07/04/2023
Celebración de la Pasión del Señor
Durante el Viernes Santo y el Sábado Santo, la Iglesia no celebra la Eucaristía, tomamos la Sagrada Comunión con la reserva consagradas en las vísperas de ayer Jueves Santo. Hoy es el día del Triduo Pascual propiamente dicho, es día de penitencia obligatoria para toda la Iglesia, día la abstinencia y ayuno, también el Sábado Santo hasta la Vigilia pascual. La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, no celebra la Eucaristía y la Sagrada Comunión sólo se distribuye a los fieles durante la celebración de la Pasión del Señor.
En la primera lectura leemos el cuarto cántico de Isaías, que nos recuerda en la figura del Siervo Sufriente a Jesús en su pasión “desfigurado no parecía hombre […] despreciado y desestimado”, pero a la vez capaz de sostener en su debilidad a la humanidad entera. El salmo nos recuerda la oración de Jesús en la Cruz, es la confianza absoluta en el Padre con la que vivió Jesús toda su vida “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” La carta a los Hebreos nos habla de Jesús como modelo a seguir, que no solo confió en su Padre y se entregó a su voluntad, sino que también experimentó la duda, el miedo y el abandono “ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado”. Y en el evangelio tenemos una versión, la de Juan, de la Pasión distinta a los sinópticos y que se completará en la noche de Pascua con el relato de la resurrección.
La primera lectura, el cuarto cántico del Siervo Sufriente, se puede dividir en tres partes, en la primera y última es dios quien habla, en la parte central, es como un coro que nos representa a nosotros. Cuenta la vida del Siervo desde su nacimiento hasta su muerte. Se trata de una noticia escandalosa que choca con nuestra mentalidad de que la humillación y el sufrimiento no pueden ser camino de salvación. La obra y el destino del Siervo solo lo comprenden aquellos que admiten que son pecadores y que su pecado merece castigo. Así actúa el coro de la parte central del poema, comienzan considerándose buenos, al reflexionar sobre el destino del Siervo reconocen que son pecadores y admiten que merecen un castigo. Este poema que insisten en el sufrimiento del Siervo es, sin embargo, un canto de victoria, “…lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz” por el triunfo del Siervo y el éxito de su misión. El salmo es toda una oración de confianza de Jesús hacia el Padre “yo confío en ti, Señor; te digo: Tú eres mi Dios”
Mientras Isaías habla de Jesús como Siervo de Dios, la carta a los Hebreos habla de Jesús como sumo sacerdote, suplicando con gritos y lágrimas verse libre de la muerte, “presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte” No lo consigue y se convierte autor de salvación eterna, “Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.”
El enfoque del evangelio de Juan es muy distinto al de los evangelios sinópticos, Jesús no solo sufre y muere, sino que en todo momento muestra su soberanía y autoridad “Yo soy”. En Juan, en el prendimiento, es Jesús quien toma la iniciativa, se adelanta y pregunta a quien buscan “¿A quién buscáis?” y cuando responde que es Él, todos caen por tierra. Además, da una orden “si me buscáis a mí, dejad marchar a estos”
Ante el interrogatorio, por parte de Anás, responde casi con atrevimiento y diríamos que con cierta desfachatez “¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho” e incluso cuando lo abofetean no se deja intimidar “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”
Ante Pilatos se debate la realeza de Jesús y su misión de dar testimonio de la verdad “Mi reino no es de este mundo…Pilato le dijo: Entonces, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad”
En la escena del calvario, Juan ofrece una muerte serena y con tres palabras exclusivas del evangelio de Juan y sin paralelos en los sinópticos:
Primera apalabra, María que abre y cierra toda la vida de Jesús, presente al nacer, en su vida pública en las bodas de Caná de Galilea, y presente al morir, a los pies de la cruz. Jesús nos la entrega como madre, sin María no se puede concebir la comunidad cristiana. “Mujer, ahí tienes a tu hijo”
Segunda palabra para el cumplimiento de las escrituras, no le quiebran hueso alguno y miran al que traspasaron. El maestro que promete a la samaritana un agua viva que arrastre el corazón hasta la vida eterna; quien le habla de un agua que quitará la sed para siempre; quien nos invita a dar un vaso de agua al sediento, porque es lo mismo que dárselo a Él; quien transformó seis tinajas de agua en valioso vino; quien a voz en grito anunciaba junto al templo de Jerusalén en un solemnísimo día de fiesta: El que tenga sed venga a mí y beba y de sus entrañas manarán ríos de agua viva, el mismo Jesús ahora, a punto expirar, desde lo alto de la cruz, sólo dice: “Tengo sed”
Tercera palabra “Todo se ha cumplido”, se ha cumplido el plan de Dios desde que mismo Verbo se hizo carne y habita entre nosotros. Juan sabe que es misma palabra en griego original significa también: Todo lo que me ordenó Dios mi Padre lo he cumplido a la perfección. Hijo de Dios como soy desde siempre, en el tiempo señalado he recibido de María la carne y soy plena y perfectamente hombre. He anunciado la buena noticia, el Evangelio del Reino de Dios, lo he confirmado con palabras y obras, he vivido entre los hombres haciendo el bien, les he descubierto que Dios es Padre de brazos abiertos, que espera siempre al hijo pródigo, que los criterios de Dios son algo diferente de aquellos que se usan entre los hombres, y que las palabras más serias no son placer, dinero y poder, sino entrega, misericordia y servicio. He cumplido en obediencia el proyecto de Dios mi Padre. He entregado mi vida a la muerte, para transformar todas las muertes en oportunidad de vida para siempre. Sí, todo está cumplido
Acompañemos a María, hoy viernes y mañana sábado, en estos días de soledad, meditando y reflexionado la pasión y muerte de Nuestro Señor, en espera de la Resurrección.
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