Archivo de la categoría: Liturgia

VI Domingo de Pascua

14/05/2022

La Iglesia celebra, hoy 14 de mayo y VI Domingo de Pascua, la Pascua del Enfermo. Una jornada con la que la Iglesia concluye la Campaña del Enfermo bajo el lema “Déjate cautivar por su rostro desgastado. No me rechaces ahora en la vejez, no me abandones” (Sal 71,9) que pone el foco en el cuidado de los mayores. Una misión pastoral que siempre actualiza la caridad de Cristo que tuvo en los que sufren a sus preferidos. Recordamos, hace ya un año, la visita pastoral de nuestro obispo Jesús por estas fechas, durante la cual visitó a algunos enfermos de nuestra comunidad. Este domingo seguimos leyendo el discurso de despedida de Jesús con la promesa que nos enviará al Espíritu Santo, protagonista de las tres lecturas de hoy y que nos lo enseñará todo y quien da vida a la comunidad, a la Iglesia.

En la primera lectura, la predicación de Felipe, acompañada por los signos del Reino, curar dolencias y expulsar espíritus inmundos, hizo que muchos en Samaría se convirtieran a Cristo, recibieran el Espíritu Santo por imposición de las manos de los apóstoles y quedaran incorporados a la Iglesia “y les predicaba a Cristo”. El salmista invita a alabar a Dios por las grandes obras que ha realizado y porque gobierna la tierra entera “Venid a ver las obras de Dios”. En la segunda lectura, el apóstol Pedro afirma que todo cristiano tiene que estar siempre dispuesto a dar razón de su fe a quien se lo pida “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza”. Haciendo con respeto y mansedumbre, padeciendo como Jesús, el sufrimiento de quien lo calumnia y persigue, apoyado en el Espíritu que devolvió la vida a Jesús.  En el evangelio Jesús nos exhorta a guardar sus mandamientos y nos anuncia la venida del Espíritu Santo y de que siempre estará con nosotros “yo sigo viviendo”

En el libro de los Hechos nos encontramos con la predicación del diácono Felipe en Samaría, la cual tiene un gran éxito, ha anunciado a Jesús y su palabra ha sido acompañada con signos “de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban” Aquellos que lo oían se llenaron de alegría, esto ocurría después del martirio de su compañero diácono Esteba lo que provocó una dispersión de los cristianos de lengua griega, y los que parecía ser el final, fue el comienzo de la expansión de la fe. Ante el auge de la comunidad de Samaría, la comunidad de Jerusalén envía a los apóstoles Pedro y Juan para completar la obra del diácono, a los ya evangelizados por Felipe les imponían las manos y les comunicaba el Espíritu Santo “ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo” Por eso no ha de extrañarnos que el salmo tenga ese tono misionero “aclamada la Señor, tierra entera” “que se postre ante ti la tierra entera”  pues, los samaritanos fueron los primeros no judíos en recibir la fe en nuestro Señor Jesucristo.

En la segunda lectura, de la primera carta del apóstol Pedro, este nos invita a que sepamos dar testimonio de nuestra esperanza en la vida de cada día “Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza” dándonos como consigna el saber sobrellevar los inconvenientes de la vida con mansedumbre y respeto en medio de la sociedad, aunque nos toque padecer, aun haciendo el bien. Nos pide una actitud contraria a la agresividad y al orgullo, poniéndonos por delante el ejemplo del mismo Jesús, que siendo inocente murió por los culpables para conducirnos a Dios, pero que resucitó a la vida por el Espíritu “Muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu”

En el evangelio de Juan, en lo que llamamos el discurso de despedida, Jesús nos invita a que si lo amamos guardemos sus mandamientos “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”, al mismo tiempo nos anuncia el envío del Espíritu Santo y su segunda venida.

