Un grupo de unos 30 hermanos de nuestra parroquia han estado este fin de semana, desde la tarde-noche del viernes 14 al domingo 16, de retiro parroquial impartido por el sacerdote jesuita D. Adolfo Chércoles, al que ya conocemos en la parroquia por sus charlas acerca de las Bienaventuranzas. Las charlas de este retiro al versado sobre “El mundo de los deseos” (Ignacio Loyola), el cual ha sido muy provechoso para estos hermanos nuestros. Aqui dejamos algunas fotos de estos días de retiro.
En los domingos anteriores Jesús nos enseñaba acerca de la actitud de ante los méritos y reconocimientos, nos ha enseñado a ser agradecidos ante Dios y que la salvación es universal, es para todos, en este XXIX Domingo del Tiempo Ordinario nos instruye sobre la oración. Este domingo coincide con el día de la catequesis cuyo lema es “Catequistas que dejan huella”, personas marcadas por la mirada del Maestro, que alimentados por la oración y los sacramentos proponen el mensaje de Jesús con alegría dejando rastro de la propia vida de fe. Algunos miembros de la comunidad continúan, como es habitual en el mes de octubre, con el rezo del Rosario de la Aurora y posterior misa de Alba. Este domingo tiene lugar la misa de Acción de Gracias por los 75 años de la bendición de la talla de la Virgen de la Soledad presidida por D. Jesús, obispo de nuestra diócesis. También un grupo de hermanos de nuestra parroquia están de retiro, que esperamos les sea provechoso.
La síntesis de las lecturas, cuyo tema central es la oración puede quedar así: La primera lectura, del libro del Éxodo nos muestra, a través de la figura de Moisés que mantiene las manos alzadas hasta la puesta del sol, la importancia de la perseverancia en la oración Mientras “Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec”. El salmo refleja muy bien esta situación, así cantamos en la antífona “Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra”. Pablo, en la segunda lectura nos recomienda encarecidamente que profundicemos en la Escrituras y que nos mantengamos fieles a ella “Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”. Lucas, en el Evangelio, conocido también como el evangelista de la oración, “Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer” nos instruye sobre la necesidad de orar con insistencia, sin desfallecer.
En la lectura, del libro del Éxodo, manifiesta la eficacia de la oración de una manera muy concreta, muestra la eficacia de la oración de Moisés por su pueblo. Israel se tiene que defender de los ataques de Amalec, de los amalecitas, y su victoria depende por completo de la oración de Moisés, el texto nos dice que mientras tenía el alto la mano vencía Israel, en caso contrario lo hacía Amalec. Así se manifiesta la eficacia de la oración, la necesidad de una oración perseverante e insistente. Los israelitas encuentran el medio para hacer posible una oración perseverante por parte de Moisés, el cual se puso en alto en una colina para rezar a Dios, le sentaron e hicieron que Jur y Aarón les sostuvieran los brazos en alto, para mantener a Moisés en actitud de súplica “Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa” El salmo responsorial refleja muy bien esta situación, así cantamos en la primera estrofa “Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”.
La segunda lectura continúa aún con la segunda carta de Pablo a Timoteo y en esta ocasión insiste en la fe. Afirma que las Escrituras pueden instruir para la salvación, pero que esta se obtiene por medio de la fe en Jesucristo “ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús”. Las Escrituras son un don, un regalo de Dios a todos nosotros, pero este regalo hay que acogerlo mediante la fe. Si alguien las lee sin fe, entonces son texto muerto y no un texto vivificante. Sin embargo, si alguien lee las Escrituras con una actitud de fe, se vuelve vivificante y útiles para todo, para enseñar, reprender, corregir, educar, con educación y pedagogía, equipa al hombre para toda obra nueva “proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina”
En texto del Evangelio Lucas parece que haya sido escrito para nosotros y nuestros contemporáneos. El hombre de hoy aprecia la eficacia, el ingenio, el trabajo humano y parece no necesitar a Dios para construir el su mundo, poniendo su confianza en la técnica y el trabajo que le traerán la salvación. Pero cuando fracasa en sus proyectos e instituciones, cuando se encuentra ante una situación compleja, ante una enfermedad, catástrofe natural, que como casi siempre se ceba con los más pobres, no es extraño presentarles la quejas a Dios. Algo muy humano, Jesús también lo hizo de forma clara y desgarradora en la cruz “Por qué me has abandonado”, pues en nuestras vidas también hay momentos de turbulencia y de dolor intenso. Los cristianos hemos experimentado a Dios y su amor, por eso necesitamos de presentarles nuestras necesidades, nuestras quejas o manifestar nuestro agradecimiento.
En este caso Jesús se sirve una parábola, de una viuda que insistentemente ruega aun juez injusto, corrupto y sin temor de Dios, a que le haga justicia. El juez por no escucharla le hace justicia “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”. Y si este juez que era nada ejemplar actúa así, pues imaginemos como actuará Dios en nuestra insistencia en la oración “Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar”. Pues, así como la viuda, oramos insistentemente y presentamos nuestras vidas a Dios, le pedimos que nos ayude con confianza, insistencia y perseverancia en la en la oración, pues la oración perseverante refuerza nuestra relación personal con Él. La base de nuestra relación personal con Él es orar con insistencia y con actitud de fe.
