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Conmemoración de los Fieles Difuntos

02/11/2025

 Después de haber celebrado la Solemnidad de Todos los Santos, llega el turno de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, que complementa la fiesta de ayer, y que este año coincide en domingo. Nos reunimos, como es nuestra tradición, para recordar a nuestros seres queridos que han pasado de esta vida, a una vida junto a Dios, Es un día marcado por la nostalgia y la fe, donde el dolor de la ausencia se mezcla con la esperanza cierta de que están en el Señor.

Jesús nos ofrece el consuelo esencial en el Evangelio de San Juan: “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí”.

Al mirar la muerte, es natural que nuestro corazón experimente el dolor y la aflicción. La primera lectura, del libro de las Lamentaciones, da voz a este sufrimiento humano cuando el orante exclama: “Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha”. Es el eco de la desesperación: “se acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor” Este es el mismo sentimiento que nos lleva a clamar con el salmista “Desde lo hondo a ti grito, Señor”

Sin embargo, en medio de la catástrofe y la amargura, la fe nos recuerda el fundamento de nuestra esperanza. El orante de Lamentaciones, atribuidas al profeta Jeremías, trae a la memoria que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión. El creyente confía en Dios y espera en su misericordia, una salvación que, aunque se difiere en el tiempo, es firme y segura. Por eso, nuestra alma espera en el Señor, aguardándolo “más que el centinela la aurora”

San Pablo, en su carta a los Romanos, nos revela el significado profundo de nuestra unión con Cristo. Cuando fuimos bautizados, fuimos sepultados con Él en la muerte. Y si estuvimos unidos a Él en una muerte como la suya, “lo estaremos también en una resurrección como la suya”

Esto significa que, para el creyente, la muerte no es una disolución final, sino el paso a una nueva vida. Hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, y si morimos con Cristo, también sabemos que viviremos con Él, pues la muerte ya no tiene dominio sobre Jesús.

Al final, nuestra fe nos garantiza la meta. Jesús sabe que nos inquietamos, como sus discípulos, por la incertidumbre del destino. Por eso nos ofrece la máxima garantía: “En la casa de mi Padre hay muchas estancias… Voy a prepararos sitio.”

Y a la pregunta sobre cómo llegar, Jesús nos entrega su identidad: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” Él es la senda que orienta, la verdad que da dirección y la vida que derrota a la muerte.

No estamos a ciegas, hemos sido hechos para vivir en Dios. La conmemoración de hoy no es un simple recuerdo, sino una reafirmación de que estamos llamados a la gloria. Nuestros difuntos han recorrido su camino. Ahora, nos corresponde a nosotros seguir las huellas de Jesús.

Sigamos el Camino que es Jesús, sin temor, pues sabemos que el amor y todo lo bueno que Dios nos da no se desperdicia nunca. Estamos hechos para la alegría de estar con Dios en la otra realidad.

Confiemos nuestros difuntos a Dios, con la certeza de que la vida, en Cristo, no acaba en la muerte. Hay futuro. Tenemos futuro. ¡Confianza! Amén.

Feliz domingo día del Señor, conmemoración de los Fieles Difuntos, y feliz semana.

Solemnidad de Todos los Santos 01/11/2025

Hoy solemnidad de Todos los Santos celebramos el misterio de esa multitud innumerable de personas que ya gozan de Dios y siguen en comunión con nosotros. Es la fiesta del triunfo de los Santos, no solo de los reconocidos por la Iglesia, los canonizados, sino también de todos aquellos que han sido fieles al Evangelio, de los que han vivido en el amor, a los que el Señor ha llevado a la gloria del cielo. Se trata de una fiesta que trasmite alegría y optimismo, que ha caldo muy hondo en nuestra sensibilidad junto con la que celebraremos mañana con el recuerdo de los difuntos. Es una fiesta en la reafirmamos nuestra fe “Creo en la comunión de los Santos” pues alegrémonos todos en el Señor y celebremos la esta festividad en honor de todos los Santos.

