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Hoy viernes, 31 de marzo por la mañana, unos 150 adolescentes junto con sus profesores de religión y valores, de varios institutos de nuestro pueblo, han escuchado atentamente, los testimonios de 6 personas muy cercanas a la Pastoral Penitenciaria.
Todos ellos tienen en común, la fuerza, la esperanza y la fe de poder ayudar al prójimo más necesitado para que puedan salir de la oscuridad en la que se encuentran.
Agradecerles por hacernos llegar sus testimonios, porque nos hacen ver las dificultades con las que tenemos que vivir y que nos podemos encontrar día tras día. Nos hacen ser conscientes del daño que podemos hacer a nuestros familiares y amigos más cercanos si no cuidamos nuestros actos.
Tambien hemos orado todos los presentes, adolescentes y adultos, por todas las personas que necesitan ayuda y que se encuentran en el centro penitenciario y en el exterior.
Se ha terminado esta charla, con una carta muy emotiva, de un drogadicto al final de su vida que le dedica a la droga y que a continuación la podemos leer para que la escuchemos con el corazón abierto:
Os dejamos algunas fotos.
Durante esta semana, los padres y catequistas, han realizado en la parroquia de la Inmaculada Concepción y de S. Sebastián de Alhaurín de la Torre sus celebraciones de Cuaresma.
Los padres de 1° ciclo han escenificado «la Última cena de Jesus».
Los padres y catequistas de 2° han realizado un Vía Crucis en vivo. En esta catequesis los niños y niñas han recordado los últimos dias de Jesús, muerte y resurreccion.
Los padres y catequesis de 3° ciclo han representado en vivo, «la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo».Los niños han vivído, con estas escenas representadas, lo que los catequistas les enseñan en la catequesis.
Al final de cada una, el sacerdote mantuvo un diálogo con los niños.
Os dejamos alguna fotos,
26/03/2023
En este domingo, Quinto del tiempo de Cuaresma, nos aproximamos al final de la misma. Durante todo este tiempo hemos profundizado la fe, la oración y la caridad, la vida con el prójimo. Comenzábamos allá por el miércoles de Ceniza, este recorrer con Jesús el camino cuaresmal hacia la Pascua y hoy acabamos los domingos de Cuaresma para comenzar nuestra Semana Santa. Hoy en el Evangelio leeremos el último y más portentoso de los signos o milagros de Jesús en el Evangelio de Juan, la resurrección de Lázaro, poniendo de relieve la historia de la experiencia de las personas que han perdido un ser querido. Nos prepara el Evangelio de hoy para celebrar la muerte y resurrección de Jesús.
La síntesis a las lecturas de este domingo puede quedar: en primera lectura el profeta Ezequiel nos habla del pueblo de Dios muerto espiritualmente en el desierto, pero sacado de sus sepulcros por Dios, que tiene poder de llevarlos de nuevo a su tierra “Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis”. Es la explicación al significado de la visión de huesos secos que reviven al entra en ellos el soplo del Espíritu. En el salmo, el salmista se abandona a Dios sabiendo que su misericordia es abundante y no tiene límites “Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa” En la segunda lectura, Pablo, señala la nueva identidad de los creyentes en Cristo. Viven dinamizados por la fuerza del Espíritu de Cristo resucitado, los impulsa a caminar por las sendas de la vida “El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros”. El evangelio relata la resurrección de Lázaro, donde Jesús se revela a sí mismo como la vida del mundo “Yo soy la resurrección y la vida”, en los anteriores lo hizo como fuente de agua viva y luz.
En la primera lectura, del profeta Ezequiel nos invita a tener esperanza, son unas palabras esperanzadoras para los desterrados “Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel […] Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis” palabras que nos anticipan y preparan para introducirnos de lleno en el Evangelio, en la resurrección de Lázaro. Por eso podemos cantar con toda razón con el salmo “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa” es el famoso salmo llamado “De profundis” que instintivamente asociamos al recuerdo de los difuntos, un salmo de esperanza confiada “Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora”
San Pablo, en la carta a los Romanos, nos presenta toda una catequesis del protagonismo del Espíritu en la vida de la comunidad cristiana. Pablo usa mucho el binomio carne/espíritu, como dos dinamismos que actúan en la persona humana y que tiran de ella hacia ámbitos distintos. Vivir en la carne es vivir según la mentalidad meramente humana. Vivir en el Espíritu es dejarse llevar por Dios y sus criterios de vida. Y hoy nos ofrece una perspectiva muy optimista precisamente de la vida en Dios, en el Espíritu, adelantándonos que nos espera a los que creemos y seguimos a Cristo “Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros”
El Evangelio nos presenta la resurrección de Lázaro, último de los grandes signos o milagros que realizó Jesús y que aceleró su pasión y muerte, por la reacción de sus adversarios. El evangelista Juan culmina una catequesis cristológica que comenzábamos de forma progresiva en los domingos anteriores, agua viva con la samaritana, luz de mundo con el ciego de nacimiento y ahora lo hace en calve de vida con la resurrección de Lázaro.