Orar pidiendo a Dios no significa tratar de convencerle, sino de entrar en comunión con Él. Dios quiere nuestro bien. Jesús acaba la parábola con una pregunta desconcertante “cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” Hay exigencias del evangelio que son fe y oración son difíciles de asumir,
El pasado domingo Jesús nos enseñaba acerca de la actitud de querer recibir méritos y reconocimientos por hacer lo que tenemos que hacer, nos enseñó a no llevar contabilidad de nuestros méritos, y seguir trabajando con humildad y confianza. En este XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario nos instruye con otra enseñanza parecida, nos enseña a saber ser agradecidos ante Dios. Nos enseña también que la salvación no es solo para una elite, sino que es universal, como es el caso de Naamán y del samaritano, ambos sanados por la lepra, por lo que son agradecidos y dan gracias a Dios. Coindice, en nuestra parroquia, este domingo el gesto del envío de todos los miembros y agentes activos de la comunidad parroquial catequistas, salud, caritas, liturgia, formación, coros, … todos aquellos que de alguna manera u otra son enviados para cualquier tarea que tiene que ver con la parroquia y su misión evangelizadora. Siguen también algunos miembros de la comunidad con el rezo del Rosario de la Aurora y posterior misa de Alba. Y nuestros hermanos de la cofradía de “los verdes” entran de lleno en los actos conmemorativo del 75 aniversario de Ntra. Sra. de la Soledad, desde estas líneas las felicitaciones de toda la comunidad parroquial.
La síntesis de las lecturas puede ser: La primera lectura, del Segundo Libro de los Reyes, nos enseña que la salvación no solo es para los judíos sino para todos los hombres de cualquier raza, pueblo o nación, nos presenta la curación de Naamán, un militar sirio, que, curado de la lepra por el profeta Eliseo, se convirtió al único Dios verdadero, el Dios de Israel “Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel”. El salmo se hace eco de esta gratitud, la salvación de Dios llega también a los extranjeros, así cantamos en la antífona “El Señor revela a las naciones su salvación”. S. Pablo en la segunda lectura, viene a decirnos que el que abre los ojos y el corazón reconoce que el Señor sale a nuestro encuentro ante situaciones dolorosas “si perseveramos, también reinaremos con Él” De manera análoga, el samaritano del Evangelio, sanado por Jesús, junto con otros, fue el único capaz de volver a Jesús dándole gracias; y esa fe le salvó “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.
En la lectura del Segundo Libro de los Reyes, pasaje del ciclo de Eliseo, sucesor del profeta Elías, en donde leemos como un general extranjero, Naamán, que padecía de lepra, obedece, aunque al principio le parece casi sin sentido, pues la orden del profeta que lo envía a bañarse siete veces en el Jordán, río insignificante comparado con los grandes ríos Tigris y el Éufrates, de donde procedía Naamán. Cumplió con lo que le mando Eliseo y quedo sano de la lepra, y expresó efusivamente su gratitud hacia el Dios de Eliseo, prometiendo que a partir de ese momento solo ofrecerá sacrificios a ese Dios que es el Único y Verdadero “porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses más que al Señor”. El salmo sigue en esta línea de dar gracias a Dios, porque expresa también la alegría y gratitud, porque la salvación también llega a los extranjeros “Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios”
La segunda lectura continúa con la segunda carta de Pablo a Timoteo, en esta ocasión nos viene a decir que hay que dar gracias por todo, incluso en las situaciones y circunstancias dolorosas, porque también en ellas viene la gracia de Dios e incluso mayor gracia que en circunstancias y situaciones gozosas. Con la fe sabemos que el Señor sale a nuestro encuentro en las ocasiones dolorosas y nos conforta. Pablo afirma que, para vivir con Cristo, es necesario morir con él “si morimos con él, también viviremos con él”, para alcanzar la salvación es preciso pasar por dificultades y sufrimientos, es la vida misma, Pablo nos dice: “si perseveramos, también reinaremos con él” Por eso cuando encontremos alguna dificultad, esta no debe ser motivo de tristeza completa, sino ocasión para abrir los ojos y reconocer que Dios no nos abandona, sino que nos manifiesta su amor y generosidad “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos … Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús”
En el Evangelio Lucas nos vuelve a recordar que Jesús va camino de Jerusalén y nos narra el episodio de los diez leprosos. Jesús cura aun grupo de leprosos sin mirar si eran judíos o extranjeros. Jesús aparece atendiendo con la misma misericordia y entrega a propios y extraños. Jesús ha venido a salvar a todos.
Lo que nos cuenta el evangelio es que sana a diez leprosos que le piden compasión “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros” y que al menos uno de ellos es extranjero, es samaritano. De los diez sanados sólo uno, y precisamente el extranjero, se vuelve a dar gracias a Jesús “Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias” los otros nueve no regresan. No supieron valoran el detalle que suponía que alguien atendiera a unos leprosos, en contra de las costumbres de la época. El único que demuestra la gratitud es un extranjero, la queja de Jesús es explicable “los otros nueve, ¿dónde están?¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?”
Jesús pone en evidencia la pobreza espiritual que tienen los miembros del pueblo elegido, que no demuestran ni fe, ni gratitud. Jesús cita a Naamán en otro texto del Evangelio, lo pone como modelo de un extranjero que sabe reconocer el don de Dios y dar gracias. Nosotros sin caer en la pobreza espiritual de aquellos miembros del pueblo elegido, participemos cada “día del Señor” de la Acción de Gracias, de la Eucaristía., pues en ella damos gracias a Dios por todo, nuestras familias, nuestro trabajo, salud… y también ponemos delante del Señor nuestras necesidades, trabajo, nuestras enfermedades y las de nuestros familiares.