Jesús pide a sus discípulos que permanezcan unidos a Él, y que guardar sus mandamientos es amarnos unos a otros como lo hizo Él. Amar a Jesús es estar en la realidad de su evangelio, y guardar sus mandamientos el mejor camino para mostrarle el amor, con lo cual experimentamos la comunión de amor con el Padre y, a la vez con el Hijo. Al amar al Hijo encontramos también el amor del Padre, un amor que se manifestará y se hará presente en el discípulo “yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros”

Jesús consciente de que llega la hora de marcharse y cerrar su misión, asegura que los no dejará solos, huérfanos, promete que enviará el Espíritu Santo, al que denomina Paráclito y Espíritu de la verdad “Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad”. El será el que los defienda ante las dificultades, su abogado, su fortaleza y su consuelo para la tarea que ha de realizar. Además de que mismo Espíritu Santo es que los llevará a comprender la verdad del evangelio que Jesús ha proclamado con su vida. A este Espíritu no lo conoce el mundo, los atrapados por la mundanidad de vida, se oponen a Él y no lo aceptan, en cambio los discípulos si que lo conocen, pues mora dentro de ellos, estableciendo una relación profunda e íntima, no tienen que buscarlo fura sino dentro. Es la comunión de vida espiritual entre Dios (Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo) y los creyentes, y que los tres de un modo o de otro moran en el creyente. Jesús al final desvela que no se marcha para siempre, llegará un momento no muy lejano en el que lo volverán a ver.

Feliz domingo y feliz semana.

Anuncio publicitario

V Domingo de Pascua

07/05/2023

Quinto Domingo de Pascua, domingo en el que la Iglesia en Málaga celebra el Día de la Misión Diocesana de Caicara del Orinoco, cuyo lema para esta jornada es “Málaga y Caicara del Orinoco, puente fraterno de comunión eclesial”. Las colectas de este domingo serán destinadas a la Misión Diocesana.

Una síntesis a las lecturas puede ser esta: en la primera lectura, ante el aumento y expansión del numero de los cristianos, hace necesario que los apóstoles elijan a siete diáconos para el servicio de las mesas y de las viudas de los miembros de la comunidad de legua griega “eligieron a siete hombres llenos de espíritu”, de manera que ellos puedan seguir dedicados a la oración y a la proclamación de la Palabra. El salmista nos invita a alabar a Dios, pues su palabra y sus obras están marcadas por la verdad, la justicia y la misericordia. Él librará a sus fieles de la muerte “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti” en la segunda lectura, continuamos con la primera carta del apóstol Pedro, donde el autor remarca la identidad de Jesús como piedra viva desechada por los incrédulos, pero escogida por Dios para edificar una casa espiritual. Todos los creyentes formamos parte del templo de Jesucristo como piedras vivas ofreciendo nuestra vida a Dios y proclamando sus maravillas “vosotros sois una raza elegida”. En el evangelio, el domingo pasado Jesús nos condujo a verdes praderas para descansar y alimentarnos, hoy Jesús se despide sus discípulos, se acerca su Ascensión, su despedida, pero les indica cual es el camino para llegar al Padre “Yo soy el camino, la verdad y la vida”

El libro de los Hechos de los Apóstoles, muestra como la comunidad, como cualquier colectivo humano, no esta exenta de conflictos y desavenencias. En la comunidad de Jerusalén se creó una fuerte tensión entre los de lengua hebrea y los de lengua griega, procedentes estos últimos de la diáspora romana y helenística, y que tenían en Ciudad Santa sus propias sinagogas. Los de lengua griega se quejaban de que en la distribución benéfica que se hacía en la comunidad a los pobres, las viudas y huérfanos de su grupo no recibían el mismo trato. Los apóstoles resuelven el problema creando un grupo de siete diáconos, servidores, específicos para el grupo helenista “Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea”. Estos diáconos tendrán un papel importante en el desarrollo de la comunidad. El salmo es de alabanza y de confianza en ese Dios que va guiando a su comunidad “Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos”.

