrega, de obediencia y de vida plena, para todo el que quiera seguirlo.

Después de haber preparado, durante la cuaresma, nuestros corazones con las practicas cuaresmales de ayuno, limosna y oración, hoy iniciamos, con toda la Iglesia, la celebración del misterio pascual de Nuestro Señor. Este año, además, nuestro caminar cuaresmal y nuestra entrada en la Pasión del Señor se ven enriquecidos por el espíritu de un Año Jubilar, un tiempo especial de gracia y renovación, donde nos reconocemos como “Peregrinos de esperanza”. La liturgia de hoy es algo singular, tiene una gran contraposición, por un lado, fuera del templo, la alegría y el júbilo por la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén en donde agitamos ramos y palmas, entonando ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!  Por otro lado, en el templo, la tristeza de la pasión donde la celebración se vuelve seria, ya no es de júbilo.

El tema central de las lecturas es: La humildad del Rey y el camino del sacrificio por amor. Fuera del templo aclamamos a Jesús con ramos y palmas y cantamos el Hosanna “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor!” Ya en el templo, escuchamos, del profeta Isaías, parte del tercer cántico del Siervo de Yahvé que es preludio y profecía de la pasión “Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos”. El salmo nos anticipa y anuncia también la pasión y la sensación de aparente abandono que recita Jesús en la cruz “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Pablo en la segunda lectura nos da el mensaje central de la pasión “Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre sobre todo nombre”. El evangelio nos trae la versión de Lucas de la pasión con su particular “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”

Fuera del templo, Jesús que viene en nombre del Señor, lo aclamamos con ramos y cantos porque es nuestra Paz. Viene montado en un pollino, signo de la sencillez, la entrega y la paz ante todo “Paz en el cielo y gloria en las alturas”, la reconciliación entre las personas y los pueblos.

Ante la dificultad, la negación de los suyos, del abandono de los cercanos y hasta el aparente abandono de Dios, ni se resiste ni se echa atrás así lo anuncia Isaías en el cántico que hemos escuchado: “El Señor me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento”. Confía en la entrega del Padre, nunca quedará defraudado, así lo cantamos en una de las estrofas del salmo “Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere”

 Pablo, en este himno que hemos oído de la carta a los Filipenses, siendo de condición divina, el Hijo de Dios, toma obedientemente la condición de esclavo y se humilla hasta la entrega total. Por eso Dios lo exalta y le da el “Nombre sobre todo nombre”. Clavado en la cruz sigue siendo Vida acogiendo con él a todos los crucificados de la vida por el desamor, la duda, la violencia, la guerra… donde parece reinar la muerte hay promesa de Vida, pero Vida a lo grande.

El evangelio, de hoy es el relato de la pasión según Lucas, que volveremos a leer el Viernes Santo, pero será según la versión del apóstol Juan.  Pero de este relato de hoy podemos destacar el perdón, la confianza y la entrega a Dios. Así como el Viernes Santo reflexionamos sobre las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, hoy lo hacemos desde Siete Palabras de la Pasión:

La Eucaristía: “tomad esto, repartirlo entre vosotros”. Pan y Vino, Cuerpo y Sangre, que se entregan para Vida del mundo.

El Servicio: “el mayor entre vosotros entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve”

La Obediencia: “no se haga mi voluntad, sino la Tuya”

La Grandeza: “¿Tú eres el Hijo de Dios? Vosotros lo decís, yo lo soy” “¿Eres tú el rey de los judíos? Tú lo dices”

El Perdón: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”

La Promesa: “hoy estarás conmigo en el Paraíso”

La Confianza en Dios: “Padre a tus manos encomiendo mi espíritu”

Aclamemos al Señor con alegría: su venida nos trae la paz y la reconciliación de unos con otros y de todos con Dios Padre. Y por intercesión de María, Reina de la Paz, para que la paz alcance a todos los pueblos de la tierra.

Feliz Domingo de Ramos.

Horarios y Celebraciones Semana Santa 2025

DOMINGO DE RAMOS: Misas a las 9:00h a las 12:00h y a las 19:30h

MIÉRCOLES SANTO: Misa a las 19.30h y después Viacrucis desde la Parroquia al Cristo del Cardón.

JUEVES SANTO, Oficios a las 16:00h.

MONUMENTO: Casa nueva de los verdes. Del Jueves Santao al Viernes Santo, durante toda la noche.

