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Solemnidad Navidad 2025  

Feliz Navidad, llegó gran después de estar preparando durante las cuatros semanas de Adviento, durante este tiempos hemos escuchando al profeta Isaías, que también nos habla hoy, en la misa del día de Navidad,  en la primera lectura  nos anuncia que el Señor va a mostrar su Gloria a todas las naciones, a todos los pueblos, todos verán la salvación de Dios: “Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios”. Llega a nuestros corazones la alegría de la salvación: “aclama al señor tierra entera; gritad, vitoread, tocad”.

La solemnidad de la Navidad, es tal, que cuenta con cuatro misas, cada una con sus lecturas propias: vigilia o vísperas, noche o del gallo, aurora o de pastores, y la del día de Navidad. En la misa de vigilia no hay ningún texto navideño en sí mismo, sino que leemos las promesas de Dios y el anuncio del nacimiento del Hijo, que aún no ha nacido, por boca de Mateo, volvemos a leer la genealogía de Jesús que ya leímos el viernes 17 de diciembre. En la misa de la noche, o del gallo, la más popular, leemos el acontecimiento del nacimiento del Salvador en Belén de Judea por boca de Lucas, mientras que Isaías nos habla de que el pueblo que vive en la oscuridad ha visto una gran luz y la carta de san Pablo a Tito nos dice que el amor de Dios se ha revelado a todos los pueblos. En la misa de la aurora, o de los pastores, leemos la continuación al relato del nacimiento, o sea, la adoración de los pastores. Y finalmente, en la misa del día leemos el prólogo del evangelio de san Juan, que afirma que “la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”. En definitiva, nos habla de Cristo, eterno desde siempre, como Palabra y como Luz. Las otras lecturas, de esta misa de Navidad, nos hablan de la salvación de Dios, que nos ha hablado en la persona del Hijo.

En esta última misa, de la Natividad, escuchamos al profeta Isaías invitándonos a la esperanza porque Dios “el Señor ha consolado a su pueblo” y que la salvación de Dios se extiende a todo ser humano, a toda nación y a todo pueblo. En el salmo proclamamos la salvación de Dios, que se extiende hasta todos los confines de la tierra “Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios”, porque su Encarnación en este mundo es una Buena Noticia, Evangelio, para toda la humanidad. En la carta a los Hebreos, llegada la plenitud de los tiempos, Dios nos habla por medio de su Hijo, antes lo hacía por los padres y profetas, ahora con un acento más claro, es el mismo quien nos habla, el mismo nos visita, nos redime, termina y concluye el camino de la revelación: “En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo”. En el Evangelio, el prólogo del Evangelio de Juan, la Palabra ya existía y la Palabra es Dios mismo, por él fueron creadas todas las cosas, se hizo carne y acampó entre nosotros: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria”. Unámonos a los coros celestiales y cantemos al unisonó, como se lee en el evangelio de la misa del Gallo: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”

En Belén ha nacido un niño en el que podemos ver el rostro de la misericordia del Padre, el resplandor de su Gloria. Nació como uno de tantos, creciendo como uno más, compañero de gente sencilla, amigo de pecadores y excluidos, se ha hecho carne la Palabra del Padre. En medio de nuestras oscuridades ha aparecido la Luz que ilumina, da sentido a la vida y llena de esperanza el corazón.

Que Nuestro Señor continué naciendo constantemente en nuestros corazones, recibámoslo con alegría y confianza para recibir el mejor don que podemos recibir: ser hijos de Dios.

Feliz Navidad y un fuerte abrazo.

Feliz Navidad!

«Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.»                                Lc 2, 6-7

Anoche celebramos el nacimiento del Salvador, del Mesías, de nuestro Señor!!

Que Jesús siga naciendo y creciendo en vuestras vidas 🤍✨️✨️

Os dejamos algunas imágenes de anoche,

X Aniversario Matrimonios

Hoy domingo 22 de diciembre, hemos celebrado el X aniversario de varios matrimonios que se casaron en nuestra parroquia.

Ha sido un encuentro donde hemos rezado, han renovado sus promesas matrimoniales, compartido el testimonio de su amor y hemos dado gracias a Dios por cada una de sus familias.