Los especialistas dicen que la primera carta del apóstol Pedro es como una larga catequesis bautismal, lo cual explica lo que dice de la comunidad de bautizados raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido, “Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa” Y también compara simbólicamente al pueblo de Dios con un templo construido con piedras vivas, sobre el cimiento o piedra angular que es Cristo, para construir el Templo del Espíritu.

En el evangelio de Juan, que forma parte del llamado discurso de despedida de Jesús a sus discípulos en el cenáculo, tiene como protagonista a Jesús y a sus discípulos. En un primer momento Jesús dirige unas palabras de ánimo “No se turbe vuestro corazón” Jesús les insiste en que no pierdan la calma y mantengan la confianza en Dios y en Él. Da a entender que se marcha a la casa del Padre. Se marcha para preparar sitio, allí hay muchas estancias, moradas. De esta manera anuncia su muerte y resurrección. Pero asegura que volverá para llevarnos con Él. Hay lugar para todos, basta seguir el camino, que como nos recuerda el mismo Jesús, ya conocemos.

Otro momento está marcado por la pregunta de Tomás que pide más claridad afirmando que desconoce el lugar a donde va y el camino “Señor, no sabemos adónde vas, ¿Cómo podemos saber el camino?” y la respuesta de Jesús “Yo soy el camino la verdad y la vida” él mismo se presenta como camino de salvación que lleva al Padre, en él se revela la verdad que fundamenta la existencia y del que proviene la vida. Jesús señala quien le conoce a Él conoce al Padre.

 Seguidamente encontramos la intervención de Felipe, que pide que les muestre directamente al Padre “Señor, muéstranos al padre y nos basta” y la réplica de Jesús “Quién me ha visto a mí, ha visto al Padre”, el Padre está detrás de las afirmaciones de Jesús por medio del cual lleva adelante el plan de salvación. Precisamente las obras de Jesús son las muestran que el Padre está en Él y que actúa en Él. Y quien cree en él será capaz de realizar las mismas obras e incluso mayores.

 Las primeras comunidades cristianas tienen que hacer frente al presente y al futuro sin Jesús, pero acompañados del Espíritu. Por eso Jesús hoy quiere transmitirnos confianza. Jesús va al Padre y allí prepara un lugar, lugar del que se puede participar en esta vida. Un lugar más allá del espacio físico, donde habita Dios Padre. Al mismo tiempo nos dice que el para llegar al Padre el único camino es Él

Feliz domingo y feliz semana.

IV Domingo de Pascua

30/04/2023

Domingo del Buen Pastor, así es como es conocido el IV Domingo del Tiempo de Pascua, domingo en que también la jornada mundial de oración por las vocaciones, cuyo lema es “Ponte en camino. No esperes más” Formamos parte del redil de Jesús, pues Él nos conoce y se preocupa por todos y cada uno de nosotros. Él es la puerta por la que todos nosotros accedemos a la salvación.  

Una síntesis de las lecturas puede quedar tal que: Lucas nos presenta en Hechos de los apóstoles, a Pedro proclamando el señorío de Cristo y a sus oyentes conmovidos, los cuales dan un giro a sus vidas, convirtiéndose y bautizándose en nombre de Jesús, el Mesías “Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en nombre de Jesús, el Mesías”. En el salmo, el orante, ante una vida que no está exenta de dificultades, de dudas y vacilaciones, se siente seguro con la protección constante de Dios, en el que confía y pide protección “El Señor es mi pastor, nada me falta” La segunda lectura, de la Primera carta de Pedro, el cual propone a esa comunidad perseguida este himno que recuerda al poema del siervo sufriente de Isaías “sufriendo no profería amenazas”. Jesús en el Evangelio nos dice que, además de ser el Buen Pastor, es la puerta del aprisco “Yo soy la puerta de las ovejas”

La primera lectura del libro de los Hechos, relata como a Jesús, el crucificado, Dios lo ha constituido Mesías, esto es en Ungido, en Cristo, Son distintas palabras que expresan una misma realidad, que Jesús es el Cristo de Dios, en el está la salvación y Él es la Salvación. Cuando una persona se sabe necesitada del amor, del perdón, de la gracia y elevado a su condición verdadera, del sentirse acogido, entonces escucha con gozo el anuncio de Cristo “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” La conversión y el bautismo son las respuestas del hombre que busca con un corazón sincero a Dios. La Iglesia sigue hoy convocada al anuncio explicito y gozoso de la Buena Noticia que levanta los corazones.

