En un ambiente de fraternidad y oración, la comunidad parroquial de San Sebastián e Inmaculada Concepción celebró su asamblea anual para discernir y aprobar los objetivos pastorales y las acciones que guiarán la vida parroquial durante el curso 2025-2026.
La reunión, presidida por el Párroco Manuel Márquez Córdoba, contó con la participación activa de los distintos grupos y equipos que forman parte de la parroquia.
Tras un momento inicial de oración, se trabajaron y votaron las propuestas aportadas por el equipo sacerdotal y los diferentes grupos parroquiales.
Luego de un diálogo enriquecedor, se aprobaron los seis objetivos principales que marcarán el caminar conjunto durante el nuevo curso junto con la práctica totalidad de sus acciones correspondientes.
Entre los acuerdos más destacados, se subrayó la importancia de orar juntos la petición del mes, fomentando la oración tanto personal como comunitaria.
Asimismo, se acordó impulsar la adoración al Santísimo, con especial dedicación los martes y jueves.
Otro de los compromisos asumidos fue profundizar en el sacramento de la confesión, ofreciendo charlas formativas y recordando los momentos disponibles para el sacramento de la reconciliación.
En el ámbito de la comunicación, se decidió dar mayor visibilidad a los grupos parroquiales a través de la web, así como elaborar un cartel mensual informativo con todas las actividades comunes.
Finalmente, la asamblea concluyó con la elección del objetivo diocesano que acompañará a la parroquia durante el curso, en sintonía con las prioridades marcadas por la diócesis.
El encuentro finalizó en clima de oración y de acción de gracias, en el que toda la comunidad se encomendó al Señor para que estos objetivos sean verdaderos instrumentos de crecimiento en la fe y en la comunión fraterna.
En los domingos anteriores Jesús nos enseñaba acerca de la actitud de ante los méritos y reconocimientos, nos ha enseñado a ser agradecidos ante Dios y que la salvación es universal, es para todos, en este XXIX Domingo del Tiempo Ordinario nos instruye sobre la oración. Este es domingo lleno de actividades y contenido, coincide con el día de la catequesis cuyo lema es “Intuir la esperanza, sembrar la fe”, llevaremos a cabo, en cada Eucaristía, el rito de envío de todos los que tienen alguna tarea pastoral en la parroquia. Es también el domingo del DOMUND “Misioneros de esperanza entre los pueblos”
El libro del Éxodo, muestra la eficacia de la oración de Moisés por su pueblo. Israel se tiene que defender de los ataques de Amalec, de los amalecitas, y su victoria depende por completo de la oración de Moisés, el texto nos dice que mientras tenía el alto la mano vencía Israel, en caso contrario lo hacía Amalec. Así se manifiesta la eficacia de la oración, la necesidad de una oración perseverante e insistente. Los israelitas encuentran el medio para hacer posible una oración perseverante por parte de Moisés, el cual se puso en alto en una colina para rezar a Dios, le sentaron e hicieron que Jur y Aarón les sostuvieran los brazos en alto, para mantener a Moisés en actitud de súplica “Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa”
El salmo responsorial refleja muy bien esta situación, así cantamos en la primera estrofa “Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”.
La segunda lectura continúa aún con la segunda carta de Pablo a Timoteo y en esta ocasión insiste en la fe. Afirma que las Escrituras pueden instruir para la salvación, pero que esta se obtiene por medio de la fe en Jesucristo “ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”. Las Escrituras son un don, un regalo de Dios a todos nosotros, pero este regalo hay que acogerlo mediante la fe. Si alguien las lee sin fe, entonces son texto muerto y no un texto vivificante. Sin embargo, si alguien lee las Escrituras con una actitud de fe, se vuelve vivificante y útiles para todo, para enseñar, reprender, corregir, educar, con educación y pedagogía, equipa al hombre para toda obra nueva “proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina”
En texto del Evangelio Lucas parece que haya sido escrito para nosotros y nuestros contemporáneos. El hombre de hoy aprecia la eficacia, el ingenio, el trabajo humano y parece no necesitar a Dios para construir el su mundo, poniendo su confianza en la técnica y el trabajo que le traerán la salvación. Pero cuando fracasa en sus proyectos e instituciones, cuando se encuentra ante una situación compleja, ante una enfermedad, catástrofe natural, que como casi siempre se ceba con los más pobres, no es extraño presentarles la quejas a Dios. Algo muy humano, Jesús también lo hizo de forma clara y desgarradora en la cruz “Por qué me has abandonado”, pues en nuestras vidas también hay momentos de turbulencia y de dolor intenso. Los cristianos hemos experimentado a Dios y su amor, por eso necesitamos presentarles nuestras necesidades, nuestras quejas o manifestar nuestro agradecimiento.
En este caso Jesús se sirve una parábola, de una viuda que insistentemente ruega aun juez injusto, corrupto y sin temor de Dios, a que le haga justicia. El juez por no escucharla le hace justicia “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”. Y si este juez que era nada ejemplar actúa así, pues imaginemos como actuará Dios en nuestra insistencia en la oración “Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar”. Pues, así como la viuda, oramos insistentemente y presentamos nuestras vidas a Dios, le pedimos que nos ayude con confianza, insistencia y perseverancia en la en la oración, pues la oración perseverante refuerza nuestra relación personal con Él. La base de nuestra relación personal con Él es orar con insistencia y con actitud de fe.
Orar pidiendo a Dios no significa tratar de convencerle, sino de entrar en comunión con Él. Dios quiere nuestro bien. Jesús acaba la parábola con una pregunta desconcertante “cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” Hay exigencias del evangelio que son fe y oración son difíciles de asumir.