Precisamente la resurrección de Lázaro ocupa poco en el extenso pasaje de hoy, lo ocupa todo el extenso diálogo de Jesús con las hermanas de lázaro, Marta y María. Desembocando todo en el “Yo soy” que Jesús nos ha venido presentando “Yo soy fuente de agua viva” “Yo soy la luz del mundo” y hoy lo hace como “Yo soy la resurrección y la vida” esta última es la revelación cristológica más decisiva y profunda, antes de su pasión y muerte, Jesús resucita a Lázaro y se presenta a sí mismo, y que reafirma más insistentemente en su diálogo con las hermanas de Lázaro, como resurrección y vida para la humanidad, extiende su compasión a todos los hombres “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”
Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.
25/03/2023
“Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” La Encarnación del Hijo de Dios es el misterio básico de nuestra fe, el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad. Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación a María que, indisolublemente, es también la solemnidad de la Encarnación del Verbo de Dios.
Es una fiesta conjunta de Cristo y de María: del Verbo que se hace hijo de María y de María que se convierte en Madre de Dios. Este día, en que la humanidad del Hijo de Dios comienza a formase en el seno de la Virgen María, rompe con el carácter penitencial de la Cuaresma, como ya comentamos el lunes pasado en la solemnidad de San José. Por aquella comentábamos los elementos en común de ambas solemnidades: anuncio por medio de un ángel; la respuesta positiva a los planes de Dios, no temas que acompaña siempre a los encargados y llamados para una misión.
Pero la fiesta solemne de hoy es que Dios se encarna, se hace hombre. Dios asume nuestra debilidad, el misterio de nacer y de morir, para elevar nuestra naturaleza mortal a la categoría de Dios, para que lleguemos a ser sus hijos, para que podamos vencer a la muerte. Así anuncia Isaías el gran misterio: ese niño que nacerá de madre virgen y será llamado “Enmanuel: Dios con nosotros”.
Dios se hace hombre eternamente, Dios comparte nuestra suerte, es más, en el Hijo, nosotros somos hijos. Dios, como dicen los Santos Padres, se hizo hombre para deificar a la humanidad. Jesús ha conducido a la humanidad a su cumbre, a lo máximo, haciéndonos participar de su divinidad. Uno de los textos del Concilio Vaticano II que mejor expresa esto está en la Constitución Gaudium est spes en su número 22:
“En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, pues, que todas las verdades hasta aquí expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.
El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado.”
Hoy es el día del SI, Cristo se ofrece al Padre: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. María, tiene una respuesta de fe y confianza al saludo y anuncio de Gabriel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra” Por el Sí de María, el Verbo toma carne en su seno virginal, por su Sí Cristo, acepta la cruz y la muerte y, triunfando de ella, nos da la Nueva Vida, con Cristo hemos triunfado hemos resucitado todos.
En contexto de Cuaresma, podemos decir que toda la vida de Cristo es una cuaresma, un camino hacia la Pascua. Esto los recordamos cada día en el Ángelus, en la oración final, decimos: “Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, para que los hemos conocido, por el anuncio del Ángel, la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz lleguemos a la Gloria de su Resurrección.” Es decir, que para llegar a la Pascua de Resurrección comenzamos con la Encarnación, pero inevitablemente tendremos que pasar por la Pasión y Cruz.
Cristo vino para hacer la voluntad del Padre, leemos en la carta a los Hebreos: “He aquí que vengo … para hacer, oh Dios, tu voluntad” Recibido por nosotros en la Encarnación, lo entregó por nosotros en la Cruz. Recibe de nosotros la humanidad y comparte nuestra misma suerte. En la Cruz entrega todo por nosotros.
En el Calvario, somos reformados por el Amor de Dios. “donde abundo el pecado, sobreabundo la gracia” dice San Pablo o bien como escucharemos en el pregón pascual “Oh, feliz culpa, que nos mereció tal Redentor” Dios nos muestra con este hecho que nos quiere con locura, nos amó hasta el extremo, hasta el fin “Nadie tiene más amor, que el que da la vida por sus amigos”
Que María, interceda por nosotros.
Feliz día de la Anunciación/Encarnación.