El apóstol Pedro nos trae hoy un himno cristológico que nos recuerda el poema de Isaías del siervo sufriente. La comunidad cristiana vio desde el primer momento e identificó al varón de dolores con Jesús, aquí Pedro ahonda en su significado “sus heridas nos curaron” Es la paradoja de la salvación que no viene por imposición violenta, ni por el poderío inapelable, ni por consagración a las normas, ni por la pureza intachable, sino por la entrega amorosa. Jesús es el Pastor que da la vida por aquellos que le han sido confiados.

El evangelista Juan nos describe a Jesús como el Buen Pastor. La imagen del rebaño y del pastor es muy querida en la Biblia. El pueblo de Israel se compara como el rebaño de Dios. Ya desde el Antiguo Testamento se denuncia a los dirigentes del pueblo, pastores, que se aprovechan de él. Jesús usa también palabras duras para denunciar a los falsos pastores, los llama ladrones, se han aprovechado de la buena fe de la gente para aprovecharse de ellos “el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas”

Los ladrones usan siempre malas artes, no pueden presentarse abiertamente, tienen que esconderse. Jesús se presenta de frente, sin miedo, porque sus palabras y su vida son francas, a la verdad se accede por la transparencia, la luminosidad y la sencillez, no por la hosquedad, la oscuridad y la complicación “yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” Jesús no es solo Buen Pastor, sino que su mensaje y su vida gozan de la claridad y la limpieza que no pueden nunca presentar quienes llevan oscuros y torcidos propósitos.

Alegrémonos confiados de la presencia del Buen Pastor en medio de nosotros, atendamos a su voz y caminemos con Él.

 Feliz domingo, día del Señor y feliz semana.

III Domingo De Pascua

23/04/2023

En este Tercer Domingo de Pascua, contemplamos el cambio radical que la Resurrección de Cristo produce en la vida de los discípulos defraudados por su muerte y llenos de ilusión y esperanza por su Resurrección.

En la primera lectura, del libro de los Hechos de los Apóstoles, en el discurso de Pedro encontramos elementos centrales de la fe de la primitiva comunidad cristiana: una presentación de Jesús, el anuncio de su muerte y resurrección y la salvación que brota de ellas “A este Jesús lo resucitó Dios, de los cual todos nosotros somos testigos”. En el salmo, el salmista, invoca la protección del Señor y confía totalmente en él “Señor, me enseñarás el sendero de la vida”. La vida no está libre de dificultades y vacilaciones, pero el que ora se siente seguro con la protección de Dios.  En la segunda lectura, de la primera carta de Pedro, nos exhorta que, al haber sido rescatados por la sangre de Cristo, nos tomemos en serio nuestro actuar y proceder en la vida, que está en poner solo en Dios nuestra fe y esperanza “Vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios”. En el evangelio encontramos la fe en Cristo resucitado en los dos caminantes de Emaús y en la primitiva comunidad “Es verdad, ha resucitado el Señor”.  

