09/04/2023
¡Aleluya Resucitó!
“Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, … Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo…” estas palabras expectantes dan paso a la alegría exultante de la Pascua, y con ellas iniciamos los cincuenta días pascuales. Forman parte del pregón pascual que anuncia la Resurrección de Jesús.
Alegría y Paz hermanos el Señor resucitó. El de hoy es un amanecer festivo y alegre, de encuentro con el Resucitado. La Pascua no es una fiesta más, es la fiesta de las fiestas, la solemnidad de las solemnidades. Es la única fiesta vivida domingo tras domingo sin interrupción desde hace casi dos mil cien años, que se dice pronto, pero es un largo tiempo. En la antífona del salmo expresamos cantando esta gran alegría “Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” Es la celebración del triunfo de Jesús sobre el dolor y la muerte, el triunfo de la vida sobre la muerte.
Las siete lecturas del Antiguo Testamento de la
Vigilia Pascual son todo un recorrido por la Historia de la Salvación (aunque se puede reducir a solo tres de las lecturas): recordamos la creación, el sacrificio de Abrahán, el paso del Mar, dos poemas del libro de Isaías sobre el amor de Dios a Jerusalén y la eficacia de su palabra, una reflexión del libro de Baruc y para concluir con las lecturas del Antiguo Testamento, la promesa de un agua pura que nos purificará, un corazón nuevo y un espíritu nuevo que nos trae la lectura del profeta Ezequiel. A estas lecturas le sigue un texto de la carta de San Pablo a los Romanos, relacionada con el bautismo. Nosotros al recibir el bautismo, participamos de la muerte de Cristo y de su resurrección.
Después de haber escuchado la Pasión por dos veces, Domingo de Ramos y Viernes Santo, ahora se completa con Buena Noticia de la resurrección “Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea” del Evangelio Mateo proclamado en la Vigilia Pascual.
Hoy domingo, el evangelio de Juan, que suele ser enrevesado en sus discursos, ofrece en el texto de hoy un mensaje claro, las posturas que podemos tener ante la resurrección de Jesús: podemos pensar que es un fraude, es la postura de María Magdalena “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos pero no dónde lo han puesto” O bien no saber que pensar, la postura de Pedro “entro en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario…” pero no saca ninguna conclusión, no sabe que decir. Y por último la pastura del discípulo amado: “Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.” Con quién nos identificamos: ¿con María Magdalena, con Pedro o con Juan?
En la lectura de Hechos encontramos un episodio capital del cristianismo primitivo, el anuncio del evangelio. Los apóstoles, continuadores de Jesús, siguen con su obra “Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos.”
Pablo en la carta a los Colosense subraya el cambio que debe producirse en nosotros el hecho de que Cristo ha resucitado y como cambia esto nuestras vidas. La carta invita a buscar los bienes de arriba y dejar las mundanidades. “Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.” No está demás preguntarnos que buscamos en la vida o a que aspiramos, cuando hayamos respondido nos sorprenderá el texto de la carta.
Feliz Pascua de Resurrección.