Cuarto Domingo de Adviento

22/12/2024

Cuarto Domingo de Adviento nos centramos en la preparación inmediata de la Navidad. El tono de estos días, que comenzamos el día 17 de diciembre, es más navideño y se destaca la centralidad de María y la inminente llegada del Señor. Estamos a punto de comenzar la Navidad, en la que conmemoramos la primera venida del Hijo de Dios, y dirigimos también nuestros pensamientos hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos, del retorno del Señor, pero en gloria y majestad.

Una posible síntesis de las lecturas puede ser esta: El profeta Miqueas nos pide que no despreciemos lo pequeño, lo insignificante, lo que no cuenta: Belén es una aldea pobre en la montaña de Judá “Y tú, Belén de Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel”. Con el salmo cantamos “Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve” con la que pedimos a Dios la salvación. La segunda lectura, Hebreos, nos adentra en lo novedoso: la salvación no viene de la repetición de holocaustos y sacrificios animales, sino de la entrega de Cristo “Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni victimas expiatorias”. El evangelio nos invita a contemplar a María, mujer humilde, creyente “Bienaventurada la que ha creído”, que espera en Dios y en su salvación.

La profecía de Miqueas se mueve en el mesianismo davídico, David es el pastor de Israel, el más pequeño e insignificante de todos. La teología de lo pequeño, de lo último, aparece con frecuencia la Biblia: Jacob es el hermano menor, el reino de Israel proviene de las últimas tribus de José y Benjamín. David es el menor de sus hermanos, la salvación viene de lo pequeño. El mesías no nacerá en un palacio lujoso de Jerusalén, Miqueas apunta a lo pequeño, a la aldea insignificante y perdida de la montaña, de la que saldrá el que pastoreará a Israel “pastoreará con la fuerza del Señor”

En la carta a los Hebreos, la salvación anunciada por los profetas llega a su cumplimiento. La oblación de Cristo, se sitúa en el ámbito de la obediencia incondicional a Dios “He aquí que vengo para hacer tu voluntad” y definitivamente “una vez para siempre” con Cristo hemos entrado en el tiempo definitivo de la salvación.

Los tres domingos anteriores de Adviento nos propusieron a tres figuras humanas: primero, de forma colectiva, los profetas, portadores de conversión y esperanzas; segundo a Juan Bautista, figura mitad profética, mitad mesiánica, y hombre provocador; y tercero, una sencilla y humilde mujer judía, que vive en Galilea, tierra precisamente de gentiles. Los tres tienen en común que apuntan al futuro, creen en Dios y anuncian esperanza. Dios anuncia que hay futuro y que hay esperanza, y se sirve del anuncio de que va nacer un niño, por medio del profeta Isaías; de que las situaciones y las personas pueden ser distintas, como así lo manifestó Juan Bautista; de que una joven y humilde virgen lleva en su seno la vida plena de Dios, mediante María.

Pero el evangelio de este último domingo de Adviento habla del encuentro de dos mujeres, de abrazo de dos tiempos de salvación, de bendición, de fe y de cumplimiento. La primera mujer es María que porta en su seno a la promesa misma, a Jesús. La segunda, Isabel, lleva en su seno a Juan, el precursor y el nexo de unión con la profecía de todo el Antiguo Testamento. Ambas son portadoras, Isabel del precursor y María del realizador de la nueva alianza. Son dos mujeres que se abrazan, al mismo tiempo abrazan dos tiempos de salvación, el de Israel y el de la Iglesia, el nuevo Israel.

El evangelio habla también de bendición, María ha sido bendecida por Dios y su Hijo es la Bendición. Habla de fe, María es bienaventurada; es bendita porque cree, confía, espera y obedece en Dios y al mismo Dios. Habla de cumplimiento, María posibilita el cumplimiento de la espera del tiempo de salvación. Y habla de servicio, porque María, tras dejarla Gabriel “se levantó, y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel”. Tras el anuncio, María se pone en acción, con celeridad, se pone a servir a su pariente Isabel.

Contemplemos a María como modelo de fe que, desde su sencillez, desde su madurez, que acepta que Dios lleve por medio de ella su plan. María es modelo de espera y entrega a Dios.

Abramos nuestro corazón y esperemos llenos de fe, esperanza y caridad la venida del Señor.

Feliz domingo día del Señor, alegraos el Señor ya está es muy cerca.