En la lectura del libro de los Hechos, encontramos parte del discurso de Pedro el día de Pentecostés. En el aparece formulado el kerigma de la Iglesia primitiva, es decir, los núcleos principales de la fe tal y como fue entendida y formulada desde los inicios de la Iglesia. El resultado positivo del discurso de Pedro, no depende de una argumentación de tipo rabínico, sino del Espíritu que ha dado fuerza al testimonio de Pedro frente al hecho inaudito del Crucificado resucitado. El acontecimiento Jesucristo, su vida, y sobre todo, su muerte en la cruz, es comprendido a la luz de las Escrituras de Israel. Dios no abandona a Jesús tras su muerte injusta en la cruz “Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio”. Lo resucitó, lo exaltó y le dio el Espíritu, tras lo cual la derramada, a su vez sobre sus seguidores. El salmo nos hace aplicar sus afirmaciones a la resurrección de Jesús “se me alegra el corazón gozan mis entrañas y mi carne descansa esperanzada. Porque no me abandonarás en la región de los muertos ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción”

En la segunda lectura, de la primera carta del apóstol Pedro, ya dijimos la semana anterior que estaba dirigida a comunidades que vivían serias dificultades por causa de su fe y su estilo de vida. Creer en Jesús no es principalmente confesar con los labios una serie de verdades, sino, sobre todo, una manera de vivir que, con mucha frecuencia, tiene consecuencias serias. Estas consecuencias derivan del hecho de la resurrección de Jesús, pues los cristianos, tanto aquellos primeros cristianos como para nosotros cristianos del siglo XXI, pues hemos sido rescatados a precio de la sangre de Cristo y ponemos todas nuestra esperanza y fe en Dios, “Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios” Pedro nos invita a tomar en serio uno proceder en esta vida, viviendo fuertes en la fe y al esperanza, a pesar de las dificultades que nos pueda tocar vivir.

La lectura del evangelio de hoy, el camino hacia Emaús, viene a ser como una parábola de nuestra existencia, atravesada a menudo por la incomodidad, la decepción, el cansancio, el extravío, las ganas de plantarlo todo y volver atrás. Son esos momentos en los que nuestros ojos son incapaces de vislumbrar al Señor “Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo” Él está a nuestro lado caminado con nuestro paso cansado y apagado, está con nosotros como una presencia discreta, dispuesto a escucharnos sin hacernos reproches, ni juzgarnos o condenarnos.

Abriéndonos a Él y poniéndonos a la escucha de su Palabra, contenida en las Escrituras, a la luz de su pasión, muerte y resurrección, poco a poco se irá iluminando el sentido de todo lo que antes nos resultaba incomprensible, renaciendo en nosotros una esperanza nueva “Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras”.

El encuentro con el Señor encuentra su plenitud cuando nos sentamos a la mesa con Él: el signo del pan bendecido, partido y repartido, es decir su vida entregada por nosotros por amor. “Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron” Es entonces cuando se nos abre los ojos y le reconocemos como resucitado y como el único capaz de hacer arder nuestro corazón de verdadera alegría “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?

Con la conciencia de su presencia, que, aunque, invisible a los ojos del cuerpo, es una experiencia y certeza interior que nos hace sentirnos impulsados a reemprender el camino que nos lleva de nuevo a la comunidad de los creyentes, reunida entorno a Pedro ya sus sucesores, y que nos envía a anunciarlo a todos hasta los confines del mundo “Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros”

Feliz domingo, Día del Señor y feliz semana.

II Domingo de Pascua

16/04/2023

Es tan grande el misterio de la muerte y resurrección de Jesús que la Iglesia ha celebrado toda esta semana, la primera de Pascua, como si se tratara de un solo único día, un gran domingo que dura el espacio de tiempo de ocho días. En este Segundo Domingo de Pascua, también llamado Domingo de la Divina Misericordia, veremos como la fe necesita de la comunidad, no se cree solo, no es algo personal y exclusivo. Se asiente personalmente, pero se vive en comunidad.

