XXII Domingo Del Tiempo Ordinario

03/09/2023

Vigésimo-segundo domingo del tiempo ordinario, después de que Pedro reconociera a Jesús como Mesías e Hijo de Dios Vivo, no acepta que el mesianismo de Jesús tenga que pasar por la cruz. Pedro quiere que Jesús lleve el camino que él quiere vivir, sin cruz y sin negaciones, y es aquí cuando Jesús invita a Pedro y todos sus seguidores a colocarse detrás, dejando claro que implica el camino del discipulado.

El tema central que aparece en las lecturas de hoy, Jeremías, Pablo y Jesús son conscientes de que es Dios el que muestra el camino a una vida plena.  Jeremías ha sido tocado por Dios, pero tiene miedo del rechazo humano y quiere sofocar la Palabra recibida, pero finalmente cede ante el fuego ardiente que no puede contener “Yo intentaba sofocarlo, y no podía”. El salmo muestra como Dios colma la sed del orante y este manifiesta su felicidad por estar en Dios “fuiste mi auxilio y tu diestra me sostiene”. Pablo invita a no amoldarse a los criterios de este mundo, pide un cambio de mentalidad y de corazón que implique un cambio de estilo de vida “ofreceos, vosotros mismos como sacrificio vivo”. Es la transformación y reordenación que Jesús pide, en el Evangelio, a Pedro y a sus discípulos para que siguieran por el camino de la cruz que lleva a la vida “Que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga”

La lectura del profeta Jeremías, profeta que actuó cuando ya estaba a punto de hacerse realidad el destierro del pueblo, en tiempos del rey Sedecías. Jeremías se dejó fascinar por el Señor “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir” fascinación que es una seducción en positivo, todo lo contrario, a la adulación, que una seducción con objeto de aprovecharse de la persona. El ministerio que toco al profeta no fue nada fácil, tuvo que anunciar desgracias y denunciar conductas, nadie le hizo caso, y le persiguieron y ridiculizaron. Esto creo en Jeremías momentos de fuertes angustias, crisis personal y vocacional, a nadie le gusta ser el hazmerreir y la burla de todos. Tuvo momentos buenos en su vida de profeta, sintió la vocación a ser portavoz de Dios para su pueblo, pero también tuvo momentos muy duros como el que refleja la lectura de hoy, llegando a pensar en abandonar su vocación. Pero Jeremías se mantuvo fiel a su llamada “había en mis entrañas como fuego, algo ardiente encerrado en mis huesos”. Los profetas suelen acabar mal, Jesús es el ejemplo más claro para nosotros, él también tuvo sus momentos de crisis, en Getsemaní “Padre, aparta de mi este cáliz…”  y en la cruz “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” algo parecido ocurre a todo cristiano que es consecuente con su fe.

La lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos, ofrece unas exhortaciones de cómo deben vivir los cristianos “Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo”, y hoy nos advierte que el verdadero culto que podemos ofrecer a Dios es nuestra vida, y que además para vivir según la voluntad de Dios, tiene que mantenerse libre de contaminación de este mundo, que tiene una mentalidad muy diferente a la de Cristo.

El Evangelio, continuación de el del domingo pasado, Jesús habla a sus discípulos del final que le aguarda, la muerte es inevitable y no porque el Padre desee el sufrimiento del Hijo “comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer”. La cruz es consecuencia de la oposición a sus enseñanzas y a su mesianismo, cuyo final es la muerte, pero con la resurrección ratificada por el Padre, el sufrimiento y la muerte no tiene la última palabra, pues es Dios de la Vida. Pedro no entiende esto y su reacción contrasta con la del domingo pasado en su confesión de fe, Mesías e Hijo de Dios Vivo. Ahora trata de alejar a Jesús del sufrimiento “Eso no puede pasarte”. Jesús le responde con seriedad y con una dureza, que no encontramos en ningún otro lugar del Evangelio, poniendo las cosas en su lugar “Ponte detrás de mí, Satanás!”

Jesús primero pone a Pedro en lugar, detrás, porque ser discípulo es ser seguidor, y luego lo califica como Satanás, y piedra de tropiezo porque le está tentando a que abandone el camino de obediencia a la voluntad del Padre “Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios”. El domingo pasado era piedra para edificación, hoy piedra de tropiezo. Y luego, Jesús, dirige unas palabras a todo aquel que quiere ir en pos de Él.

El discípulo debe comenzar en primer lugar por negarse a sí mismo, es decir no centrar su vida en el propio egoísmo, sino en el Padre y en su proyecto de vida. Segundo, debe tomar su cruz, es decir no echarse atrás ante las dificultades y sinsabores que acarrea mantener la opción por Jesús. Y por último y tercero, debe seguir al Maestro. “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” Ser discípulos no es ante todo un camino de renuncia y cruces, aunque se pase por ellas en el seguimiento de Jesús, ser discípulo no es tan poco un itinerario que termine en la muerte, sino que desemboca en una vida plena y resucitada.

Neguémonos, carguemos nuestra cruz y sigamos al Señor, mantengámoslo fieles a la vocación a la cual dad uno de nosotros fuimos llamados, que su Palabra arda en nuestros corazones como en Emaús.

Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.

P. D. Recuperamos después de estos día de descanso los videos cortos que nos ofrece la editorial Verbo Divino

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