El libro del Apocalipsis, nos dice que la santidad no es cosa de unos pocos, sino que es cosa de todos “Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas” de aquellos que buscan a Dios, como lo cantamos la antífona del salmo “Esta es la generación que busca tu rostro, Señor”. S. Juan en la segunda lectura nos habla acerca de que vivir la plenitud de vida cristiana no es otra cosa que llegar a la unión íntima con Dios “Veremos a Dios tal cual es”. El Evangelio muestra que el camino de santificación del cristiano, pasa por la cruz y la resurrección “Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

Hoy tenemos un reconocimiento especial los santos anónimos, no canonizados pública y oficialmente, pero cargados y llenos de vida evangélica, de vivencia de las bienaventuranzas, de experiencia de Dios, de sentimientos, de obras de caridad, de misericordia, de compromisos con la justicia y la solidaridad, especialmente con los más pobres y necesitados. Es el día de la santidad presente en tantas personas que han reflejado en su vida el rostro de Dios. Ellos ya alcanzaron la eterna bienaventuranza, son Iglesia celeste, Iglesia glorificada. No tuvieron vidas mediáticas, ni populares, no ocuparon las primeras páginas de revistas y noticieros, sus obras no llaman la atención. Han sido personas normales y corrientes, cuyo milagro ha sido dejarnos su testimonio, transmitirnos la fe. Ellos arraigaron la santidad en la vida de cada día, en la cotidianeidad, y su recompensa ha sido grande en el cielo.

Esta fiesta nos llama a verificar y comprobar nuestras ideas sobre la santidad. Nos obliga a recuperar la memoria de tanta santidad escondida detrás de esas vidas anónimas, que, según el Apocalipsis, son multitud. Es una fiesta en la que renovamos la profesión de fe en la comunión de los Santos. Junto a ellos, Iglesia glorificada que está junto al Señor, nosotros que somos Iglesia que camina y peregrina por esta tierra, y juntos con los ángeles nos unimos en un mismo canto de alabanza a Dios. Así lo hacemos cuando entonamos en comunión, con el coro de ángeles y de los Santos, a una misma voz “Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en el cielo”, es lo que hacemos en cada celebración de la Eucaristía, en cada celebración de gracias, en cada misa.

Que su ejemplo de santidad cunda en todos nosotros, y que sea testimonio para generaciones futuras. Feliz día de Todos los Santos.

Horarios de misas festividad de todos los Santos y fieles difuntos

El próximo sábado, 1 de noviembre, la Iglesia celebra la Solemnidad de todos los Santos.

Las misas serán en la parroquia:

Mañana: 9:00h y 12:00h

Tarde:  19:30h

A las 17.00h rezo del Santo Rosario, en el cementerio.

El domingo 2 de noviembre, Conmemoración de los Fieles Difuntos,

Misas en nuestra parroquia:

Mañana: 9:00h y 12:00h

Tarde a las 19:30h.

Invitación al Coro Sábado tarde

Somos el coro de la misa del sábado por la tarde. Estamos convencidos de que nuestra función es animar con el canto la oración de la asamblea. No se trata de que solo nosotros cantemos, sino de que ayudemos y animemos a cantar a todos.

Por eso queremos invitaros a todos los que participáis de la Eucaristía del sábado por la tarde (y a todo el que así lo desee) a uniros a nuestro próximo ensayo, que será el miércoles 29 de octubre a las 8:00 de la tarde en la misma Iglesia. Estáis todos invitados. Os esperamos.

XXX Domingo Del Tiempo Ordinario

26/10/2025

 XXX del Tiempo Ordinario, hoy es la campaña de las personas sin hogar 2025 cuyo lema es “Sin hogar, pero con sueños”, también serán bendecidos por nuestro obispo los remozados y ampliados salones parroquiales. Si el pasado domingo Jesús nos instruía sobre la oración, en este sigue enseñándonos sobre el mismo tema, poniendo el acento sobre las disposiciones interiores necesarias para orar bien y ser escuchados, en la actitud humilde que hemos de tener ante Dios. Vamos a escuchar como Dios tiene debilidad y preferencia por los que sufren, por todas aquellas personas que piden con lágrimas, con dolor, con verdadera necesidad.

