I Domingo De Cuaresma

26/03/2023

Primer domingo de Cuaresma, la cual iniciábamos el pasado miércoles de Ceniza, y con ella comenzamos el camino hacia la Pascua, fiesta por excelencia de nuestra fe. Así lo entendieron los primeros cristianos, esta era la única fiesta, la Cuaresma servía de preparación y catequesis para los que serían bautizados en la Pascua.

La síntesis de las lecturas puede quedar de esta manera: La primera lectura, del libro del Génesis, Dios creador moldea a ser humano y lo coloca en el jardín. La serpiente, el tentador, consigue alterar en su corazón la imagen de Dios “La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho”. La humanidad, buscando la inmortalidad, decide hacer su propia ley. En el salmo, leemos como frente a la piedad, ternura y misericordia de Dios, el ser humano confiesa su delito, su culpa, delito y pecado “Misericordia, Señor, hemos pecado”. Pero al final el don de la gracia recibida estalla en un canto de alabanza y conversión de vida. S. Pablo su Carta a los Romanos, relaciona la figura de Cristo con la de Adán. Por la desobediencia de Adán, la humanidad está tocada por el pecado y la muerte. Pero por la obediencia de Jesús, el nuevo Adán, se nos regala la gracia y la vida “la gracia, a partir de muchos pecados, acabó en justicia”. Mateo en el Evangelio de hoy, no relata las tentaciones de Jesús, presenta a Jesús, al principio de su vida pública, en confrontación directa con el mal, personificado en el diablo No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” .

La primera lectura, de las primeras páginas del Genesis, nos describe el origen del mundo y de la humanidad, no con lenguaje científico, sino religioso y sapiencial, después de la admirable creación, nos encontramos enseguida con la tentación y el pecado. Adán y Eva seducidos por el enemigo, personificado en la serpiente, “seréis como Dios” desobedecieron a Dios, quisieron independizarse y ser iguales a Él. Esto traerá consecuencias destrozas, comienza para humanidad una historia de guerras, odios, ambiciones, etc. que aún no han terminado todavía. En el salmo, hacemos nuestras las palabras del Miserere, que ya cantamos el miércoles de Ceniza, “Misericordia Señor hemos pecado”

San Pablo, en la Carta a los Romanos, conecta a la perfección a Adán y Cristo. El primer Adán, “que era figura del que tenía que venir”, el primer hombre, acarreó a la humanidad, como consecuencia del pecado, la muerte. Pero la muerte ha quedado completamente superada por la vida que trae el segundo y definitivo Adán, Cristo Jesús “Pues, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos”. El contraste es elocuente, si por Adán entró el pecado, y por el pecado, la muerte y la condena, por Cristo conseguimos el perdón, la gracia, la vida. No hay proporción, “no hay proporción entre el delito y el don” lo positivo de Jesús, la vida, supera de manera amplia, descomunal, e inmensa lo negativo de Adán, la muerte.

Mateo, en el Evangelio, narra las tentaciones de Jesús que tuvo que afrontar, al principio de su vida pública, para llevar acabo su misión. El texto, en un contexto de desierto, cuarenta días, tentaciones es una referencia a los cuarenta años que pasó el pueblo de Israel deambulando por el desierto, en los que fue duramente probado. Mientras el pueblo se dejó seducir, Jesús supera toda tentación porque posee el Espíritu. Mateo refiere tres tentaciones que ocurren en tres lugares diferentes: el desierto, el templo, y la montaña.  Jesús a todas las tentaciones responde citando las Escrituras, la Palabra.

En la primera de ellas Jesús, revive la experiencia de Moisés en el desierto, ayunando y orando, hasta que al fin sintió hambre. El tentador aprovechando es necesidad física, el tentador le pide que utilice su realidad de Hijo de Dios en beneficio propio “di a estas piedras que se conviertan en panes”. Es la tentación de las posesiones, de asegurarse en la vida el pan, los medios materiales, los bienes, de ser autosuficiente. Pero ser Hijo es fiarse incondicionalmente de Dios y su Palabra y alimentarse de ella “Está escrito: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”

La segunda de las tentaciones ocurre en el Templo de Jerusalén, lugar muy importante para el pueblo judío. El tentador invita a Jesús a que utilice su condición de Hijo de Dios para superar la condición humana, la condición de debilidad, de sufrimiento, de muerte. Es tentado a no asumir las consecuencias de la encarnación. En la misma cruz algunos le pedirán que baje de ella mediante un milagro, pero Jesús asume la encarnación hasta sus últimas consecuencias, asume su entrega por amor a la humanidad. Es la tentación del triunfo, del creernos dioses, a la que Jesús responde al tentador “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”

En la última, que ocurre en lo alto de la montaña, el tentador se presenta como señor del mundo y promete entregarlo todo al que lo adore. Es la tentación de pensar que la realización de la vida en el poder y el esplendor externo, la gloria, los honores, ser más que los otros. Jesús responde, nuevamente, a esta tentación citando las Escrituras “porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto” El camino de la gloria no es el del dominio, el poder y las riquezas.

Imitemos a Jesús rechazando las tentaciones que se nos presenta en la vida: poder, prestigio, aparentar, de falta de compromiso. Que su Palabra, como rezamos en el Padre Nuestro, no caigamos en tentación.

Feliz y buen domingo, feliz semana.

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