El Señor con su misericordia, en este año que acabamos de comenzar, nos bendiga a nosotros, a nuestras familias y todos los que amamos. Así comienzan las lecturas, hablando de bendiciones, de cómo bendecir y de cómo tenemos que bendecirnos unos a otros:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre tu rostro y te conceda la paz” Dios nos bendice y nos llama a bendecir, queremos que este año que comienza sea bendecido por el Señor. Este año la felicitación de Feliz Año Nuevo resulta rara y extraña por muchos motivos.
Atrás dejamos un año marcado por una epidemia a escala mundial, y marcado también con la llegada de unas vacunas con las que esperamos que a lo largo de este año desaparezca el virus, o al menos lo haga en gran medida.
Hoy concluimos la octava de Navidad, ocho días llenos de celebraciones. Dedicamos a las celebraciones una octava, ochos días, una semana completa, cuando los misterios que reflexionamos, oramos, meditamos y contemplamos son tan grandes que no lo alcanzamos a celebrar en un solo día. La liturgia actualmente tiene dos octavas: la de Pascua, que va desde el domingo de Resurrección al domingo de la Misericordia, y la octava de Navidad, que va desde el día de Navidad hasta el día primero de año, día de la solemnidad de Madre de Dios.
En la octava de Navidad comenzábamos celebrando a Jesús, hijo de María, y terminamos la octava celebrando a María Madre de Jesús. En esta octava reflexionamos el misterio de la irrupción de Dios, de la mano de María, en nuestra misma humanidad, en nuestra historia. Es la fiesta mariana más importante del año, todo lo que se pueda decir de María depende de un hecho, que no es otro que la vocación y llamada a ser Madre del Mesías, Madre de Nuestro Señor. Madre de Dios argumenta los demás dogmas marianos.
Madre de Dios es una expresión que puede suponer establecer un origen humano al mismo Dios. En realidad, la expresión Madre de Dios no es una expresión mariana, sino cristológica, pues lo que quiere expresar es que en Dios, en la persona de Cristo, se une divinidad y humanidad. No se trata simplemente de un hecho biológico, “Nacido de mujer, sometido a la ley”, ser madre no es solo alojar en el útero al bebe durante aproximadamente cuarenta semanas, sino que es dar vida en sentido pleno, es interesarse y desvivirse por su crecimiento y desarrollo. Con este mismo realismo tenemos que ver a María frente a Jesús y desposada con un hombre justo, José, que es el que mejor podemos observar que ser padre/madre no se resume al hecho biológico. Sin ser padre biológico, José participó en la formación, crecimiento y educación de Jesús.
El evangelio de hoy nos resalta que, a los pastores, a los más sencillos, a los más humildes, son los primeros a los que el ángel les anuncia la Gran Noticia y ellos van a toda prisa a contemplar lo que el ángel les había anunciado, y son ellos a su vez anunciadores que causan admiración dando testimonio de lo que han visto y han contemplado. Del mismo modo nos tenemos que acercar al Niño, con sencillez y humildad, con oración como hacía María, como nos dice el evangelio que mientras esto sucedía “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, y al mismo tiempo ser nosotros también anunciadores de esa Gran Noticia.
Un hecho importante, es el hecho de poner el nombre Jesús al Niño, que significa Dios salva. Es lo que el ángel dijo a María en el momento de la Anunciación y en sueños a José. Es importantísimo el hecho de poner nombre, tarea, que, en el mundo judío, recae en el padre, es el padre quien pone nombre, y es José quien pone nombre a Jesús. Este año que comenzamos, a petición del Papa, es un año dedicado a San José, con motivo del 150 aniversario de su declaración como patrón de la Iglesia universal; también un año especial dedicado a la familia, al cumplirse los cinco años de la publicación de la encíclica Amoris Laetitia. Ambas conmemoraciones convergen, pues san José es modelo de esposo amante, respetuoso de su esposa; y modelo de padre.
Hoy en un día en el que también celebramos La Jornada Mundial de la Paz, cuyo mensaje no podemos ignorar, pues debemos trabajar encarecidamente por la paz, que se encuentra amenazada en muchos lugares del mundo. No olvidemos que todos formamos, parte de una familia y al mismo tiempo que todos formamos parte de la única familia humana. Por eso, esta dedicación del año a la familia es una llamada para acoger y tener presente a los migrantes, José junto a María y el Niño tuvo que migrar y huir a Egipto, estaban amenazados, buscaban al Niño para matarlo. El Papa propone a san José como patrono de los migrantes: “santo patrono especial para todos aquellos que tienen que dejar su tierra a causa de la guerra, el odio, la persecución y la miseria”.
Feliz Año Nuevo y que María nos acompañe siempre.