En la primera lectura, del libro de los Hechos, nos presenta a la primera comunidad cristiana nacida de la Pascua y del envío del Espíritu Santo “perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones”. Los signos y prodigios que se realizan de la mano de los apóstoles recuerdan los signos de misericordia de Jesús. Así vemos como se establece la continuidad entre la comunidad y su fundador, Jesucristo. El salmo nos invita a la alabanza y acción de gracias por la misericordia de Dios y su acción redentora en nuestra historia “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” La segunda lectura, de la Primera Carta del apóstol Pedro, se dirige a comunidades cristianas que vivían en zona pagana y pasaban dificultades a la hora de expresar su fe “mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios”. Pedro les invita a mantener firmes en su vida y en su fe. En el evangelio nos encontramos con la incredulidad de Tomás “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”.

Lucas, en la lectura del libro de los Hechos, presenta un resumen de aquella primera comunidad de cristianos los cuales vivían todos unidos y todo lo tenían en común. Nos informa de cuatros dimensiones básicas de la vida de aquella comunidad y a las que permanecen fiel: la enseñanza o doctrina de los apóstoles, la comunión de bienes, la celebración de la fracción del pan y la oración común “partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo”. La gente sabia apreciar el testimonio de aquella comunidad, eran bien vistos por el pueblo lo que hacía que cada día fuera aumentando el número de creyentes, se trata de la dimensión misionera de la primitiva comunidad cristiana. El salmo nos invita a la alabanza y así lo entonamos en una de sus estrofas “Éste es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”

En la lectura epistolar nos encontramos con la Primera Carta del apóstol S. Pedro y que nos acompañará durante los siguientes domingos de Pascua. Está dirigida a comunidades que pasan por situaciones difíciles y se encuentran en un ambiente nada favorables. Pedro en esta ocasión nos invita a la esperanza a pesar de las dificultades, se trata de un himno de acción de gracias a Dios Padre porque por la resurrección de Jesús nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva”, lo que nos da ánimos para seguir fieles a Cristo a pesar de las pruebas, padecimientos y sufrimientos, mientras caminamos hacia la herencia que tenemos reservada “aunque ahora sea preciso padecer un Poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo”

El Evangelio que se proclama hoy presenta dos momentos de la manifestación de Jesús Resucitado, ambas en suceden, con un intervalo de ocho días, el primer día de la semana, el Domingo, El Día del Señor. En la primera manifestación, el Resucitado, se coloca en medio de la comunidad y le regala el don pascual del Espíritu Santo, es lo que conocemos como el pentecostés joánico, “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” Con el deseo de la paz se disipan las dudas de aquellos discípulos reunidos y la reacción de estos es llenarse de alegría, la presencia del resucitado ha producido en ellos un cambio del miedo a la alegría, pero todo no queda aquí, el Resucitado le envía a la misión, el tiempo de estar encerrado se ha acabado. No basta que los discípulos se queden con la alegría de la resurrección, es necesario llevarla al mundo, así mismo nosotros también estamos invitados a llevar esta alegría a nuestro mundo, a nuestra sociedad, a nuestro entorno, por supuesto con la ayuda de la fuerza del Espíritu Santo.

La segunda manifestación del Resucitado conduce al incrédulo Tomás a la fe pascual. Después de la muerte de Jesús, a los discípulos les costó dar el paso hasta la fe en Cristo Resucitado. El evangelista toma como ejemplo a Tomás, al igual que hizo con la Magdalena, para animarnos a creer. Tomás no acepta el testimonio de la comunidad que le dice “Hemos visto al Señor” y que solo creerá cuando lo vea físicamente con las indiscutibles marcas de la cruz, pero para encontrarse con el Resucitado y experimentar su presencia hay que superar la percepción de los sentidos, es necesario ver con los ojos del corazón,  y desde luego dentro de la comunidad, “Bienaventurados los que crean sin haber visto”, pues solo la primera comunidad pudo ver a Jesús y convivir con Él.

Pidamos a Nuestro Señor por la intercesión de María, que nos ayude a vivir nuestra fe dentro comunidad, desde la Iglesia.

Feliz domingo, Día del Señor, y feliz semana.