09/10/2022
El pasado domingo Jesús nos enseñaba acerca de la actitud de querer recibir méritos y reconocimientos por hacer lo que tenemos que hacer, nos enseñó a no llevar contabilidad de nuestros méritos, y seguir trabajando con humildad y confianza. En este XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario nos instruye con otra enseñanza parecida, nos enseña a saber ser agradecidos ante Dios. Nos enseña también que la salvación no es solo para una elite, sino que es universal, como es el caso de Naamán y del samaritano, ambos sanados por la lepra, por lo que son agradecidos y dan gracias a Dios. Coindice, en nuestra parroquia, este domingo el gesto del envío de todos los miembros y agentes activos de la comunidad parroquial catequistas, salud, caritas, liturgia, formación, coros, … todos aquellos que de alguna manera u otra son enviados para cualquier tarea que tiene que ver con la parroquia y su misión evangelizadora. Siguen también algunos miembros de la comunidad con el rezo del Rosario de la Aurora y posterior misa de Alba. Y nuestros hermanos de la cofradía de “los verdes” entran de lleno en los actos conmemorativo del 75 aniversario de Ntra. Sra. de la Soledad, desde estas líneas las felicitaciones de toda la comunidad parroquial.
La síntesis de las lecturas puede ser: La primera lectura, del Segundo Libro de los Reyes, nos enseña que la salvación no solo es para los judíos sino para todos los hombres de cualquier raza, pueblo o nación, nos presenta la curación de Naamán, un militar sirio, que, curado de la lepra por el profeta Eliseo, se convirtió al único Dios verdadero, el Dios de Israel “Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel”. El salmo se hace eco de esta gratitud, la salvación de Dios llega también a los extranjeros, así cantamos en la antífona “El Señor revela a las naciones su salvación”. S. Pablo en la segunda lectura, viene a decirnos que el que abre los ojos y el corazón reconoce que el Señor sale a nuestro encuentro ante situaciones dolorosas “si perseveramos, también reinaremos con Él” De manera análoga, el samaritano del Evangelio, sanado por Jesús, junto con otros, fue el único capaz de volver a Jesús dándole gracias; y esa fe le salvó “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.
En la lectura del Segundo Libro de los Reyes, pasaje del ciclo de Eliseo, sucesor del profeta Elías, en donde leemos como un general extranjero, Naamán, que padecía de lepra, obedece, aunque al principio le parece casi sin sentido, pues la orden del profeta que lo envía a bañarse siete veces en el Jordán, río insignificante comparado con los grandes ríos Tigris y el Éufrates, de donde procedía Naamán. Cumplió con lo que le mando Eliseo y quedo sano de la lepra, y expresó efusivamente su gratitud hacia el Dios de Eliseo, prometiendo que a partir de ese momento solo ofrecerá sacrificios a ese Dios que es el Único y Verdadero “porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses más que al Señor”. El salmo sigue en esta línea de dar gracias a Dios, porque expresa también la alegría y gratitud, porque la salvación también llega a los extranjeros “Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios”
La segunda lectura continúa con la segunda carta de Pablo a Timoteo, en esta ocasión nos viene a decir que hay que dar gracias por todo, incluso en las situaciones y circunstancias dolorosas, porque también en ellas viene la gracia de Dios e incluso mayor gracia que en circunstancias y situaciones gozosas. Con la fe sabemos que el Señor sale a nuestro encuentro en las ocasiones dolorosas y nos conforta. Pablo afirma que, para vivir con Cristo, es necesario morir con él “si morimos con él, también viviremos con él”, para alcanzar la salvación es preciso pasar por dificultades y sufrimientos, es la vida misma, Pablo nos dice: “si perseveramos, también reinaremos con él” Por eso cuando encontremos alguna dificultad, esta no debe ser motivo de tristeza completa, sino ocasión para abrir los ojos y reconocer que Dios no nos abandona, sino que nos manifiesta su amor y generosidad “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos … Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús”
En el Evangelio Lucas nos vuelve a recordar que Jesús va camino de Jerusalén y nos narra el episodio de los diez leprosos. Jesús cura aun grupo de leprosos sin mirar si eran judíos o extranjeros. Jesús aparece atendiendo con la misma misericordia y entrega a propios y extraños. Jesús ha venido a salvar a todos.
Lo que nos cuenta el evangelio es que sana a diez leprosos que le piden compasión “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros” y que al menos uno de ellos es extranjero, es samaritano. De los diez sanados sólo uno, y precisamente el extranjero, se vuelve a dar gracias a Jesús “Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias” los otros nueve no regresan. No supieron valoran el detalle que suponía que alguien atendiera a unos leprosos, en contra de las costumbres de la época. El único que demuestra la gratitud es un extranjero, la queja de Jesús es explicable “los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?”
Jesús pone en evidencia la pobreza espiritual que tienen los miembros del pueblo elegido, que no demuestran ni fe, ni gratitud. Jesús cita a Naamán en otro texto del Evangelio, lo pone como modelo de un extranjero que sabe reconocer el don de Dios y dar gracias. Nosotros sin caer en la pobreza espiritual de aquellos miembros del pueblo elegido, participemos cada “día del Señor” de la Acción de Gracias, de la Eucaristía., pues en ella damos gracias a Dios por todo, nuestras familias, nuestro trabajo, salud… y también ponemos delante del Señor nuestras necesidades, trabajo, nuestras enfermedades y las de nuestros familiares.
Feliz domingo, día del Señor, y feliz semana.