  • VIERNES SANTO:
    • Hora Santa a las 12:00h en la nueva casa de los Verdes
    • Oficios a las 16:00h
  • SÁBADO SANTO: Vigilia Pascual a las 23:00h
  • DOMINGO DE RESURRECCIÓN: Misas:
    • A las 10:00h
    • A las 12:00h
    • A las 19:30h

V Domingo De Cuaresma

06/04/2025

Nos aproximamos al final de la Cuaresma, tiempo en el que hemos profundizado en el encuentro con el Señor, compartiendo la fe, la oración y la vida con el prójimo. Pero seguimos recorriendo con Jesús el camino cuaresmal hacia la Pascua, finalizamos nuestros domingos de Cuaresma para comenzar nuestra Semana Santa. Hoy Jesús nos enseña sobre el perdón, Dios nunca condena a nadie, siempre nos tiende la mano, siempre está cerca del que sufre y tapa la boca de los que más tienen por qué callar.

El tema de las lecturas es la acción salvadora de Dios manifestada en perdón, renovación y la promesa de vida eterna a través de Jesús, a pesar de la oposición y las caídas humanas, llamando a una respuesta de fe y transformación.

En la primera lectura, el profeta Isaías nos invita a levantar la cabeza. No estamos condenados a repetir lo antiguo, ni a someternos a una vida caduca y rutinaria “Mirad que realizo algo nuevo; daré de beber a mi pueblo”. Hemos de ponernos en camino, atravesar los desiertos de la vida, con la confianza en que Dios no nos abandona. En el salmo, el pueblo reconoce la grandeza del Señor por haberlos hecho volver del cautiverio, llenándolos de alegría y cantares, cantando “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres”. San Pablo considera todo como pérdida y basura comparado con el conocimiento de Cristo Jesús, “Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” por quien lo ha perdido todo para ganar a Cristo y alcanzar la justicia que viene de la fe en Él, esforzándose por la meta. El evangelio nos lanza una nueva invitación a dejarnos interpelar por Jesús, a no condenar y perdonar “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”.

En primera lectura, del profeta Isaías, habla de la experiencia del pueblo que regresa a Judá y Jerusalén después de su exilio en Babilonia. El camino emprendido, un nuevo éxodo, una nueva travesía como la que tuvieron sus antepasados por el desierto, con lo que ello supone, sed, hambre,  … Regresan de estar exiliados, desterrados y apartados de sus tierras, regresan de una tierra que no aman y que no les pertenece. Es un pueblo que vuelve a empezar, no están condenados a vivir siempre en el exilio, algunos se habitúan a su status quo y no quieren regresar, permanecen inmóviles.  Lo antaño les paraliza, solo acepta la sumisión “No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?”. Lo nuevo, Dios, hace que broten ríos en los desiertos “Abriré un camino en el desierto, corrientes en el yermo”. Algo nuevo, sorprendente, distinto está brotando. Hay que ponerse en camino, sabiendo que Dios no nos abandona “para dar de beber a mi pueblo”. Así lo manifiesta el pueblo que regresa, en una estrofa del salmo leemos “Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas”

San Pablo, en su segunda carta a los Filipenses, echa la mirada atrás, a su vida pasada con sus títulos de hebreo y fariseo, su antiguo status quo, jactándose de haber sido un ardiente militante contra la Iglesia naciente. Pero después de conocer y de haber sido alcanzado por Cristo, todo lo anterior lo considera basura “Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” es su vida nueva en Cristo. Pablo afirma haber conocido la muerte de Jesús, sus padecimientos vividos y experimentados en sus carnes en las persecuciones, con el deseo de conocer su Resurrección. El único objetivo de y sentido de la vida de pablo es Jesús, su Señor. Pero como en la primera lectura todo deja atrás lo anterior y se lanza hacia lo que está por delante “olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante…”

El Evangelio, este domingo según san Juan, no presenta a una mujer condenada a muerte por lapidación; macabro modo de ejecución que aún pervive en la actualidad en algunos países. Los escribas y fariseos, aprovechan este episodio para poner a prueba a Jesús. Quieren cogerlo en una trampa y tener de qué acusarlo. Jesús, da salida a la situación desenmascarando a los falsos piadosos, echándoles en cara su pecado y salvando a la mujer. Ella dejó atrás su vida anterior, su status quo, “Anda, y en adelante no peques más” siguiendo a Jesús en su nueva vida. Jesús dice una sentencia que aún hoy sigue resonando, “Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado? Ella contestó: Ninguno, Señor. Jesús dijo: Tampoco yo te condeno” nadie puede ser juez inmisericorde de otra persona. Jesús nos invita de forma directa a que nos miremos a nosotros mismo antes de juzgar y condenar a otros.

Que el Señor nos ayude a no olvidar esta escena del evangelio y sus palabras. No juzguemos y no condenemos a nadie. Y por la intercesión de María, la Reina de la Paz, pedimos y rogamos por la paz en el mundo.

Feliz domingo día del Señor y feliz semana.