Una síntesis de las lecturas puede ser esta:  La lectura del libro del Eclesiástico, también llamado Sirácida por su autor Jesús Ben-Sirá nos enseña que Dios tiene predilección por los pobres y humildes “La oración del humilde atraviesa las nubes” El salmo insiste en esta predilección “El Señor está cerca de los atribulados”, es un salmo dirigido sobre todo a animar a los humildes. Si la primera lectura habla de los gritos del pobre, el salmo también se hace eco de esos gritos. S. Pablo en el final de la segunda carta a Timoteo, expresa su confianza en que Dios no le abandonará. Como no le ha abandonado a largo de su azarosa vida de apóstol “me está reservada la corona de la justicia” Lucas trae un relato muy contundente con tres de sus temas más recurrentes: misericordia, los excluidos y la oración “dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás”

La lectura del libro del Eclesiástico afirma que Dios es justo y no puede ser imparcial, es un juez justo que hace justicia al pobre “escucha la oración del oprimido” y que los gritos de los pobres llegan a Él y no se mantiene neutral, ecuánime ante la injusticia y las suplicas de los oprimidos “No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento”  Ante la pobreza, la opresión y la injusticia hay necesidad de orar con humildad, y la humildad inexorablemente va acompañada de la confianza. El que ora con humildad, puede estar seguro de ser escuchado, es lo que cantamos en la antífona del salmo “El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó”

La segunda lectura es la conclusión de la segunda carta de Pablo a Timoteo, esta se relaciona con el tema de la oración de dos modos. En primer lugar, Pablo expresa su confianza en Dios “El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial se encuentra en la cárcel, su vida está amenazada, está apunto de ser condenado a muerte. Sin embargo, no pierde la confianza en Dios, sabe que el Señor le librará. En segundo lugar, corresponde a la oración cristiana, así lo expresa Pablo “nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron” adoptando una actitud de indulgencia incluso con aquellas que se muestran indiferentes y hostiles, Pablo tenia derecho a ser defendido, pero nadie intervino en su favor y no se lo tiene en cuenta “¡No les sea tenido en cuenta!”   

 En el Evangelio Lucas, Jesús nos cuenta una parábola que compara la actitud de un fariseo y publicano ante la oración. Sus actitudes contrastan por completo entre sí, el fariseo está de pie; el publicano, en cambio, se mantiene a distancia, ni siquiera se atreve a levantar los ojos al cielo y se da golpes en el pecho.

El fariseo está lleno de si mismo y da gracias a Dios por no ser como los otros “fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano” con esta actitud se cree que es grato a Dios. Seguidamente le expresa a Dios sus méritos: ayunos, diezmos, … pensando que de este modo será escuchado por Dios.

Sin embargo, el publicano no hace una oración larga, sino humilde, se golpea el pecho “se golpeaba el pecho diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador” a lo que Jesús concluye “Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” La ración del fariseo, a diferencia con la del publicano, no había sido agradable a Dios.

Se trata de dos actitudes religiosas muy diferentes. Jesús nos pone en guardia contra la tentación de orar como un fariseo, que presume de ser justo y desprecia a los otros. Si queremos que Dios nos escuche hemos de estar llenos de misericordia, de bondad y de compresión por los otros, no separados de ellos, sino presentarnos antes Dios junto a ellos, puesto que Dios quiere perdonar y acoger a todos sus hijos.

Al final Jesús dice: “Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” Si una persona se llena de si misma, se cierra a Dios, no hay lugar en ella la gracia de Dios, solo hay sitio para la complacencia en sí misma. En cambio, el que es humilde, el que reconoce sus propias debilidades y sus propias culpas, está disponible a la misericordia de Dios. Imitemos al publicano que se acerca a Dios con humildad.

Feliz domingo, día del Señor, y feliz semana.